13. Renacer.

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Me estremecí al sentir el agua helada en mi cuerpo. Me había despojado de mi ropa, quedando solo en ropa interior, según Nova era necesario no llevar nada del mundo real. Me indicó que me relajara, así que me deje llevar al punto de flotar.

-Cierra los ojos y piensa en las personas más importantes de tu vida. -Nova susurró acariciando mi cabello-. Esos pensamientos harán que tu mente se mantenga viva.

Cerré los ojos, buscando en mi mente esos recuerdos, por supuesto con mis hermanas.

-Escucha con atención. -Su voz era tan suave como una pluma-. Amitte proelium, vince bellum. Amitte proelium, vince bellum. Amitte proelium, vince bellum.

Repetía una y otra vez las mismas palabras, deje de escucharlas a los pocos minutos. Extendí mis brazos y empecé a moverlos, como si hiciera un ángel en la nieve, mis ojos se hicieron muy pesados, a tal grado de no poder abrirlos, quería hablar, pero no podía, es como si tuviera los labios sellados.

Los latidos de mi corazón se hicieron lentos, hasta detenerse por completo. Mi cuerpo dejó de flotar, hundiéndose en lo más profundo.

-¡Nova! -Me levanté como una niña pequeña despertando de una pesadilla-. ¿Qué pasó?

Me levanté e inspeccioné el lugar, estaba rodeada de oscuridad.

-¿Funcionó? -susurré mientras comprobaba mi pulso, pero no encontré ninguno-. ¡Nova!

Caí de rodillas, mientras tapaba mis oídos, un chillido irritante se escuchó por todo el lugar.

Para Eleonor Staux yo no existía.

Pronto habrá una guerra entre los humanos y Xascrew, solamente tú decides de qué lado estarás.

Las imágenes de esos pensamientos se empezaron a proyectar en la oscuridad, devolviéndome a vivir de nuevo esos momentos.

Su respiración se hizo más lenta; sus ojos carecían del brillo habitual y después de unos segundos de agonía, respiró por última vez dejando este mundo.

Fuiste, eres y siempre serás mi pequeña luna.

¡No es mi culpa que no tengas amigos y que madre no te quiera!

-¡Basta! -Mis oídos ardían, que incluso sangre salío de ellos, bajando por mis mejillas-. ¡Nova, me duele!

Yo nunca seré tu hija, porque para mí ya no existes.

¡La luna! ¡La profecía al fin se cumple!

Los dioses ya tienen su destino escrito.

-¿Elani? -Una voz masculina hizo que las voces en mi cabeza se calmaran.

-Papá... -murmuré con la voz entrecortada al verlo frente a mí.

-Mi pequeña. -Me estrechó con fuerza entre sus brazos.

-Te extraño. -Me separé de él, todo su cara suavemente para asegurarme de no estar soñando-. Eres real.

-Lo soy -susurró con lágrimas en sus ojos-. ¿Cómo está Eileen?

-Ella está bien, pero las cosas se complicaron un poco y no sé qué hacer.

-Lo resolverás como siempre. -Sus brazos me rodearon en un abrazo-. Mi pequeña Lilieth lo resolverá.

-Padre... -Me separé de él-. ¿Cómo sabías dónde estaba Eileen?

-No lo sé, fue muy extraño... -murmuró, hizo una pausa rascando su barba-. Una luz fluorescente apareció delante mío y me guio hasta ella.

Saga Cristal 1: La Profecía De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora