11. La aldea escondida.

35 10 8
                                    

Al Eris aceptar la propuesta de Nova todos se pusieron en marcha, la rubia se montó al caballo junto a Eileen. Julián y yo íbamos unos pasos detrás alertas por cualquier cosa.

-¿Confías en ella? -dijo el chico en voz baja, sus labios tocando mi oído.

-No creo tener opción -susurré sin despegar la mirada de Nova, la cual nos daba miradas cortas de vez en cuando-. No creo que nos dejen ir sin más, ellos creen que somos su salvación.

-Es muy extraño todo esto.

-No los entregaré -confesé mirándolo de reojo-. Primero recuperamos a tu familia y si el rey no te deja regresar con ellos, no entregaremos los cristales.

-Gracias, pero haz lo que creas correcto, yo buscaré una forma de protegerlos -susurró con honestidad, lo miré por unos segundos, sus ojos se veían más claros con los primeros rayos de luz-. ¿Cómo sigue tu herida?

Cambió de tema rápidamente, me levantó la playera, dejando a la vista mi abdomen.

-Desapareció... -respondí con sorpresa.

Sentí un escalofrío y al levantar la mirada observé a Nova mirándonos con una sonrisa.

Minutos más tarde llegamos a un lugar sin nada más que árboles, si esto era una trampa estábamos acorralados. Bajamos del caballo y nos acercamos a Nova que nos esperaba impaciente.

-¡Bienvenidos a la aldea de cristal! -exclamó con una gran sonrisa.

-Qué linda... -murmuró Eris de forma sarcástica mirando a los lados.

Nova sonrió y caminó detrás de unos arbustos, revelando una entrada secreta, pasó suavemente una llave por la madera vieja y la puerta se abrió lentamente.

-Síganme -dijo antes de desaparecer bajo nuestra mirada sorprendida.

Me quedé estática en la entrada, no quería dar el siguiente paso. Julián me tomó de la mano y me arrastró dentro. Tan pronto como entramos, nos sorprendimos con la vista frente a nosotros.

Enormes muros de piedra, árboles que parecían cerezos, pero en tonos morados, cristales colgando de ellos como si fuesen manzanas. La aldea tenía una fuente en el medio, con una estatua de un fénix y una torre en cada esquina. Un huerto considerable, el lago y las cabañas a la derecha.

Parecía que habíamos cruzado a otra dimensión. Las personas que teníamos delante, que por cierto parecían admirarnos de alguna manera, fueron las que más nos impresionaron. Al principio parecían humanos, pero a medida que los observamos más de cerca, se veían distintos. Algunos tienen orejas largas, mientras que otros tienen cuernos diminutos, alas o ambos.

Estamos viviendo en un cuento de hadas.

-¡Elani! -exclamó un chico rubio mientras me abrazaba con fuerza.

Cuando me separé de él, me di cuenta de que era el chico del sótano. Miré a Julián de reojo y pude observar como negaba con una sonrisa disimuladamente.

Sabía que no me quedaría de brazos cruzados y no dejaría a esas criaturas encerradas. No quiero ni pensar en la reacción del rey.

-Por cierto, soy Clyde -extendió su mano, la cual tomé sonriendo-. Gracias por salvarme de ese calabazo.

-Gracias por salvar a mi hermana y a Clyde -murmuró Nova mientras abrazaba por los hombros al chico.

-¿Tu hermana?

-A mí. -La Chica salió desde la multitud-. Soy Faye.

La saludé con un gesto de cabeza y una sonrisa.

Saga Cristal 1: La Profecía De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora