9. Secretos y Cristales.

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—¿La profecía? —pregunté sintiendo un escalofrío por todo mi cuerpo.

Žoola salió del lago completamente desnuda, su larga cabellera dorada cubría algunas partes de su cuerpo, caminó a paso lento a una de las grandes rocas donde tomó asiento.

—Hace muchos años, nuestros dioses prometieron que la luna nos salvaría del encierro en el que vivimos —murmuró en forma dramática—. ¡Al fin seremos libres!

¿Cómo le decimos que el rey Cassian nos mandó por los cristales y así gobernar su especie?

—Son las hijas de la Kinxa Eleonor. ¿No es así? —Eris y yo nos miramos sorprendidas—. Por su reacción veo que sí —respondió riendo mientras trenzaba su cabello—. ¿Ella las mandó?

—Sí —mentí no perderé esta oportunidad.

—En ese caso sigan su camino. —Se puso de pie haciendo una reverencia hacia nosotros—. Pero... primero necesitan pasar la prueba y ver si son los elegidos.

—¡Tú dijiste que somos su salvación! —La encare molesta.

—Lo sé —murmuró apenada—. Solo sigo las reglas.

—¿Cuál es la prueba? —preguntó Julián con nerviosismo, según lo que escuchamos en el reino, únicamente uno de los hombres que el rey envió en esta aventura regresó y pasará el resto de su vida en cama.

Žoola sonrió y de pronto, el suelo comenzó a temblar bajo nuestros pies, el agua del lago comenzó a salpicar por todas partes. El castillo desarrolló más grietas y los árboles cercanos se partieron por la mitad. Nos quedamos boquiabiertos cuando divisamos una extraña y enorme serpiente que salía del agua, deslizándose hacia nosotros como un depredador.

—¡Oh por Dios! —exclamó Eris dando pasos rápidos hacia atrás.

—¡¿Qué tenemos que hacer?! —pregunté hacia Žoola, pero ella ya había desaparecido.

—¡Saquen sus armas! —ordenó Julián mientras tomaba su espada.

—¡Eris! —grité hacia la rubia—. Concéntrate, demuestra lo fuerte que eres.

Ella asintió con más confianza.

La serpiente se encontraba muy cerca de nosotros, mostrando sus grandes colmillos. Se quedó ahí, estática. Entre los tres hicimos algunos cortes, pero no fue suficiente, la piel era demasiado dura. Con su larga cola nos empujó con fuerza, haciendo que cayéramos a un costado.

—Esto no funcionará. —Eris murmuró con dolor.

—Tenemos que separarnos —dijo Julián mientras se ponía de pie y se alejaba de nosotras—. ¡Lleguen al castillo!

La serpiente nos miró por unos segundos, había algo de dolor en esos profundos ojos amarillos, siseó, como si nos dijera algo, luego se arrastró hacia Julián olvidándose de nosotras.

Nos ponemos de pie con dificultad e intentamos llegar al castillo, pero al oír nuestros pasos ahora se dirigía hacia mí.

—¡No! —gritó Julián—. ¡Por aquí!

—¡Hay que separarnos! —Empuje a Eris, antes de sumergirme en el lago.

El agua se había llenado de burbujas, así que no tenía una buena visión. De un momento a otro la serpiente apareció delante de mí y siseó con rapidez. Creí haber muerto, pues escuchaba con claridad lo que trataba de decir.

—Crissstal... —siseó y una luz cegadora apareció entre sus ojos, mostrando la joya que se encontraba incrustada en su piel.

Sentí unas manos en mis hombros que me sacaron del agua.

Saga Cristal 1: La Profecía De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora