6. ¿Feliz cumpleaños?

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Después de ese pequeño incidente, el insolente rey se negó a dejarnos ir a casa, encerrándonos en una habitación.

Por el resto de la noche no pude cerrar el ojo, a comparación de Eris que duerme plácidamente en la enorme cama matrimonial.

Cuando escucho ruido afuera, me acerco a la ventana y veo a los empleados corriendo por el jardín con ramos de flores y un abundante buffet.

Cuando volví a sentir ese mareo, me apoyé contra la pared. De repente, mientras estaba mirando a un punto fijo, mis ojos comenzaron a parpadear y las imágenes comenzaron a pasar por mi cabeza.

—¡Tienes que ayudarnos! —suplicó el chico entre lágrimas con su rostro demacrado.

—Necesitarás de nuestra ayuda, haz lo correcto —susurró la chica del sótano, en su voz se podía percibir miedo.

A un lado de ellos, mi madre se encontraba en posición fetal, llorando en silencio.

—¡El rey las espera en su oficina! —uno de los guardias me devolvió a la realidad entrando sin siquiera tocar la puerta.

—Vamos, tenemos que hablar con madre —durante la terrible noche que tuve, decidí hablar con ella, necesitaba respuestas.

—No sé siquiera verla —dijo la rubia desde la cama—. Ayer me enteré de que existen seres mágicos y nuestra madre es una de ellas. ¿Lo sabías?

—No, te espero fuera —mentí y salí de la habitación, me apoyé contra la puerta cayendo lentamente al suelo.

Eris es un libro abierto, expresa sus sentimientos sin importar lo que pensarán de ella, cosa que yo no puedo permitir.

—Buen día —saludó Julián, lo miré con fastidio sin responder—. Lamento mucho lo que pasó el día de ayer —murmuró apenado, rascando su nuca.

—Por supuesto —dije con sarcasmo, estoy enojada con él, sé que apenas nos conocíamos, pero en verdad empezaba a agradarme.

Desvié la mirada de sus ojos negros que me miraban con intensidad. Creí reconocer unas siluetas apenas visibles pintadas sobre la pared, eran como dibujos realizados por niños, pero por más que lo intentaba no lo recordaba.

—En verdad lo siento, no sabía que era tu madre y que el rey iba a lastimarte —se disculpó mientras se sentaba a mi lado, hombro con hombro.

—¿Tienes algo que ver con el secuestro de mi hermana? —susurré mirándolo, mi voz se quebró por un momento y algunas lágrimas bajaron por mis mejillas.

—No, lo juro por mi familia —dijo mientras limpiaba mis lágrimas con su pulgar.

—¿Sabes dónde la tienen? —murmuré con desesperación en mi voz.

Necesito verla y asegurarme de que esté bien. Mi pequeña Eileen debe de estar aterrada.

—No, ni siquiera estoy seguro de que es...

La puerta se abrió de golpe, interrumpiendo a Julián, se puso de pie ofreciéndome su mano, la cual acepté.

A pesar de las circunstancias, había algo en él, que me generaba confianza.

Nos dirigimos los tres al despacho del rey sin decir palabra alguna, pero no en un silencio incómodo.

—¡Necesito ver a Eileen y a mi madre! —exclamé al entrar, causando una mirada de sorpresa por parte del rey.

—Eso es imposible —murmuró con tranquilidad desde su escritorio, es como si fuese otra persona y no el psicópata de ayer—. Tenemos un día ocupado, deben partir este día, son unos días de viaje.

Saga Cristal 1: La Profecía De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora