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SIENNA

La luz del sol se colaba por las ventanas de mi despacho. Estos días habían sido terriblemente agotadores. Casi no pisaba por la casa de mis padres, aunque realmente lo prefería. Mi padre y yo no estábamos en nuestro mejor momento. Que me metiera a la UICT no era uno de sus muchos planes para mí. Siempre quiso que estudiara cualquier otra cosa que no tuviera que ver con las leyes. Llevaba ya años dentro de la central de Roma y he de decir que era una de las mejores.

La UICT (Unidad de Intervención contra el Crimen Transnacional) es una unidad especial del FBI, dedicada a la prevención, investigación y control de delitos que transcienden las fronteras nacionales. Algunas de esas áreas son, por ejemplo, la investigación de tráfico de drogas y narcotráfico, trafico de personas y su explotación sexual, investigación y persecución de ciberdelitos y ciberataques, lavado de dinero y terrorismo... El problema que teníamos encima era gordo.

De repente, el sonido de la puerta me sacó de mi ensoñación. Vi a mi capitán parado en la puerta. Me levanté de la silla haciéndole el debido saludo militar, ya que era mi superior.

Buongiorno (Buenos días), mi capitán. —Dije poniéndome recta.

—Tenemos una reunión importante en la sala de conferencias a las cuatro. —Dijo, mirándome con seriedad—. No llegue tarde, teniente.

—Sí, mi capitán.

Antes de irse pude ver un pequeño e insignificante destello de orgullo en sus ojos. Quizá fueron imaginaciones mías, últimamente todos desconfiaban mucho más de mí que antes. Al parecer, ser la hija de Leone Caruso no era plato de buen gusto para nadie, y menos para la UICT. Y ni siquiera entendía por qué. Volví a sentarme en la silla, exhausta de recibir siempre todo tipo de críticas, exceptuando a mis amigos. Tres en total, pero de lo más leales.

Gianna Ferrari, teniente de la primera tropa de la central de Roma. Mi mejor amiga. Fuimos juntas al colegio, al instituto... y después aquí. Decidimos meternos a la vez, pasar por los mismos ciclos y llegar a donde pudiéramos, siempre juntas.

Matteo Lombardi, sargento de la segunda tropa de la central. Hermano menor del capitán de dicha tropa. Gianna y yo le aceptamos en nuestro pequeño círculo al saber que odia a su hermano con todas sus fuerzas. Y supimos al instante por qué. Al ser el menor, su capitán y hermano le hacía todo tipo de fechorías. Acudía a nosotras en busca de consuelo y conseguimos que confiara al cien por cien.

Y luego estaba Francesco Vettori. Digamos que era el tío más guapo de la central. Tenía unos ojos marrones caramelo que derretían a cualquier mujer. Todas se giraban a mirarlo y cuando entraba alguna nueva agente siempre intentaba estar a su servicio. Tenía muchas admiradoras secretas, y eso no era ninguna novedad. En cualquier caso, toda la central sabía que era completamente mío. Mi novio desde hacía años. Siempre estuvo detrás de mí, desde que comencé en la UICT. Yo era cabo primera, él ya era teniente. Cuando ascendí me unieron a su tropa. Y allí empezó a interesarse mucho más por mí. Yo siempre supe de sus intereses, pero me hacía la tonta. Hasta que consiguió conquistarme por completo. Hacíamos la mayoría de misiones juntos y hasta mi madre lo conocía.

Dejé el papeleo listo para cuando volviera al despacho, pero antes de que pudiera abrir la puerta alguien lo hizo por mí. Y allí estaba. Tan guapo como siempre. Sus ojos marrones y su pelo cobrizo me miraban con adoración. Su expresión, aún así, era de completa preocupación. Fui hacia él, lentamente, intentando descifrar lo que me transmitía su mirada. Rodeé su cuerpo con mis brazos, él seguía con los suyos detrás de su espalda. El uniforme se le pegaba al cuerpo, estaba de lo más sexy.

SIENNA CARUSO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora