SIENNA
Mi cuerpo debería tener un frío horrible, un tembleque de mil demonios debido a la lluvia que me había empapado por completo. Mi pelo se pegaba a mi cuello y debería mandar escalofríos por todo mi sistema. Pero no. No tenía frío, no tenía escalofríos, no sentía ninguna corriente de aire que pudiera ponerme enferma.
Estaba más caliente que una puñetera locomotora en acción. Y eso no me gustaba. Se suponía que estaba enamorada del gilipollas de mi novio, o lo que se suponía que debía ser mi novio. No quería utilizar a nadie por puro despecho pero... joder, como dolía. Caminé hacia mi habitación, sorprendiéndome al ver a mis dos nuevas amigas sentadas en mi cama con un bol de fideos asiáticos en las manos. Comían con palillos. Fiorella saltó de la cama al verme entrar por la puerta.
—¡Tía! —Exclamó dejando su bol encima de mi escritorio—. ¡Estás empapada!
Bianca también me miró, se sorprendió al igual que su amiga y vino hacia mí preocupada. Cogió una toalla de mi maleta que aún no hacía deshecho y me envolvió con ella. No lo necesitaba, pero no iba a admitir que mi capitán me había excitado hasta el mismísimo cielo.
—Estas helada, cariño. Así vas a terminar pillando un resfriado. —Comentó Bianca abrazándome—. Fio, prepara la ducha. Yo voy haciendo sus fideos.
Fiorella asintió metiéndose en el baño, mientras Bianca me sentaba en la cama y me preparaba algo en el microondas. Escuchaba como el agua corría en el baño, viendo de pronto la humareda que salió de ahí al Fiorella abrir la puerta.
—Listo. —Dijo la italiana—. ¡Avanti! (¡Adelante!)
Me metí en el baño dando las gracias a ambas por ayudarme. Esperaba que después de eso no pillase un resfriado. Cogí ropa antes de entrar para no tener que ponerme la misma que estaba completamente empapada. No mentía cuando le dije eso último al capitán, me encantaba el calor. Era por eso por lo que la ducha era algo sagrado, y el agua debía estar ardiendo. Si no, no era capaz de ducharme. Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo en cuanto el agua caliente tocó mi cabello y bajaba por mi espalda, era como si de alguna manera me excitase. Algo que Francesco sabía a la perfección.
Francesco... Bajo el agua pensaba en su rostro, en las cosas que habíamos vivido juntos, en las risas que habíamos compartido en los regalos que nos habíamos hecho. Y ahora... ahora todo se había ido a la mierda. Se estaba acostando con mi mejor amiga. ¿Ni siquiera se había dado cuenta de que me había llamado sin querer? ¿No había visto el buzón de llamadas? Enjabonaba mi cuerpo cuando, de pronto, un rostro muy diferente abarcó mi mente. Esos labios carnosos, esa mirada de odio que tanto me había excitado ahí fuera, esa forma de beber de mi botella aceleró mi corazón, ese pelo negro que caía empapado sobre su frente, esos pantalones que intentaban disimular una erección de la que yo me había percatado hacía ya horas...
Sin darme cuenta, mi mano fue directamente a mi monte de Venus, mientras que la otra se dirigió a uno de mis pechos. ¿Iba a tocarme con la imagen de mi nuevo capitán en la mente? Quizá. Dentro de dos días era la fiesta que, al parecer, solían celebrar los capitanes cada año. Una discoteca reservada exclusivamente para la UICT. En la que podían pasar muchísimas cosas..., incluso con el capitán... Mi mano se movió dentro de mis pliegues, pensando en cómo ese hombre sería en la cama. A mí parecer, tanto sus acciones como sus palabras me daban una visión ruda y violenta del hombre del que me había obsesionado en pocos días.
El orgasmo no tardó en aparecer. Terminé la ducha y salí con ganas de insultar a mi exnovio. Era un cretino, un hombre rastrero y sin sentimientos que había roto mi corazón. Escuché voces fuera del baño, pero no quise pararme a intentar descifrar de quién se trataba, pues lo último que había escuchado era un "está en la ducha", por parte de Bianca. Una vez fuera, me encontré con los ojos grises del capitán que había inundado mi mente dentro del cuarto de baño. Sus ojos recorrieron mi cuerpo únicamente tapado con una toalla, mi pelo rizado empapado sobre el nacimiento de mis pechos y mis pezones, obviamente visibles al haber visto semejante hombre frente a mí.
ESTÁS LEYENDO
SIENNA CARUSO ©
Teen FictionLibro II de la saga "Tentación Italiana". Teniente Sienna Caruso. Hija del mafioso más temido de la Sacra Corona Unitá, cosa que ella no sabe. A su parecer, solo es la hija del multimillonario más poderoso de Italia. Decidió cumplir su sueño: formar...