SIENNA
—Espero que sepas lo que estás haciendo.
El coronel resonó de nuevo en mi oído alertando a la teniente Cooper de su nuevo y, si se me permite, estúpido plan. Esto no estaba reflejado en la hoja que el coronel nos dio, y me preocupaba que algo saliera mal. ¿Me preocupaba por Cooper? En absoluto. Me preocupaba más que una de mis mejores amigas estuviera tan cerca. Pude vislumbrar en una de las mesas que estaba en la parte central, a las espaldas de donde estaba Killian sentado, a Fiorella y Enzo. Ellos también estaban cenando allí, como si fueran una pareja. Hablaban animadamente, no tenían el micrófono conectado porque estaban en sus roles, así que el coronel no les había encendido.
Miré la hora en mi reloj. Hacía casi diez minutos que Killian había entrado en el aseo de hombres y todavía no había salido. No me importaba en absoluto, después de todo me ignoró en la cabaña justo después de pedirle disculpas. Sé que fue un completo error haberle preguntado algo tan personal como lo de la cicatriz. Pero no sabia nada de él, ni siquiera sabía dondd había nacido, quienes habían sido sus padres... Lo único que sabía de ellos era que habían fallecido en un accidente de tráfico, dicho específicamente por él en una reunión. De repente, alguien se cruzó en mi campo de visión, sacándome del trance en el que me había sumido sin darme cuenta.
Francesco había llegado, dejando la ensalada en el centro de la mesa con una soltura impecable, como si hubiera sido camarero toda la vida. Le miré dándole las gracias con una sonrisa, a lo que respondió simplemente con un guiño y una sonrisa burlona. Frunci el ceño confundida, hasta que vi una nota debajo del bol de la ensalada. Lo saqué, reconociendo al instante la letra de Francesco.
"¿Ya te ha dejado plantada? Qué rápido."
Me volví hacia la barra, donde estaba ya mi ex limpiando vasos y sirviendo alguna comanda a las personas que estaban de pie. Parece que notó mi mirada, volviéndose hacia mí con una sonrisa que me habría gustado quitarle de un puñetazo. Arrugué la nota y la dejé encima de la mesa con frustración. Si Killian tardaba diez minutos más parecería la típica chica a la que habían dejado tirada en un restaurante. Me volví hacia Jade, no sabía qué estaba tramando pero no me estaba gustando nada. Para mí sorpresa, tanto Jade como Maxwell me miraban, aunque de formas muy distintas.
Jade me observaba con superioridad. Estar con el enemigo a dos centímetros la daba suficiente poder como para fardar de ello durante, al menos, dos semanas. Por otro lado, Mason Maxwell me daba escalofríos. Me miraba con un hambre contenida, como si fuera un depredador, un león que hacía semanas o incluso meses que no encontraba carne fresca a la que incarle el diente. De pronto, noté como alguien se sentaba delante de mí. Me giré con alivio, muy mal hecho por mi parte.
—Cariño... ¿Qué...?
Me quedé a medias observando al hombre rubio, vestido de forma muy elegante. Me sonaba incluso demasiado, pero no recordaba de qué. El hombre esbozó una sonrisa y empezó a hablar.
—Una mujer tan bella no puede estar tanto tiempo sola —comenzó a decir, cogiendo mi mano por encima de la mesa. Mi otra mano estaba oculta con la pistola apuntando a su entrepierna. El mantel ocultaba mis movimientos—. Me he tomado la libertad de venir a hacerla compañía, si no la importa.
Tuve que actuar, sonreír y agradecer los piropos que ese extraño me decía. Miré disimuladamente hacia los aseos de hombres. ¿Y si Killian se había ido? La voz del coronel volvió a hacerse presente en mi cabeza.
—Caruso, ten cuidado. Es la mano derecha del Vor, Alek Novikov.
Joder, estaba en problemas y Killian ni siquiera había salido del baño. Apreté el arma con fuerza.
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SIENNA CARUSO ©
Teen FictionLibro II de la saga "Tentación Italiana". Teniente Sienna Caruso. Hija del mafioso más temido de la Sacra Corona Unitá, cosa que ella no sabe. A su parecer, solo es la hija del multimillonario más poderoso de Italia. Decidió cumplir su sueño: formar...