6.Abuela

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La niña pequeña, acostada boca abajo con sus manos apoyadas en la barbilla, miraba como su madre se hacía una trenza mirándose al espejo.

El movimiento repetitivo de sus manos la tenia hipnotizada,ella también quería hacerlas. Por lo que se levantó de la alfombra y se acercó a su madre con un puchero.

-Me gustaría hacherlas -pronunció mal la niña.

-¿El qué cariño?.

-Eso que haces con el pelo.

La mujer sonrió de ternura. Se giró hacia su hija y la levantó para que se pusiera delante de ella.

-¿Te las hago?-la niña asintió entusiasmada.

Sarah repartió en tres trozos de pelos, se los llevó dos a una mano y el otro sobrante en la otra mano y las movió.

Leah miraba a su madre por el espejo pequeño; miraba la cara de concentración de la madre, el movimiento de sus manos y notaba la delicadeza con la que lo hacía.

-Ya está, la abuela se quedará está noche contigo.- Sarah le dió un beso en la mejilla, se levantó de la silla y tomó a Leah de la mano para encaminarse a la sala.

La abuela, sentada en la mesa del comedor, levantó la cabeza.

-¿Tienes otra vez turno hasta la mañana?.

Sarah tomó su abrigo y su bufanda preparada para salir hacia su trabajo.

-A sí es, si necesitas algo, Elena vendrá por la mañana. Ten cuidado mamá, si sigues con el dolor ve a la casa de Elena y que Peter te haga una consulta.- miró preocupada a su madre.

Había estado una semana con pequeños dolores de cabeza, temblores y mareos. Tenía miedo de que le pasara algo a su madre si estaba sola con la niña y nadie la pudiera ayudar.

La madre sonrió calmandola.

-Hija, no te preocupes, estaremos bien las dos juntas. Ten cuidado.

Sarah, con un pequeño malestar en su pecho, se fue al trabajo dejando a su madre e hija juntas.

La abuela cargó en sus brazos a las niña pelinegra de ojos azules grisáceos.

Para matar el tiempo, la abuela, decidió enseñarle a su querida hija la receta de las galletas favoritas de Leah y también para ver cómo hacer el té.

...

Miedo y preocupación.

Era lo que Sarah sentía cada vez que los minutos pasaban, deseaba estar en casa y no trabajando hasta tarde.

Odiaba tener aquel horario de mierda que hacía que su madre y su querida hija, Leah, se quedaran en casa solas. Su madre ya estaba empezando a tener síntomas raros que hacían que se preocupara demasiado.

¿Qué estarían haciendo?, ¿Su madre estaria bien?, ¿Y si su madre le pasa algo estando sola con una niña de ocho años?...

-¡Sarah!, deja de pensar y ponte a trabajar. - el dueño del local hizo que Sarah se sobresaltara, ladeó la cabeza, tomó los vasos de cerveza y siguo a lo suyo temblando y haciendo que se tropieze con sus propios pies.

—¿Sarah, estás bien?— le preguntó su compañera de trabajo, una joven de su misma edad, pelirroja y pequeña.

—No la verdad, estoy preocupada por mí hija y madre—aclaró—. ¿Podrías cubrir mi turno, por favor?.Es urgente.

By your side [Armin Arlet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora