Los meses pasaron rápido para la pequeña Leah y también para Sarah, ella lo habia pasado mas duro qur los demás. Agradeció la ayuda y compañía que les brindaba Peter y Elena con Leah. Había pasado un año después de la muerte de la madre de Sarah.
Para Sarah, seguir criando sola a Leah sin su madre la estaba costando. La echaba tanto de menos...La necesitaba, quería volver a verla, sentirla, sentir aquel olor que desprendía.
Inclinó la cabeza cuando vió la puerta de la casa de Peter y Elena abrirse dejando ver a su hija de nueve años. Leah se acercó a su madre corriendo y abrazándola por la cintura.
—¿Otro libro de medicina?—le preguntó Sarah al ver el libro que sostenía su hija en la mano,tomó la mano de su hija para ir al mercado. La niña asintió sonriente.
Las luces de las farolas iluminaban la oscuridad de las calles y los pasos que daban para llegar al mercado.
Cuando llegaron, empezaron a comprar lo que necesitaban con el dinero que le habían dado a Sarah en su trabajo.
—Mamá, cuando sea grande seré una doctora, como Peter. Ayudaré a mucha gente.
—Me alegro cariño, tú puedes hacer todo lo que te propongas. ¿Peter te ha vuelto a dar otro libro para que te lo leas?.
—Sí, este habla sobre una planta que ayuda al sistema inmunitario a volver a recuperarse después de una infección. También sobre ¿flores?, son muy bonitas, según los dibujos que hay en el libro. Me gustaría verlas.
—Te las enseñaré, cuando vayamos a casa, te enseño un sitio donde se pueden ver.
A su hija le brillaron los ojos. Soltó la mano de su madre y fue corriendo dejando atrás a su madre gritándole.
No vió al hombre que estaba frente a ella. Se chocó contra él. Él hombre, que venía con una mujer a su lado, se volteó hacia la niña en el suelo y la ayudó a levantarse.
—Oh niña, ¿Estás bien?, ¿Te has echo daño?
Leah levantó la mirada del suelo hacia el hombre frente a ella y le observó: Un joven de estatura media, con los ojos color celeste claro y el cabello castaño pálido, con un mechón que cruza su rostro, con una camisa blanca de manga larga y unas botas.
—S-si —recogió su libro y miró, está vez, a la mujer al lado del hombre.
Estatura baja, unos grandes ojos verdes y el cabello rojizo y corto atado en dos coletas. Vestida con una camisa simple con chaleco y unas botas.
—¿Cómo te llamas?—. Le preguntó está vez la mujer de baja estatura.
—M-me llamó Leah. ¿Vosotros?.
—Yo soy Furlan y ella es mi amiga Isabel. Encantada, Leah.
Asintió haciendo una mueca al recordar que se le había olvidado el dinero para comprar el pan. Furlan al mirar la cara de la niña, se fijó que estaba mirando el pan. Miró de reojo a Isabel y ella le dió un golpecito fuerte en el hombro. Él ofreció su pan a Leah. Ella lo miró dudosa de si cogerlo o no. Mamá siempre le decía que no debía hablar con desconocidos si no fuera importantes.
—No, gracias—una pequeña sonrisa apareció en sus labios—. Es vuestro, tengo que volver a donde mi madre. Gracias de todas formas, Furlan e Isabel.
Se volteó, buscando a su madre y dejando a los dos adultos confundidos.
La encontró en el puesto de las frutas con bolsas cargadas, se cerco a su madre cogiendo las bolsas y se fueron a casa.
Al dejar la comida en su lugar, salieron de casa hacia una calle que luego, caminaron más abajo hacia un callejón, dando lugar a las partes de atrás de unas cuantas casas que estuvieran descuidadas y con barro en el suelo por las gotas que salían de arriba por la lluvia que se filtra por la tierra.
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By your side [Armin Arlet]
FanfictionLa vida de Leah ha sido un camino lleno de dificultades y de pérdidas. Las heridas del pasado siguen latiendo en su corazón, un recordatorio constante de lo que ha sufrido. Pero a pesar de jurarse a si misma, de no volver a amar o encariñarse, su co...