⋆𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 11

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El amor se construye 。。・

Literatura, qué aburrido...

Descanso mi cabeza sobre la mesa mientras dibujo garabatos al hazar en mi cuaderno. Intento prestar atención a la clase, pero no puedo dejar de pensar en Diego.

Han pasado cinco días desde el incidente y no ha asistido a clases, sin contar el fin de semana por supuesto. Él se encuentra mejor, pero su madre no tanto. Es por eso que se queda en casa, cuidándola.

Voy a visitarlos a menudo para ayudarles con algún quehacer en la casa, o para acompañar a Jane. Me gusta hacerlo. Ella recibió una acuchillada en el bajo abdomen, y no puede moverse mucho.

El padre de Diego se encuentra en la cárcel, cosa que me hace sentir tranquila.

Ni si quiera me doy cuenta y suena la campana. Todos salen alborotadamente. ¿Cuál es el sentido de salir al recreo a jugar algún deporte y cansarse más? La idea es descanzar. Los recesos suelo quedarme haciendo nada en el aula.

Mi pocisión no es muy cómoda, y tengo sueño. Aquí no podré dormir.

Me levanto y salgo hacia el pasillo. Lo único que se me ocurre es ir a la biblioteca. Para eso me adentro en la parte interior del instituto. Tiene un gran hall con unas escaleras de caracol para subir al segundo piso. Antes de entrar a la biblioteca, me percato de las pinturas que yacen colgadas en la pared, siguiendo el camino de las escaleras.

Me apresuro a ir y subo unos cuantos escalones, para ver los cuadros. Son las pinturas que hicimos en el taller de arte.

No me toma mucho tiempo encontrar la pintura que Diego y yo hicimos. Bueno, gran parte la hizo él.

Ahora me tomo el tiempo para admirarla mejor. Mis ojos se abren de sorpresa al por fin darme cuenta de quién es la chica de la pintura. Es Kim.

Mi cerebro ata cabos rápidamente. La mano alzada en la esquina superior izquierda indica que está a punto de golpear a la chica. Eso solo puede significar que el miedo de Diego es que su padre vaya a hacerle algún daño a Kim.

Sonrío tristemente. Diego es una muy buena persona. Siempre sonríe para ocultar su dolor y ríe para olvidar que su vida es una mierda. A veces me siento impotente. Quiero ayudarlo de alguna forma, pero no sé cómo. Lo único que me tranquiliza es que ya nadie puede hacerle daño, o al menos por ahora.

Antes de que me de cuenta la campana suena de nuevo. Ni siquiera sé qué clase me toca ahora. Antes de abandonar el lugar saco mi teléfono, le tomo una foto a la pintura y se la envío a Diego.

*Foto*

Te quedó bastante bien :]]]

Envío el mensaje y me dirigo a mi casillero para ver mi horario.

[...]

-¿Estás seguro? -Le pregunto a Diego. Estamos en la sala de estar de su casa, y ahora mismo estoy comiendo ramen.

-Sí -Responde, aunque algo dudoso.

-Bueno, han pasado pocos días.

-Lo sé, pero siento que quiero verlo.

Frunzo el ceño. ¿Cómo va a querer ver a su padre cuando solo han pasado un par de días desde que casi lo mata?

-Estás jodido. A veces pienso que eres mazoquista.

Su rostro cambia exesivamente.

-¡No soy mazoquista! -Resopla- Simplemente... -Hace un silencio. Empiezo a notar sus ojos enrojecidos.

-Diego, yo... Disculpa, no quise

-No, tranquila -Me interrumpe. No ha derramado ninguna lágrima- Es solo que a veces siento que mi mente me juega horrible en estas situaciones. Mi padre me ha hecho mucho daño, pero... A veces siento que no puedo dejar de quererlo. No puedo odiarlo...

Lo último sale como un susurro. Mi corazón se encoje. Mis padres nunca se preocuparon por mí. Nunca llegué a quererlos. En cambio, Diego pasó toda su infancia queriendo a su papá. Debe ser difícil intentar odiarlo si es que ya lo ama. Es como cuando estás en una relación abusiva. Sabes que tu pareja de hace mal y que es tóxico, pero aún así la amas.

-Lo siento -Le digo. Este último mes he dado más apoyo emocional que lo que me han dado a mí en mis jodidos dieciséis años de vida. Bueno, la verdad es que nunca me lo dieron.

-Como sea -Se seca algunas lágrimas con la manga de su suéter azul, el que siempre lleva, y se pone de pie- Vamos, quiero despedirme de él.

Le sonrío y me levanto junto con él.

[...]

Nos encontramos en la comisaría, hablando con la recepcionista.

-Un momento -Nos dice mostrándonos el dedo índice hacia arriba y tomando el teléfono fijo que hay en su escritorio. Se lo lleva a la oreja y empieza a hablar con alguien.

Miro a Diego, el cual está jugando con sus dedos. Lo dudo un poco, pero luego le tomo la mano y la dejo descanzar en mi regazo mientras trazo unos pequeños círculos en ella. La idea es que se calme.

Luego de algunos trámites, ingresamos al lugar en donde se visita a los prisioneros. El señor Clayton está sentado detrás de un vidrio, que es lo único que nos separa de él, junto con una mesa. Su cabello negro está desordenado, y tiene ojeras.

-Esto lo tienes que resolver tú -Le digo a Diego- Yo no tengo nada que ver.

Él asiente dudoso.

-Tranquilo, solo haz lo que creas correcto -Lo miro a sus oscuros ojos- Recuerda que esta es una despedida. Tal vez quieras verlo como un nuevo comienzo, pero eso no podrá pasar si tu padre no se dispone a cambiar.

Me sonríe, y luego de unos segundos habla en un susurro:

-Gracias, Ellie.

***

Nota de la autora

💚🎨🖤

Chicoooos ya sé que este capítulo es corto, pero es que no podía cambiar tan rápidamente de lo que pasó en el capítulo anterior al que viene después.

Para compensar, el siguiente capítulo es más divertido.

Spoiler:

Diego y Ellie terminarán en la cárcel, y no porque iban a visitar al señor Clayton.

MUAJAJSJAHSIAKJSJAHSJA

Ayuda necesito un psiquiatra.

Bueno xaoooooooo.

Unidos por unas tejas | Booabyjvibe | (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora