Capítulo 24. ❄

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Clarisse

Regresé a la oficina unos días solo para arreglar algunas cosas de la empresa, documentación importante que debía quedar lista para Nicolas, quien se haría cargo de la empresa los días que Tanner estuviera fuera de la ciudad. Por ahora Matthew no quería hacerse cargo de nada que tuviera que ver con papeleo y juntas con altos ejecutivos, lo suyo eran los libros, las letras y todo lo que conlleva el mundo de la lectura y la escritura.

Tenía que entregar algunas carpetas para que Nicolas las revisara el día que ocupara su lugar en la oficina, el hombre era trabajador y eficiente, trabajó muchos años aquí, pero llegó la hora de su retiro y ahora prefería pasar tiempo con su esposa y disfrutar a su lado. Los dos hacían una bonita pareja, se veían tan enamorados como el primer día que los conocí.

—¿Clarisse? —Didi me llamó para que le prestara atención. Desde que llegué me senté para revisar minuciosamente cada uno de los documentos que había que entregar, me tuve que poner las gafas de nuevo porque sentía la vista cansada.

—¿Qué? —con la mirada señaló en dirección a la oficina de Tanner. Observé a Tanner a través de las persianas, se encontraba sentado en una de las esquinas del escritorio, con el cabello desordenado, la corbata un poco aflojada y las mangas a la altura de los codos. Su postura desgarbada le hacía lucir tan sexi y sensual.

—Es sexi, ¿no? —asentí y me mordí la esquina del labio. Solo verlo me hacía sentir mariposas en el estómago, mi corazón latía con tanta velocidad que lo sentía palpitar en cada parte de mi cuerpo.

—Demasiado —musité seguido de un suspiro.

—¿Te das cuenta de que vas a tener a ese hombre nada más para ti durante una semana completa en la que podrás hacer con él lo que tú quieras? —de nuevo asentí sin dejar de mirarlo —. Todo para ti solita —dijo con un tono de voz seductor. La miré, subía y bajaba las cejas.

En ese momento Tanner asomó la cabeza mirándonos a ambas pero centrando toda su atención solo en mí.

—Señorita D, ¿está ocupada? —negué de inmediato —. Venga por favor.

Me puse de pie alisando mi falda y acomodando mis gafas, hice a un lado algunos cabellos de mi flequillo. Miré a Didi que estaba encantada de verme en esta penosa situación, se miraba divertida y sonreía como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—No sigas —la señalé con un dedo.

—Pero no dije nada.

—Y no tienes que decir nada por qué te conozco —entornó los ojos y me mostró el dedo medio.

La ignoré por completo y entré a la oficina para saber que quería Tanner, últimamente estaba muy ocupado, estresado, con mil cosas por hacer, creo que dormía poco y no comía como era debido.

—¿Necesita algo? —Me quedé lejos de él. La tentación a su lado era demasiado grande.

—¿Ya está todo listo para el viaje a Londres? —preguntó haciendo a un lado algunos documentos. Me indicó que me acercara a él, sus manos se asieron a mi cintura para atraerme a su cuerpo.

—Ya hice las reservaciones en el hotel, indiqué los días que vamos a estar hospedados y estoy agendando las citas con los socios en Londres —asintió —. Compré los boletos, el vuelo es para el viernes en la mañana, la idea es llegar a Londres en la noche —de nuevo asintió, pero no dijo nada. Se limitó a jugar con los botones de mi suéter, esta vez llevaba puestos unos jeans que por dentro tenían borreguita para protegerme del frío —. ¿No tienes nada que decir?

—Eres muy eficiente y leal —sonreí. No lo podía evitar cuando, cada que podía me decía lo eficaz que era en el trabajo y lo mucho que me admiraba.

Sueños salvajes. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora