Capítulo 10. ❄

5.8K 397 18
                                    

Clarisse

Y si alguna vez, en mis más locos sueños llegué a pensar que esto podía pasar, pero dudaba que así fuera, la realidad me estaba dando una bofetada para decirme que no era así, que no solo en mis sueños Tanner era sucio al hablar y podía mojarme con tan solo un toque. Esto estaba pasando, era una realidad, no un sueño.

¡SOS, repito, SOS! Mujer a punto de colapsar.

Me encontraba acorralada entre su escultural cuerpo y la pared. Le miro a los ojos de una manera expectante, casi divina, sin poder creer que esto está pasando, que no es un sueño más de mi loca cabecita. Algo que he deseado tanto que se ha convertido en realidad.

—Señorita D —su voz me trajo de regreso. Enfocándome en su mirada añil. Sus ojos bajaban a mis labios que mordía de vez en cuando y volvían a subir a mi mirada —. Diga algo —suplicó con la voz bajita y ronca provocando mucho más el abrasador calor que envolvía todo mi cuerpo.

—No-no sé qué decir ante esta situación —hice el amago de subir mis gafas, pero había olvidado que no las traía puestas lo que provocó una dulce sonrisa de su parte.

No sonrías así porque me enamoro más.

—¿Quiere o no quiere? —parpadeé, atónita, con la espalda pegada a la pared.

—¿De qué estamos hablando? —mi pregunta tonta provocó que esbozara una tierna y sincera sonrisa que me mojó más las bragas, si es que eso se podía porque ahí abajo ya era un caudal que se había salido de control.

Acercó su rostro al mío, rozando a propósito su nariz en mi mejilla lo que movió mis entrañas y un rico escalofrío crepitó por mi columna.

—¿Quiere que le ayude esta noche con esa... situación? —de manera casi divina asentí rápidamente. Su cuerpo se apretaba al mío, sus pectorales se ceñían a mis pechos que reaccionaban a su cercanía.

Ay Diosito.

—Por favor —mi voz era apenas audible, pero aquí, en medio del pasillo donde no había nadie nos podíamos escuchar a la perfección. Casi podía palpar cada palabra acariciar mis labios.

—Vayamos a casa y me voy a encargar de usted —gemí mordiendo mi labio en el momento que le escuché decir estas sucias palabras. Cogió mi mano llevándome de regreso a la fiesta que estaba en pleno apogeo. Hasta se me había olvidado que quería hacer pis, con tremendo espécimen a mi lado se le olvidaba hasta el nombre. Ni siquiera sabía dónde me encontraba.

Nos dimos paso entre las personas para intentar salir del restaurante, pero era casi imposible cuando todos bailaban en la pista y se movían de un lado al otro.

—¿No será una grosería que no se despida? —me arrastraba con él para salir lo más rápido posible.

—Mañana me disculpo —habló rápidamente. Al fin pudimos salir del restaurante llevándonos una no tan agradable sorpresa, Matthew y el señor Nicolas esperaban afuera, el primero de pie junto a la camioneta y el segundo dentro con el móvil entre las manos.

Mi rostro pasó de la felicidad a la decepción en cuestión de microsegundos en los que hasta el corazón se me detuvo para seguir con su latir normal.

Al vernos Matthew se acercó.

—Te he estado llamando —señaló el móvil que sostenía en la mano —. ¿Dónde estabas? —me miró de reojo, pero siempre manteniendo la mirada en Tanner quien a pesar de todo no soltaba mi mano.

—Me siento mal —mentí para salvar nuestros traseros —. El señor Russel me iba a llevar a casa —fingí una mueca de dolor llevándome la mano al estómago.

Sueños salvajes. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora