Clarisse
Despertar al lado de Tanner fue una de las mejores experiencias que pude tener en toda mi vida. Dormir abrazados y al otro día abrir los ojos y encontrarlo a mi lado en la misma posición me hacía sentir satisfecha y feliz. Verlo dormir, con el cabello alborotado, párpados cerrados y su cuerpo tibio era como estar en el cielo y no quería ir a ningún lugar, no me quería separar de él.
El lunes llegó (para mi mala suerte, ya que yo me quería quedar todo el día en el hotel), tuve que salir de la cama y darme una ducha, ponerme ropa bonita y abrigada para no morir de frío, puesto que esta reunión era muy importante para Tanner y todo tenía que salir bien sí o sí. Si todo salía tal y como él quería entonces cabía la posibilidad de abrir una sucursal en dicho país y aquello sería un logro más para su corta carrera como empresario. De por sí me sentía orgullosa de él y todo lo que había conseguido a lo largo de los años y con esto me sentía más orgullosa todavía. Tanner era joven, tenía treinta y un años aunque a él siempre se le olvidara y dijera que tenía treinta, siempre debía recordarle que tenía un año más.
—Te ves hermosa —le ayudaba con la corbata.
—Y tú te ves muy guapo —le dije y sonrió.
—Después de la reunión podemos ir a almorzar —sugirió para después llevarse la taza con café a los labios sin dejar de mirarme.
—Solo si me llevas al mismo lugar del otro día —asintió.
—Claro que sí.
—Será nuestro lugar ahora —terminé de acomodar su corbata y sacudí su saco de la parte de los hombros.
—Será nuestro lugar ahora —dejó la taza con café sobre la mesita y llevó sus manos a mi cintura —. Espero que la reunión no sea larga, no quiero que pases mucho tiempo sola.
—No te preocupes por mí, Russel —subí mis manos a la altura de su pecho —. Voy a estar bien. Un par de horas no me harán daño —iba a decir algo, pero se limitó en dejar un casto beso sobre mis labios.
—Está bien, si necesitas algo le dices al chofer cualquier cosa...
—Russel...—acuné sus mejillas con mis manos —. Voy a estar bien —se rio nervioso.
—Creo que estoy más preocupado yo que tú.
—Todo va a salir bien, eres un experto en cerrar negocios, tienes un poder de convencimiento que no le he visto a nadie más que a ti —frunció el ceño.
—¿Eso crees?
—No solo lo creo, lo he visto —sonrió orgulloso y se acomodó las solapas del saco.
—Gracias, bonita.
—De nada, guapo.
****
Llegamos al sitio donde se llevaría a cabo la reunión, un gran complejo de algunos (muchos) pisos de alto en el centro de la ciudad. Ya era diciembre así que podías ver todo tipo de adornos relacionados con estas fechas decembrinas, personas paseando, otras comprando todo para la noche buena, en fin. Algo que yo no había hecho hace años, pero estaba segura de que este año sí iba a tener que comprar más que dos regalos, uno para Didi y otro para Marcy, la idea era pasar esos días en la casa de los tíos de Tanner.
Entramos al edificio y un joven muy amable que por cierto nos recibió en el lobby, nos acompañó hasta el ascensor indicando donde se llevaría a cabo dicha reunión. Ya dentro esperamos que las puertas se cerraran, pero antes de que esto pasara un grupo de personas se nos unió. Al terminar el recorrido hasta el último piso el armatoste ya iba casi vacío, solo dos personas nos acompañaron hasta el final de este largo recorrido, los cuales bajaron delante de nosotros, pero se desviaron en uno de los tantos pasillos que había aquí, era como un laberinto, ya ni siquiera en la empresa uno se perdía de esta manera, todo se encontraba fácil y era más rápido llegar a donde sea que querías ir.
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Sueños salvajes. (COMPLETO)
Romansa¿Qué tienen en común una secretaria y un multimillonario, además del hecho de trabajar juntos y compartir el mismo espacio ocho horas al día, cinco días a la semana? Clarisse fantasea con su jefe las veinticuatro horas del día, y el tiempo que pasa...