Capítulo 8. ❄

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Clarisse

Vagamente, escuché una discusión entre Tanner y Matthew, pero no estaba segura de que fuera así, la verdad estaba cansada y me sentía mal, lo único que quería era descansar y olvidarme por un momento de lo que pasaba afuera. Pero estaba segura de que hubo una discusión porque, no sé si para mi buena o mala suerte pasó fuera de mi habitación.

Cuando abrí los ojos miré en dirección a la ventana y el sol se había metido por completo dejando que la luna y unas cuantas estrellas se asomaran en el vasto firmamento. Me incorporé apoyando la espalda en el respaldo de la cama, bostezando. Escuché suaves golpes en la puerta y adiviné que era Matthew por su manera de tocar.

—Adelante —la puerta se abrió lentamente dejando ver a Matthew que venía con una bandeja entre las manos. Sonrió al verme y entró dejando la puerta abierta.

—¿Cómo te sientes, Clarisse? —preguntó dejando la bandeja encima de la mesita que se encontraba frente al gran ventanal.

—Mucho mejor, gracias por preguntar —regresó y me ayudó a salir de la cama cogiendo mi mano.

—Te traje esto de cenar —informó yendo hacia la mesita. Me senté en uno de los sofás pequeños mientras que él lo hacía del otro lado —. Me imagino que debes tener hambre —asentí con pena —. Lo sabía —señaló —. Me hubieras dicho que te sentías mal, Clarisse pudimos regresar a casa antes —se lamentó por lo sucedido horas atrás.

—No es tu culpa, Matt —puse una mano encima de la suya. Creo que mi toque o no le gustó o no se lo esperaba porque su mirada bajó a mi mano que seguía sobre la suya, pero que aparté rápidamente —. Yo tampoco dije nada porque pensé que era normal —encogí un hombro —. Ya veo que no —reí, nerviosa.

—Pero debí imaginar que no te sentías bien, me dijiste que tenías mucho calor y lo dejé pasar —seguía echándose la culpa de lo que pasó cuando no era su culpa, no fue la culpa de nadie.

—Dejemos ese tema atrás, por favor.

—Tanner no lo va a dejar atrás, te lo aseguro. Cada que pueda me lo va a recordar como si fuera una penitencia para mí —masculló —. Puse tu vida en peligro...

—No es para tanto —cogí un pedazo de manzana que me llevé a la boca —. Voy a hablar con el señor Russel —negó sutilmente —. Matthew no te preocupes no va a pasar nada.

Miré la puerta y recordé la pequeña charla/discusión que tuvieron y se me hizo raro que Tanner no estuviera aquí, diciéndole a Matthew que se fuera y no estuviera molestando.

—¿Y el señor Russel? —pregunté desviando la mirada hacia la pila de pancakes con Nutella que había sobre uno de los platos.

—Está en la sala con un niño —fruncí el ceño —. Lo poco que entendí es que es un niño de bajos recursos, Tanner va a ayudar a su familia.

Tan divino él.

—¿Ah sí? —pregunté con curiosidad. Matthew asintió con la cabeza —. ¿De casualidad ustedes no discutieron hace rato? —lo miré por interminables segundos en los que esperaba me soltara toda la verdad y si se podía mucho más, pero no fue así. Matthew negó con la cabeza.

—Para nada —mintió. Me mintió descaradamente en la cara —. Hablamos pero nada más.

—¿Ahora hablar es significado de gritar? —alcé una ceja, pero no soltó prenda de nada. Absolutamente nada.

—Tal vez en tu delirio creíste escuchar gritos, pero no fue así, Clarisse —quiso cambiar de tema rápidamente —. Come antes de que se enfríe. Miré la comida dentro de la bandeja y era fruta picada con jugo y galletas.

Sueños salvajes. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora