Clarisse
Aquella mañana desperté tarde, ya que el vuelo se me hizo tan pesado que sentía que no había dormido en días, cuando la única verdad es que dormí como un lirón, más cuando Tanner empezó a cantar para mí. "Yellow" de Coldplay fue la canción predilecta que me hizo dormir y no tenía idea de cuánto le agradecí que lo hubiera hecho. Hacía años que no me sentía de esta manera, tan plena y feliz, se sentía irreal, como si alguien más estuviera escribiendo el guion de mi vida, como si hubiera una persona detrás de todo que decía lo que yo tenía que hacer o decir, pero no era nada de eso. Sí, muchas veces me llegué a sentir así, más de una vez me dije "esto no puede ser real" no solo cuando me pasaban cosas malas, también cuando llegaba a pasarme algo bueno. Tal vez la vida me había golpeado tanto y tan fuerte que si algo bueno sucedía en mi vida lo veía como un sabotaje y siempre intentaba no arruinarlo todo yo misma.
En serio me estaba esforzando en no cometer tantos errores, no arruinar lo que ahora tenía con Tanner y me gustaba tanto, desde la manera en la que me hacía sentir hasta como me desenvolvía a su lado, no tenía miedo de mostrarme tal cual era.
Aquella mañana después de desayunar me metí a bañar, ya que el señor Russel me apuró para que tuviéramos tiempo de conocer algunos lugares en la ciudad, ir a pasear por ahí juntos, juntos, recalcó él. Decidí usar algo cómodo y que me protegiera del frío, mi ropa estaba encima de la cama mientras cogía el móvil que no dejaba de sonar mientras me duchaba. Miré la pantalla y efectué una mueca de disgusto. Cuánto se notaba que odiaba hablar con ella hasta por teléfono, pero era mi madre, bien o mal, era y siempre sería mi madre, aquel era un lazo de sangre que nunca iba a poder romper.
—Hola —respondí neutral, no quería escucharme molesta o demasiado feliz por el bonito momento que estaba pasando en mi vida, mi madre podría sospechar y con ello no me iba a dejar en paz lo que me restaba de vida. Cualquier cosa que pudiera utilizar para atormentarme lo haría, no le importaba nada. Pensaba que estaba bien joder de esta manera a su hija, que ser mi madre le daba el derecho para tratarme de esta manera, pero no debía ser así, ser mi madre no le daba el derecho a nada que tuviera que ver con mi vida.
—Hola, hija, ¿Cómo estás? Hablé con Diane y me dijo que estás fuera de la ciudad con tu jefe —apreté el móvil contra mi oreja y mi hombro para poder secar mi cabello.
—Tuve que salir de la ciudad, es algo importante —le dije.
—¿Y cómo es Londres? —preguntó con ilusión, me hubiera gustado creerle, pero tenía que fingir hacerlo, mi madre podía ser muy convincente muchas de las veces.
—Es hermoso, muy frío también —se rio detrás de la línea —. Solo vamos a estar una semana así que no me voy a emocionar, tal vez nunca más regresemos —Tanner apareció bajo el umbral de la puerta que separaba nuestras habitaciones, él ya se había duchado hasta estaba vestido y yo apenas me estaba secando el cabello. Le hice una seña para que me esperara y regresó a su habitación.
—Disfruta todo lo que puedas, hija —se escuchó sincera —. Pásatelo bien y cuídate mucho, después hablamos —asentí y dejé el móvil encima de la cama cuando mi madre colgó. Solté un suspiro.
—Creo que deberías hablar con tu madre —empecé a vestirme y Tanner apareció bajo el umbral de la puerta de nuevo. Se cruzó de brazos y me contempló a la distancia —. No es bueno tener este tipo de sentimientos por uno de tus padres —me subí los jeans, su mirada seguía cada uno de mis movimientos.
—Es más complicado de lo que te puedes imaginar —frunció el ceño.
—¿Puedo saber por qué? —preguntó con curiosidad. Y claro que quería decirle todo, pero todavía no era el momento, no lo sentía apropiado en este momento —. Si no quieres hablar de eso está bien —dijo cuando se dio cuenta de que no iba a responder.
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Sueños salvajes. (COMPLETO)
Romance¿Qué tienen en común una secretaria y un multimillonario, además del hecho de trabajar juntos y compartir el mismo espacio ocho horas al día, cinco días a la semana? Clarisse fantasea con su jefe las veinticuatro horas del día, y el tiempo que pasa...