El comienzo

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En el sombrío Ducado de Sombraférrea, un lugar perpetuamente envuelto en frío y tristeza, se encontraba la familia Sombroso. A pesar de la opresiva atmósfera que rodeaba su hogar, hoy era un día diferente. La villa estaba envuelta en un manto de niebla y los lugareños se habían reunido en la sombría mansión de la familia Sombroso para celebrar el décimo cumpleaños de su tercer hijo.
En medio de la gélida y lúgubre tierra, la casa de los Sombroso brillaba con luces tenues y risas apagadas mientras amigos, familiares y enemigos políticos se unían para conmemorar este día especial.

Mientras la celebración del décimo cumpleaños de Ralff estaba en pleno apogeo, su única hermana, Elara, de once años, decidió tomar el asunto en sus propias manos. Sabía que su hermano menor a menudo se perdía en sus pensamientos y tardaba más de lo debido en las tareas cotidianas. Con una expresión determinada en el rostro, Elara se deslizó entre los invitados y buscó a Ralff en la amplia casa de los Sombroso. Finalmente, lo encontró en su rincón favorito, mirando a través de la ventana hacia el frío y sombrío paisaje exterior. Sin palabras, Elara tomó su mano y lo llevó con prisa, asegurándose de que su hermano llegara a tiempo a su propia celebración.

Elara: "Ralff, ¡apresúrate! Tu propia fiesta está en marcha, y mamá y papá te están esperando."

Ralff la miró con sus grandes ojos rojos y respondió con voz suave:

Ralff: "Pero, Elara, el mundo exterior es tan intrigante. ¿No sientes la extraña energía en el aire hoy?

Elara, preocupada por el retraso de su hermano, trató de convencerlo:

Elara: "Sí, Ralff, el mundo es misterioso, pero tu cumpleaños es un misterio que mereces desvelar. Todos te están esperando, debes enseñarles el poder con el que has sido bendecido. "

Ralff asintió, dejando de mirar por la ventana y se dejó llevar por su hermana hacia la celebración.

   Elara dejó a Ralff con sus padres, el Duque Bartolomé Sombroso y la Duquesa Isolde Sombroso. Estos lo presentaron ante la audiencia, la tensión era palpable. En un mundo donde solo los nobles tenían el privilegio de poseer dones o poderes especiales, Ralff se sintió abrumado por la presión de las expectativas. Los otros nobles, incluidos los enemigos políticos de sus padres, observaban con ojos críticos.

A medida que Ralff intentaba desesperadamente canalizar su don, fracasó de manera espectacular frente a la audiencia, incluyendo a los rivales de su familia. Las risas y los susurros burlones llenaron la sala, y los enemigos políticos aprovecharon la oportunidad para socavar la posición de los Sombroso en la sociedad.

Fue en ese momento de humillación, mientras Ralff se debatía en la vergüenza y su familia enfrentaba la deshonra, tratando desesperadamente de manifestar su don, algo inesperado sucedió. Un temblor sacudió la mansión de los Sombroso, y las luces parpadeantes crearon una atmósfera aún más inquietante. De repente, un enorme candelabro en el techo se desprendió por completo y cayó con un estruendo ensordecedor, directamente hacia una joven noble que se encontraba entre los invitados.

  El pánico se apoderó de la sala, y las personas gritaban mientras corrían en todas direcciones. Ralff, sin pensarlo dos veces, canalizó el viento en un acto desesperado. Un vórtice de aire poderoso envolvió el candelabro y lo elevó en el aire, suspendiendo el candelabro por encima de la cabeza de la joven noble, quien miraba asombrada.

  El candelabro oscilaba peligrosamente, pero Ralff luchó por mantener su control sobre el viento. Finalmente, con un esfuerzo sobrenatural, logró reposicionar el candelabro de manera segura en su lugar.

Un impactante silencio siguió al incidente y llenó la sala mientras todos quedaban asombrados por la repentina demostración de poder de Ralff. Fue en ese momento que Lord Valerian Astaroth, un influyente duque y enemigo político de la familia Sombroso, se abrió paso entre la multitud. Se dirigió hacia su hija, Morgana, quien había sido la joven noble en peligro bajo el candelabro.

Lord Valerian se arrodilló junto a su hija, abrazándola para asegurarse de que estuviera a salvo. La mirada que le dirigió a Ralff estaba llena de sorpresa y recelo, ya que el joven Sombroso había salvado la vida de su hija en un acto de valentía inesperada. Morgana, aunque todavía temblorosa, miró a Ralff con gratitud y curiosidad.

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