Rivenholme

El pasado

     En los tiempos pasados en el reino de Rivenholme, la magia fluía como un río cristalino, dividida en cinco elementos que marcaban la esencia de la vida. Sin embargo, el destino del reino experimentó un cambio radical cuando, hace muchos años, la magia mutó, otorgando a cada niño noble un don mágico, una manifestación especial de la magia que los diferenciaba.

En aquella época soleada, las luchas políticas ya se habían arraigado en la historia del reino, tejidas en los cimientos de cada ducado. Secretos ancestrales se escondían entre las sombras de los castillos y bosques, alimentando rivalidades que se remontaban a varios siglos atrás. Las líneas familiares se entrelazaban con las energías mágicas, creando una compleja red de intrigas y alianzas que daban forma al destino de Rivenholme.

En este contexto de cambios y transformaciones, los niños nobles se encontraron con dones sorprendentes que no solo los distinguían, sino que también aumentaban la complejidad de las relaciones entre los ducados. La magia, una vez un río cristalino y predecible, se convirtió en un océano de posibilidades, cada don un reflejo de la singularidad de su portador.

Así, en la historia de Rivenholme, se gestó una nueva era de magia, donde los elementos originales se fusionaron en la diversidad de dones que marcaban a cada generación. Un pasado lleno de misterios y cambios, que sentó las bases para las intrincadas relaciones y desafíos que enfrentarían los nobles en el presente.

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SUR

     Hace muchos años, en el antiguo ducado Astaroth, la magia fluía en armonía con las aguas que lo rodeaban. Alistar, el primogénito, controlaba el elemento primario del agua con gracia y destreza, siendo el orgullo de su familia. Su hermano menor, Valerian, poseía un don más inusual: el control del hielo, algo contradictorio en un ducado del sur caracterizado por su clima tropical.

La pérdida de la antigua duquesa Astaroth dejó al duque viudo, enfrentándose a la tarea de criar a sus dos hijos solo. Aunque Alistar brillaba con la promesa de liderar el ducado, Valerian, a pesar de su habilidad única, se sintió siempre a la sombra de su hermano mayor.

A medida que los años pasaron, Valerian se enamoró apasionadamente de una plebeya, Marián. El duque, al notar que su hijo menor no estaba a la altura de las expectativas, lo olvido y descarto, centrando su atención en Alistar.

Alistar siguió los caminos tradicionales de la nobleza. Se casó con Luciana, una noble respetada, y juntos formaron una familia. Luciana dio a luz a una hija, consolidando la línea de sucesión del ducado Astaroth.

Valerian, sintiéndose atrapado y desatendido, decide escapar a los 18 años en busca de su propia libertad y amor con Marián.

El romance entre Valerian y Marián fue un capítulo secreto y apasionado en medio de las complejidades de la nobleza. Valerian encontró en Marián un refugio del peso de las expectativas y una conexión genuina que trascendía las barreras sociales.

Sus encuentros eran clandestinos, bajo la luz de la luna o en rincones ocultos del ducado. Marián, con su espíritu libre y corazón apasionado, despertó en Valerian emociones que nunca antes había experimentado. La chispa de su amor floreció en medio de las adversidades y desafió las convenciones de la sociedad.

La relación clandestina culminó con la llegada de los gemelos, un símbolo tangible de su amor. Sin embargo, la felicidad de la joven familia fue efímera. Un oscuro episodio los separó trágicamente, dejando a Valerian viudo y a cargo de dos pequeños hijos.

La pérdida de Marián marcó profundamente a Valerian, convirtiendo su amor en una llama que ardía en la memoria. Aunque la tristeza persistió, esa conexión prohibida se convirtió en una fuerza impulsora para Valerian, llevándolo de vuelta a la esfera noble para proteger a sus hijos y cumplir su deber con el ducado.