Cena familiar

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Castillo Rivenhart.....

       En la gran mesa del comedor, iluminada por candelabros de oro y rodeada de tapices con historias épicas, la familia real se reunió en una cena organizada por Isabella. Era una tradición que se celebraba una vez al mes para fomentar la unidad familiar y brindar un breve respiro a las tensiones que se acumulaban en el palacio. La atmósfera estaba llena de un aire formal, pero también de un anhelo de conexión familiar.

Isabella, con su cabello rubio resplandeciendo bajo la luz de las velas, se sentó en el extremo de la mesa como anfitriona. Ella comenzó la cena con una sonrisa serena, como la dama de la corte perfecta que era. Tomó una copa de vino y propuso un brindis:

"Por la familia real y por nuestros lazos de sangre que nos unen en este mundo de luces y sombras".

Los demás miembros de la familia asintieron con solemnidad mientras elevaban sus copas. El Rey Leonhart, imponente y serio, miró a sus hijos con un gesto de aprobación. Tristán, con la mirada fija en su plato, levantó su copa con elegancia pero sin emoción visible.

Lucian, el príncipe aventurero, sonrió de manera relajada y levantó su copa un poco más alto. Althea, sentada en su extremo de la mesa, parecía estar más interesada en la conversación de los libros que en la cena misma.

       Isabella sonrió con gracia mientras observaba a sus hermanos. "Espero que todos estén disfrutando de la cena. Es importante para nosotros mantener esta tradición familiar y compartir un tiempo juntos".

Lucian, el aventurero de la familia, levantó su copa con entusiasmo. "¡Salud a eso, Isabella! Estoy ansioso por escuchar más historias de caza épicas como la mía".

Tristán, con su mirada fija en su plato, finalmente rompió el silencio que había caído durante un breve momento. "Isabella, has organizado una cena encantadora como siempre", dijo con una voz tranquila pero distante.

Isabella sonrió con gratitud. "Gracias, Tristán. Es importante que mantengamos esta tradición familiar. Todos necesitamos un descanso de nuestras responsabilidades de vez en cuando".

   "Isabella, siempre has sido la anfitriona perfecta. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme cuándo decidirás casarte y asegurar la continuidad de la línea real".

Isabella mantuvo su sonrisa, pero sus ojos reflejaban su determinación. "Mi compromiso es con el reino, Tristán. Si llega el momento adecuado para un matrimonio político, lo consideraré. Pero mi prioridad es Rivenholme".

Lucian, ansioso por mantener el ambiente distendido, intercedió. "Deberías haber visto a la bestia que rastreé en el bosque la semana pasada! Fue una persecución épica, hermanos .¿Y qué hay de ti, Althea? ¿Has descubierto algún hechizo interesante en tus libros últimamente?"

Althea, que rara vez hablaba durante estas cenas familiares, finalmente levantó la vista de su libro. Sus ojos purpuras brillaban con emoción. "Oh, sí. He estado explorando teorías mágicas intrigantes últimamente. Hay una antigua leyenda sobre un artefacto mágico perdido que podría cambiar el curso de la historia..."

Interrumpiendo a su hermana Tristán comentó que sólo era un mito que se les contaba a los niños pequeños. Althea calló de inmediato y bajó la cabeza.

Lucian, viendo la tensión volver aprovecha para añadir más historias de sus últimas misiones con la guardia real. Se habían librado de las bestias demoníacas del norte.

Al terminar la cena el Rey Leonhart asintió con aprobación. "Isabella, tu  habilidad en asuntos comerciales y diplomáticos es admirable, los eventos políticos y privados no se quedan atrás, es espectacular como siempre. Has tomado el relevo de tu madre de manera excepcional".

Isabella bajó la mirada, visiblemente modesta. "Padre, solo hago lo que creo que es mejor para nuestro reino y nuestra familia. Todos tenemos un papel que desempeñar".

Más tarde....

En la tranquila biblioteca del castillo, Isabella y Tristán se encontraban en medio de una conversación acalorada.

Isabella fijó su mirada en Tristán con una mirada crítica. "Tristán, tengo que hablar contigo sobre tu comportamiento hacia Althea. La ignoras de una manera que me preocupa. Es nuestra hermana, y deberíamos estar más unidos que nunca, especialmente después de la pérdida de nuestra madre".

Tristán suspiró y apoyó una mano en la vieja mesa de la biblioteca. "Isabella, sabes que aprecio a Althea, pero ella es... diferente. No se interesa en la vida social ni en las responsabilidades de la realeza. Prefiere pasar su tiempo en esa torre leyendo y estudiando. Es su elección, no la estoy ignorando".

Isabella negó con la cabeza con firmeza. "No se trata solo de lo que Althea elige. Se trata de que eres el príncipe heredero, Tristán. Deberías estar estableciendo un ejemplo para ella y para todo el reino. Tu falta de presencia en eventos sociales y tu aparente desinterés en el bienestar de la familia te hacen parecer indiferente".

Tristán frunció el ceño y se cruzó de brazos. "Mi responsabilidad es prepararme para gobernar este reino. La magia es mi camino, y eso no es indiferencia, Isabella. Además, Althea me admira y eso debería ser suficiente".

Isabella sacudió la cabeza con exasperación. "No es suficiente, Tristán. Como futuro rey, debes ser visible, accesible y comprometido con los asuntos de Rivenholme. Althea merece un hermano que esté presente en su vida, y el reino merece un futuro rey que comprenda la importancia de su papel. No puedes ignorar a ambos".

Althea se encontraba detrás de la puerta, con su libro entre los brazos, escuchando la acalorada discusión entre Isabella y Tristán. Las palabras de su hermana mayor resonaban en su mente, y un nudo de culpa comenzó a formarse en su pecho. Se culpaba a sí misma por la tensión en la familia real.

Las lágrimas amenazaban con emerger en sus ojos purpuras, pero Althea luchaba por mantener la compostura. Se sentía atrapada entre su deseo de aprender y su anhelo de ser una buena hermana y parte de la familia. En silencio, deseaba que Tristán la viera con los mismos ojos con los que admiraba su conocimiento y habilidades mágicas.

La conversación continuó en la biblioteca, y Althea permaneció inmóvil detrás de la puerta, sintiéndose como una intrusa en su propia familia. Sabía que tenía mucho que aprender sobre la dinámica de la realeza y su lugar en ella. Las palabras de Isabella la atormentaban, y Althea se prometió a sí misma que haría lo que pudiera para ser una hermana y una princesa mejor en el futuro, aunque eso significara salir de su mundo de libros y enfrentar los deberes reales que la esperaban.

RivenholmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora