I

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-Narrador omnisciente-

En los interiores de un orfanato, se encontraba un pequeño niño castaño de ojos bicolor, el cual lloraba en una esquina debido a un raspón en su rodilla.

De repente, otro jovencito de la misma edad que caminaba por ahí, se detuvo al escuchar estos sollozos y en un rato ubicó a su compañero. Se le acercó y agachó con él.

—Oye, ¿Qué tienes? —preguntó, apartando el cabello del otro de sus ojos.

Este trató de explicarle su dolor, pero las palabras se atoraban en su garganta.

—A ver —comenzó a revisarlo y luego encontró su herida―. Oh, entiendo. Deberías ir a la enfermería, sino se te va a poner fea.

—E-es que... D-duele mucho y m-mi pierna n-no se mueve —comentó tartamudeando.

—Yo te llevo —se ofreció, lo levantó y ayudó a caminar—. ¿Cómo te llamas? No te había visto antes.

—A-Ari, pero las hermanas me dicen R-Raptor.

—¿Y por qué?

Al ver su sudadera de dinosaurio, sus calcetas de dinosaurio y sus tenis de dinosaurio, lo entendió.

—Ah —expresó sin alguna otra palabra.

—¿Estás molesto? —preguntó preocupado.

—Para nada —le sonrió—. Solo me sorprendió y me pareció lindo.

Con sus pequeñas mejillas enrojecidas por la pena, ambos compañeros llegaron al lugar donde curarían al pequeño herido.

[...]

—¿Ves? No te pasó nada —animó el niño más alto a su contrario.

—Sí —sollozó leve mientras comía una paleta—, creo que sí.

—Además te pusieron un curita de dinosaurio —señaló—. ¿Te sientes mejor?

Raptor asintió.

—Y... ¿Cómo te llamas? —le inquirió el de ojos bicolor a su acompañante.

—Me gusta que me digan X —enunció feliz.

—¿Por qué?

—No lo sé —encogió los hombros—, pero se escucha bien. ¿Tú qué opinas?

—Que se escucha genial, jaja —rió y se levantó de la silla donde reposaba.

Sin que X se diera cuenta, sus mejillas igualmente alcanzaron a colorearse de un tono rojo.

—Bueno, debo irme —avisó Ari y empezó a dar unos pasos hacia la salida.

—¿A dónde? —le siguió con la mirada.

—A mi habitación.

—¿No tienes amigos? —cuestionó un poco triste.

—Mmm, creo que no. Es que... Le hablo a otros niños, pero no me considero su amigo —contestó decaído.

—Entiendo. ¿Quieres venir conmigo? —extendió su mano en dirección del pelicastaño.

—¿N-no te voy a molestar?

—Claro que no —lo sujetó y caminaron juntos—. Todavía tenemos un poco de descanso, entonces vamos con mi grupo.

—¿G-grupo?

Al menor le incomodaba en gran parte pertenecer a algún círculo social que se agrupaba por varias personas. Era de esos a los que les daba "ansiedad social", a pesar de su corta edad.

Solo Por Ti (RapX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora