VIII

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Con el paso de los días, la vida de Raptor se iba haciendo más complicada, pues Sparta se volvía más insoportable y sus pensamientos crecían en cuanto al delincuente con el que había tenido contacto atrás.

Algo positivo que sucedió, fue que Víctor ya mostraba más preocupación por su hijo y eso, mientras era bueno para Mayo, para el menor era una acción que no necesitaba.
Algo negativo, es que al Señor X lo liberaron por "falta de pruebas" y porque también hay agentes policiales que están enlazados a Timbalosky.

Conforme pasaba el tiempo, las patrullas en diferentes zonas de la ciudad se hacían más constantes, entonces cuando a Ari le tocaba ir, siempre buscaba al individuo que lo interceptó antes; la curiosidad a veces puede ser demasiado extraña.

En el transcurso de aquellos días, simplemente ya no hubieron avistamientos de él. Pensó en rendirse, pero las ganas de saber más sobre su atacante lo mantenían con la esperanza elevada.

Según, sus motivaciones eran las de ayudar a Víctor para que Mayo se quedara tranquilo en cuanto al trabajo de su pareja; se convencía a sí mismo de su objetivo.

Una de las noches antes de realizar una vigilancia, Raptor decidió ir a explorar los alrededores de esa zona, pues, desde su ataque, le gustaba salir a recorrer las calles para que no lo tomaran desprevenido otra vez.

Preparó su vestimenta que consistía en un pantalón holgado negro, una sudadera roja y olvidó los pupilentes que usaba para esconder su heterocromía. Ya listo, bajó a la sala a despedirse.

—¡Papás! ¡Ya me voy! —avisó pasando hacia la puerta.

—Hijo —llamó el de ojos celestes—, ¿A dónde vas?

—Ehh... A pasear, papá —sonrió—. Me ayuda a despejar mi mente y a estar más centrado en el trabajo.

—Entonces con mucho cuidado, ¿Sí? Llama si hay algún problema.

—Claro. ¡Adiós!

Salió de su hogar a través de la puerta y después la cerró. Los mayores adentro solo pedían que a su pequeño no le pasara nada malo.

[...]

Tras revisar el mapa en su celular, el castaño oscuro finalmente había llegado a su destino y sin más, inició su recorrido en las calles solitarias del lugar.

La zona era un tanto amplia y vivían familias de clase media. A pesar de pertenecer a este escalón social, el panorama se veía bastante acogedor; estaban limpias las calles, los faroles apenas parpadeaban y, sobre todo, existía una excelente vigilancia vecinal. Todos se cuidaban entre todos.

Sin embargo, hasta la localidad más segura puede ser el blanco de las conductas antisociales¹.

Ari caminaba calmado e igualmente se iba cuidando a sí mismo, pues ya se trataba de instinto. El acto lo tenía tan acostumbrado que en algún punto dejó de vigilar, bajando la guardia.

A eso de las 23:45, mientras avanzaba a través de un callejón, su mente proyectó un déjà vu al sentir un peso mayor sobre su espalda que lo hizo caer de cara contra el suelo. Sometieron sus manos, aplastaron su torso y las piernas no le funcionaban como una defensa efectiva.

—¡Agh! Otra vez no, ¡Mierda! —se quejaba y forcejeaba, intentando liberarse.

—¡Calla! —le ordenó aquel extraño—. He escuchado que habrá patrulla mañana, ¿Es verdad?

—¡Ay! ¡No lo sé! —respondió—. ¡Ni siquiera vivo aquí!

—A ver —dijo y sacó una navaja, que después usó para ejercer dominio sobre su contrario—, te agradecería que bajes la voz, imbécil, antes de que sea peor para ti.

Solo Por Ti (RapX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora