VII

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El peso de su cuerpo contra el mío logró tirarme al suelo y cuando menos lo esperé, esa persona ya me había sometido, sujetando mis manos en mi espalda mientras que en mi cuello apretaba un arma blanca.

—Guarda silencio si no quieres que haga una alfombra contigo —me amenazó, volviendo más fuerte su agarre.

—¿Perdón?

—¡Shh! Aquí soy yo quien hace las preguntas. ¿Cuántos son?

—¿Qué?

—... ¿Entiendes español? Te estoy preguntando que cuántos policías hay en la zona —cortó levemente mi piel.

—¡Ah! Está bien, está bien —intenté calmarme—. S-si te soy sincero... N-no sé el número exacto de g-gente que hay.

—Idiota.

Sentí que él le bajó a la fuerza que ejercía sobre mí, así que lo aparté como pude y empecé a correr por las calles; encontrar a alguien no sería complicado.

—¡AYUDA! ¡PAPÁ, POR FAVOR! —suplicaba y la adrenalina iba subiendo rápido.

Detrás alcanzaba a escuchar sus pasos acercándose y, sin esperarlo, me derribó de nuevo, pero a los pies de otro oficial.

—¡Ayúdame, por favor!

Sí me auxilió. De inmediato me jaló de los brazos, me colocó erguido y apuntó con su pistola hacia la cabeza del desconocido.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —le preguntó—. ¡Respóndeme!

Mi atacante pareció levantar los brazos, pues la oscuridad no permitía verlo bien. Después habló.

—Disculpe, oficial, no quise ser una molestia.

—¿Por qué atacaste a mi compañero? —indagó el policía.

—No fue mi intención, lo siento.

Parecía que el oficial confió en él, ya que no siguió poniendo guardia y ahí, el asunto se convirtió en un desastre.

Como si se tratara de una escena de alguna película, ese extraño le rebanó el cuello a mi protector, dejando caer su cuerpo inerte al concreto y añadiendo que la sangre no paraba de brotar.

Caí de rodillas y al levantar la cabeza, visualicé que estuvo a punto de atacarme otra vez. Con suerte, mi papá llegó, disparando en su hombro para neutralizarlo, ya que eso lo teníamos permitido si la persona se portaba demasiado agresiva.

—¡Papá! —nombré al verlo. Me alegré, sinceramente.

—Ari, ve al coche patrulla, yo te alcanzo en un momento.

—P-pero...

—Por favor, hijo —me pidió.

Yo volví a correr mientras mi padre me cubría la espalda y unos metros adelante, llegué al lugar seguro que me dijo, encerrándome cual cachorro asustado.

-Narrador omnisciente-

—¡Alza las manos y no realices ningún movimiento brusco! —amenazó el castaño con el arma.

—Oficial Víctor —mencionó, tirando el objeto que portaba—, qué sorpresa verlo por aquí. Pensé que solo andaba por los barrios de los ricos.

—No está a mi criterio el decidir las zonas que cuido. ¿Y Timbalosky? ¿Viene contigo?

—¿Por qué le diría algo así, oficial?

Solo Por Ti (RapX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora