XV

45 6 3
                                    

Con el Señor X, él y los otros dos que le seguían llegaron a un punto poco transitado de la ciudad, causándoles incertidumbre a los últimos.

—¿Qué hacemos aquí, eh? ¿No se suponía que iríamos con Timbalosky? —cuestionó uno del dúo.

—Claro que sí, los ha llamado; este es un asunto personal.

—¿Personal? ¿No decías que no combinabas tu trabajo con lo propio?

—Ahora mismo... Lo estoy dudando.

—Bien, para terminar rápido, ¿Qué quieres?

—Se escuchará demasiado... Ridículo, por decirlo de una manera, sin embargo, quisiera disculparme con ustedes por lo que pasó antes. Las tareas de Timbalosky me bloquean la mente y básicamente solo tenía un objetivo en mente —expresó X con fluidez.

—Ni se nota que lo practicaste —se burló el otro.

—Era mejor eso a que estuviera tartamudeando —apartó un poco la mirada al piso.

—X, no es fácil perdonarte en un instante, porque podemos confiar en ti, ¿Pero quién nos asegura que no nos desecharás como antes?

—Lo sé —suspiró—. Imaginaba que esa sería su contestación. No hay problema. Aunque, si les parece, podría demostrarles que lo dicho es en serio.

—Supongo que lo aceptamos, por los viejos tiempos.

—Hablando de los viejos tiempos, también debo confesarles algo más.

—¿Qué? —inquirieron ambos al unísono.

De repente, unos pasos se escucharon y las dos personas agudizaron su sentido para descubrir el origen del sonido. Llevaban armas, así que desenfundaron estas y apuntaron a varios lados, buscando.

—¡Esperen! ¡B-bajen las pistolas! —gritó aquel, desesperado—. ¡S-soy buena gente!

—Ajá. ¡Si no revelas tu identidad, juramos que te vamos a encontrar! ¿¡Oíste!?

El de ojos morados permanecía de lo más despreocupado.

Con las manos en alto, Ari avanzó hacia ellos. Por la oscuridad, no se le apreciaba bien el rostro.

—¿Quién eres? —ordenó saber uno  sin bajar el artefacto de fuego.

—M-me llamo Ari, u-un gusto. Y-yo conozco al Señor X y t-trabajo para Timbalosky, también.

—¿Timbalosky? ¿Es broma, X? —volteó a verlo su acompañante.

—No, de hecho es lo otro que planeaba comentarles.

—¿A qué te refieres?

—Ari, creo que es más conveniente que te acerques a mí, ven —le extendió su mano—. Y ustedes bajen un poco la seguridad —se dirigió a los otros dos.

Con algo de nervios, Raptor corrió hacia el Señor X y se colocó a su espalda, protegiéndose como si se tratara de un niño pequeño.

Los desconocidos guardaron su equipo y atentos, observaron a su aliado.

—Te escuchamos, entonces, ya que estamos aquí.

—No hay manera sencilla de decirles esto, ¿Pero recuerdan los días en el orfanato?

—¿Qué?

—Bueno, él es Ari; el pequeño niño que hallé de camino al baño. Sorprendentemente no falleció en el incendio.

—¿X? ¿Quiénes son ellos? —preguntó el castaño oscuro, aún ansioso.

—En palabras concretas, son Hacker y Mike.exe —informó—. ¿Ya te acuerdas?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Solo Por Ti (RapX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora