14 | Caras Raras|

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—Dijiste que estaríamos solos... —Russell tomó un asiento junto a mí en un taburete de la isla.

Le pasé el vaso de agua. Sabíamos que vendríamos a hacer un proyecto, pero si queríamos estar sólos.

—Sí, pero no contaba con que corrieran a Vin, Sean y Jay de casa de Dean —le di un trago a el agua—. Y bueno, tenemos que hacer un proyecto origami, Russell.

Russell rodó los ojos y se tomó todo el vaso de agua, me miró y se inclinó hacia mí.

—Bien, pero primero un beso —pidió, haciendo un puchero.

Me incliné y lo besé, me separé, pero él colocó su mano en mi nuca y me volvió a pegar a sus labios. Segundos después se escuchó una tos fingida y supe que era Vin. No le préstamos atención y seguimos besándonos, se escuchó otra tos fingida y luego un "Vin, cállate" de parte de Sean.

Ellos jugaban en la consola de Sean, Bloody Roar 2 con esos gráficos de antaño. Pero estaban felices cuando lo encontraron entre las cosas de los padres de Dean.

—Bien —interrumpí el beso y lo empujé para separarlo de mí. Russell hizo un mueca triste—. Vamos a hacer el proyecto, pero en mi habitación.

Russell abrió la boca, pero no dijo nada, solo sonrió ampliamente. Tomé su mano y lo lleve hasta las escaleras, se escuchó otra tos fingida y luego un golpe. Sean había golpeado en la cabeza a Vin, este se cruzó de brazos.

Reí y subimos a mi habitación. Dentro de ella, le ledi a Russell que tomara asiento en cualquier parte, menos en la silla de escritorio porque esa era exclusivamente mía, pero lo primero que hizo fue sentarse ahí.

—¡Russell! —me crucé de brazos.

—Amor...

Eso me causó escalofríos. Russell sonrió y, derrotada, busqué en el escritorio los papeles y las pinturas. Las dejé en el piso y se senté en él, buscando una hoja para trazarle un círculo...

—Russell, ven y haz algo por tu vida —le ordené.

De mala gana, Russell se levantó de la silla y sr sentó en el piso. Le entregué la hoja y el lápiz.

—Haz el círculo más grande que puedas —asintió y lo hizo. Tomé la hoja y recorté el círculo—. Ahora, viendo este haz otro un poco más pequeño. Así tenemos que hacer un total de siete; cada vez más pequeños.

Y durante varios minutos y quejas de Russell porque le salía mal el círculo, habíamos terminado los siete círculos.

Russell se tiró boca arriba al piso, suspirando.

—¡Por fin! —exclamó con su puño arriba.

—Falta pintarlos —dejé los frascos de pintura verde en el piso—. No te quejes.

—¿Y si te quiero pintar a ti? —se sentó de golpe.

—¿Cómo así?

—Así.

Lo siguiente que vi fue una línea de pintura verde en mi mejilla. Me mostré indignada mientras Russell reía a carcajadas.

Era la guerra.

Tomé un poco de pintura entre mis dedos y estire el brazo pero esquivó la pintura, me acerqué más y seguía esquivando. Me kas arreglé para retenerlo contra la pared y poder pintarlo, pero me tomo de los brazos y me movió, evitando por poco que lo manchara.

Pero se manchó mi alfombra.

Ambos nos miramos como si acabaramos de ver un asesinato. Con la conmoción, aproveché de acercarme lentamente y pintarlo, logré hacerle una línea en ka frente antes de que se echara hacia atrás, arrastrándome consigo.

Solo Seis Meses © (0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora