___, una chica de veinte años que va a la universidad, es discriminada por su físico. No importa si su familia era rica, todos se reían por ser una curvy woman.
Un día, su padre le informa que estará afuera con su madre por negocios. ¡Un año! No obs...
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La señorita Donquixote abrió los ojos un tanto adormilada. Todo su cuerpo está adolorido. Oh, lo recordó. Tuvo relaciones sexuales con los guardaespaldas anoche. Ella se levantó del sofá para ver a los chicos acostados en el suelo y casi desnudos. Lo único que cubrían sus partes íntimas eran las ropas. ___ se sonrojó por completo por pura vergüenza.
Su estómago empezó a sonar. Esas son señales de que es hora de desayunar. La peli-(c/c) se iba levantando del sofá y se percató que estaba desnuda completamente. Lo único que pudo pillar fue una camisa muy grande. Será de los chicos. Parecía que estaba usando un vestido. Con sumo cuidado iba caminando hasta la cocina porque no le gustaría despertar a ninguno de los guardaespaldas. Más de uno estaba roncando. Se veían adorables.
En la cocina pensó con claridad que desayunar. No está segura cuando despertarán, así que aprovechará para comer sola. Iba abriendo las puertas de las encimeras para ver los productos. Pan de molde, un bote Nutella, de cacahuetes… Un plátano junto con un vaso de leche está bastante bien. Y seguramente un dulce. Un chocolate. Este postre es difícil de resistirse.
Está concentrada en preparar su desayuno ya que no se percató de la presencia de un hombre que la observaba desde la entrada de la cocina. Un hombre hambriento, pero de otra cosa. Y cuando se dio la vuelta, casi grita por el susto.
—¡K-Katakuri-san!
—Buenos días, señorita Donquixote.
La voz varonil de ese hombre causó que su vello se le erizase completamente. Él está desnudo. ¡Alarma! Su cabeza le está alertando de que no tiene ninguna ropa. ¡No! ¡Ha mirado abajo! ¡Su pene está erecto! Ella desvió la mirada con mucha vergüenza.
—S-Siento si le he despertado…
—No sientas culpa. —Katakuri se iba acercando—. ¿A punto de desayunar?
—S-Sí… —respondió con torpeza.
El peli-granate extendió el brazo para tomar el plátano y comenzar a pelar la cáscara. Menos mal que había más. Él dio un mordisco a la punta sintiendo su mirada curiosa.
—K-Katakuri-san —lo llamó—, ¿podría ponerse algo?
—Uhm, usted tiene mi camisa. —Espera, ¿es la camisa de Katakuri? Ahora ___ entendió porque le resultaba familiar el perfume—. De hecho, le queda bastante bien. —La cercanía de ese hombre es sumamente peligrosa.
—K-Katakuri-san…
—Me he despertado juguetón.
—N-No hace falta decirlo —dijo. Casi pega un chillido cuando Katakuri tomó su cintura y la sentó en la encimera.
