20. La Calma

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El pequeño grupo de aventureros no paraba de hablar acerca de sus intereses, costumbres y varios asuntos personales para conocerse aún mejor. De vez en cuando podía escucharse algún murmullo, tanto positivo como negativo, sobre Boror. Esperaban que no estuviera mucho tiempo indispuesto y, algunos, contaban con que aparecería en cualquier momento habiendo cambiado su opinión acerca del camino que debía seguir.

Todos seguían el patrón que utilizaron para el camino Artinath-Lerithen, variando de nuevo los compañeros de guardia. Ahora el plan era rotar de forma aleatoria de modo que siempre uno de los tres elfos estuviera presente en las guardias, dado que no tenían esa necesidad de dormir que tenían los otros dos y porque... bueno... Ya se habían quedado dormidos dos veces que les había tocado guardia juntos. Parecían la típica pareja de amigos que se puede encontrar en un libro cómico, siempre haciéndose la puñeta entre ellos. Cierto es que Tirion se salía con la suya en más ocasiones que Saix, quien sospechosamente solía perder objetos personales o dinero casi a diario.

No sucedió nada relevante durante días. Comían, bebían, caminaban, hablaban, obtenían recursos del medio como plantas y frutas o dejaban a Saix cazando algún día. No parecía irles mal sin ayuda, aunque paraban por los pueblos que se cruzaban en el camino para asegurarse de que no les faltase nada para continuar. Incluso se permitían el lujo de pasar por la biblioteca para que Khalos pudiera calmar su sed de lectura y Tirion comprase un diario. El pequeño había insistido en obtener uno para anotar sus pensamientos, aventuras y poder plasmar con imágenes todas sus hazañas (cierto es que al principio dibujaba... regular). 

Las noches eran muy variadas y temáticas. Les gustaba contar historias o anécdotas y curiosidades. Los temas variaban muchísimo pero, se notaban los intereses de cada miembro cuando les tocaba hablar sobre lo que querían hacer. 

Empezando por Saix, que había cambiado su modo de ver las cosas desde que conoció a sus otros tres compañeros y quería ahora ser un hombre conocido, respetable y admirable. Buscaba la admiración a través de su fuerza y robustez. Por desgracia dejaba un poco que desear en higiene e intelecto.

Tirion, que seguía obsesionado con ser el mediano más rico de todo Deleannor. Sin más. No había nada que le interesase más que el dinero, el dinero y... el dinero. No le llamaban la atención las mujeres. No quería poder. No quería familia. Solamente dinero. Parecía más un dragón que un mediano. 

Liliana quería brillar entre los magos pero, confesó que los hechizos que conocía era extremadamente limitados y sencillos. Se conformaba con una vida cómoda y tranquila pero, necesitaba algo de aventura.

Uriel no tenía una motivación clara, quería vivir y conocer, tratar y ser tratada, estaba en sintonía con el mundo para que el mundo lo estuviera con ella, no parecía ser codiciosa y en ocasiones se despistaba con facilidad pero, parecía una persona de ideas de fé y algo cambiantes. 

Khalos parecía seguir buscando obtener poder. No por codicia, por necesidad. Sentía que la gente lo desperdiciaba o lo utilizaba para hacer el mal mucho más de lo que lo utilizaban para hacer el bien. Tenía claro que debía haber un equilibrio que no parecía existir en el momento. No le llamaba la atención el origen de su pasado ni aspiraba a grandezas en el futuro. Solo quería aprender y saber más que nadie para compartir su sabiduría y educar en buenas condiciones.

Las chicas aprovecharon un día para recordar a los chicos que les debían un buen favor por haberlos salvado en el pantano. Ellos afirmaron sin dudarlo y aseguraron que las protegerían con su vida si era necesario. Cierto es que la palabra de Saix parecía más sincera que la de Tirion, aún así se fiaron y solo solicitaron una cosa más. Si obtenían algún tipo de hallazgo fortuito, serían ellas las que lo custodiarían o a las que pasaría a pertenecer. Esto no gustó a Tirion, que ya pensaba en oro pero, cedió. Saix no dudó por un instante, parecía sentirse atraído por Uriel. A Khalos no le importaba siempre y cuando no fuera algo peligroso, en cuyo caso pasaría a no pertenecer a nadie y debería ser sobreanalizado y estudiado, estuvieran ellas de acuerdo o no.

No quedaba mucho para llegar a Grok'Ulgan y el paisaje había pasado del vivo suave y dulcemente aromático verde primaveral a un neutro y cálido anaranjado que poco a poco derivaba en un marrón apagado que se unía al frío y seco gris. Lo más vivo de la zona eran los chorros de agua que podía quedar por allí.

-Por qué. -dijo directamente el mediano, nervioso y tenso al ver el paisaje-. Por qué narices tenemos que pasar siempre por las zonas más lúbugres y siniestras del puñetero mundo. Con las posadas que hemos dejado atrás. Con su vino, su fiesta, el oro de los que estaban despist... ¡LA FIESTA! Ejem.

-Está bien pequeñín, sabes que voy a cuidarte. -respondió rápido Saix-.

-A veces suenas un poco homosexual. -atacó Tirion intentando convertir el miedo en humor un poco forzado-.

-Se dice lúgubre Tirion. -corrigió Khalos sin mirarlo-.

-¿Siempre es así cuando tiene miedo? -preguntó Liliana-.

-Y aún no has visto nada. -contestó el propio Tirion-.

-Imagino que podemos obviar la parte en la que te pedimos que te infiltres en solitario para conseguir información. -solicitó el elfo a su compañero-.

-Orcos ahí fuera, centenas tal vez, espectros tal vez, vampiros, sombras, puertas asesinas TAL VEZ. Nosotros aquí fuera y casi sin armas. ¿En qué mundo crees que entraría ahí yo solo? -respondió en tono sarcástico-.

-Tienes raz... -intentó decir Khalos-.

-Vale, entraré, soy vuestra mejor opción al fin y al cabo. -cortó el mediano sacando su capa especial y preparándola para el momento en el que todos se acercasen a la olorosa fortaleza-.

-Siempre hace lo mismo. Qué paciencia. -susurró el elfo-. Saix, pase lo que pase, cubre a las chicas, por favor. Yo entraré también para apoyar a Tirion. No me siento seguro dejándolo solo.

-¿Por qué no entro yo con él? -preguntó Saix-.

-Porque yo puedo hacer que me vean como uno de los suyos y tú pesas ¿180 kilos? Lo raro es que no te hayan visto todavía. No, creo que vosotros deberíais infiltraros por un camino indirecto, seguro que hay algo y tú, como buen montaraz, lo encontrarás. Cuento contigo y lo sabes. -insistió Khalos-.

-En eso tiene razón. -afirmó Uriel-. Eres el más capacitado para protegernos de unos seres tan grotescos y brutos como lo son los orcos. Pienso que... bueno... Sería la mejor idea. ¿No?

-No es lo que más ilusión me hace pero, sí, eso parece. -contestó Liliana no muy conforme con esa separación-.

-Tened todos mucho cuidado, aquí podríamos encontrar cualquier cosa. Si alguien encuentra algo sospechoso que no haga nada que pueda hacer que nos pillen, por Tarian... -dijo Saix algo confuso.

-Bueno... Vamos a ello. -susurró Khalos-.

Tirion y Khalos se acercaron por los accesos más directos, contemplando su alrededor y formando posibles rutas de huida entre ellos. Escuchaban ya ruido proveniente de la zona principal de la fortaleza, sonaba como si alguien hablase en otra lengua que Khalos lograba entender. Aún así, estando tan cerca, no parecía haber ruidos típicos de orco, como las típicas tres "G" orcas, gritos, golpes y gruñidos. Todo estaba demasiado calmado.

Liliana, Uriel y Saix tardaron bastante más. Finalmente lograron encontrar un hueco no muy grande protegido por barrotes de metal que les impedía el paso. El olor era horroroso. Parecía una cañería por la que pasaba un líquido absolutamente apestoso del cual no querían pensar que una vez pudo ser agua. Pensaron aprovecharlo para entrar y salir pero, no tenían medios para quitar los hierros sin hacer ruido. De algún modo tendrían que hacerlo, pero debían pensar bien su estrategia. No muy lejos podían ver algunos de sus posibles enemigos y no querían jugársela a una sola carta. Una vez más, todo estaba demasiado calmado.

El Secreto del Destino (Parte 1) - Corazón EscarchadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora