Christine #1: Somos Sociópatas © [✓][Borrador]

VIII

Es como cuando la gente dice: Es un ángel, un ángel salvó mi vida. Similar, pero en mi caso es un demonio quien me extendió la mano en el momento correcto.

Cuando la Dra. Dombokah entró a la habitación en la que nos encontrábamos el pelinegro y yo, venía con un plan. Absolutamente todo fue planeado, todo estuvo organizado por Gerias Bradley, el padre de Gerien y Sandra.

Mi psicóloga tuvo una conversación con él en su casa, ella vino en su auto y él se desvío del camino para así llegar un poco más tarde que ella. Justo cuando yo bajara las escaleras. Era por esa razón que todos estaban tensos, ya sabían que debían actuar muy bien.

En mi caso, cuando Gerien me llevó a su habitación, la ventana tenía las cortinas abiertas por lo que se veía desde afuera todo lo que sucedía entre él y yo.

El Sr. Bradley en realidad nunca lo había visto antes, pero aunque todo haya sido planeado yo en verdad me enojé con él. No me gusta que pregunten sobre mi diagnóstico o mi pasado.

Resulta que antes de que hablara con su hermana, mi psicóloga, él ya había descubierto un par de cosas. Como por ejemplo que Trevor Fernández era quien estaba detrás de todo esto. Que él fue quien secuestró a Lia Daoud y quien supestamente era el asesino misterioso de los cuatro populares de Jefferson McGillis.

«-¿Quién es Trevor Fernández? -me preguntó Gerien.»

No me gusta hablar de él. No le temo ni a él, ni a nadie en realidad, sino que esta vez no quiero que lastime a nadie por venganza. Él no tiene límites, no se detiene hasta lograr lo que quiere. Cada vez que lo recuerdo siento un sabor amargo en la boca, además de que me pone de los nervios por el odio que guardo hacia él.

«-Alguien -fue lo que le contesté.

-No estoy para tu sarcasmo, atropellada.

-Ni yo para contestarte, golpeado -me encogí de hombros viendo como mi psicóloga nos observaba con atención.

-¿Quién es? -insistió.

-No te diré.

-Entonces yo solo lo averiguaré.

Me arrodillé en la cama para encararlo. Lo fulminé con mis ojos celestes y él a mi con los suyos de diferente color.

-¿Cuál es tu interés por saber sobre mi vida? -le cuestioné cabreada.

No me respondió, solo elevó sus comisuras en una sonrisa torcida.»

Eso sucedió en la habitación de huéspedes, antes de bajar, apenas la Dra. Dombokah mencionó ese nombre.

Trevor.

Quien había puesto la navaja en mi mano era un hombre, este era de manos nada asperas pero frías. Ya las había tocado unas cuantas veces y puedo afirmar que era el hijo de mi niñera. Además que esto contaba como el plan.

Mi ex, no espera lo que se le viene encima. Porque tanta rabia acumulada por lo que me hizo a mi y a mi mejor amigo no se lo quita, ni Dios aunque baje del cielo a implorarme por piedad a sus hijos, aunque no creo que éste, siendo de mente macabra sea su hijo.

Con una maniobra, que aprendí a la fuerza hace años si no quería morir, le arrebato el cuchillo y me volteo arreglándomelas con la luz de la luna esta vez presente. Antes las nubes la cubrían y por eso cuando Gerien apareció no logró verlo.

La hoja del cuchillo le causa una herida en el hombro y como se intenta cuidar de otro ataque aprovecho para darle el golpe certero con mi navaja. Se queda plantada en su pecho derecho cerca de su clavícula. Le golpeo la cabeza con el mango del cuchillo una y otra vez hasta que cae al suelo luego de tratar de pegarme un puñetazo en la cara.