Christine #1: Somos Sociópatas © [✓][Borrador]

XXIII - II

Parte II

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Nada nunca es lo que parece

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Dolor, fatiga, hambre, sangre y miedo.

El viento golpea mi rostro con fuerza mientras corro, huyendo de ellos, huyendo de Marvel, del señor barbudo y de Caroline. Mis pies por mucho que duelen no se detienen, mis ojos constantemente buscan la manera de asegurarse de que nadie me siga y, mi respiración es jadeante, entrecortada por lo cual me cuesta mucho mantenerme estable.

Veo a la distancia una gasolinera y, al costado un pequeño local pero tiene las luces apagadas. Como quiera me acerco, mas no sabía que me encontraría con esto.

Un señor corpulento está...

Trago grueso sintiendo el miedo correr por mis venas.

La escena es asquerosa, es digna de un demente, es terrorífica, es inhumana, es tétrica, salvaje, macabra, terrible...

Debo cubrirme la boca para no vomitar mientras observo al señor, clavar ese cuchillo en el cuerpo de la persona que yace en el suelo. Su rostro demuestra que lo disfruta como si fuera adicto a ello. Da escalofríos solo de pensar en algo así, pero yo lo estoy viviendo en carne propia, detallando cada minúsculo movimiento.

Mis pies se paralizan cuando el señor corpulento comienza a carcajearse como maníaco. No puedo salir corriendo como es coherente, porque el terror que me abarca, es tan grande, que no puedo hacer que reaccione mi cuerpo.

El señor corpulento se levanta del suelo mientras continúa riéndose de su hazaña. Cuando me nota en el umbral de la puerta paralizada su semblante cambia drásticamente. De divertido pasa a estar incrédulo, luego lo golpea la ira y se abalanza sobre mi a toda prisa.

Solo alcanzo a dar un paso, para así ver como el hombre es golpeado por una bala, que fue disparada detrás de mi. Giro mi cabeza hacia la persona que me salva de esto y mis ojos se abren de par en par.

Marvel...

Al despertar alcanzo a observar levemente la estancia a través del saco en mi cabeza. Pues este tiene algunos orificios que me permiten observar el lugar y darme cuenta de que estoy en una habitación de hotel. Al menos eso creo porque es demasiado elegante.

¿Cómo me trajo aquí sin que las personas sospecharan?

Me muevo para detallar mis manos atadas al cabezal de la cama. Solo la soga ata mis muñecas, por lo cual puedo usar mis manos para lo que quiero. Me volteo en el colchón y me apoyo de los hombros para acercarme a mis manos. Inclino mi cabeza, para así, agarrar el saco y retroceder mientras no suelto el objeto oscuro.

Cuando tengo mi cabeza libre logro ver todo a mi alrededor con profundo análisis. Frente a mi hay una mesa acompañada de dos sillones blancos. En la pared, un cuadro que muestra el rostro de una mujer a la mitad y la otra, está cubierta de flores de colores marrones, combinando a la perfección con la habitación. También está el ventanal a la izquierda cubierto por cortinas beige o blancas, la elegante lámpara en el techo, una esquina del closet que logro determinar en el pasillo de la entrada y lo más importante es que hay varias cosas que puedo usar para defenderme.

Pasan los minutos creando un plan A, B, C, D y hasta la Z. Cuando regresa Homer ya tengo un plan para cada ocasión. Finjo estar dormida mientras escucho sus pasos avanzar de un lado a otro por la alcoba.