XIX

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Si te quiebras, serás vulnerable y si eres vulnerable, te hacen daño.


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Miércoles:14/7/2021


Me encuentro en el hospital, si, nuevamente, pero no es por mi, sino por mi abuela. Ayer había salido al supermercado junto con Stella, pero en el momento en que iban a cruzar la calle, un tipo saltó la luz roja y atropelló a Cassandra. Continúa viva, eso hace que piense que ese hombre tiene una maldita suerte, solo que luego de verle la cara, no podré controlarme si Cassandra muere.

Esa vieja, aunque puede llegar a ser insoportable y estúpidamente ciega por las manipulaciones de Caroline y Marvel, continúa siendo mi abuela. La única que me tendió la mano de mi familia, estoy segura que por pura lástima, pero al menos hizo más que cualquiera. Adoptarme y darme un hogar, aunque yo sea un peligro por culpa de las bestias de mi pasado. La anciana como quiera no es mi persona favorita, pero si alguien a quien tolero bastante bien.

Es que por muy fría y mala que soy, le estoy agradecida por lo que hizo, por lo cual, sí... quiero a la anciana, pero no es la gran cosa. No es que si muere vaya a llorar. Muchas veces he mencionado que mis sentimientos son planos, y este es un claro ejemplo de ello.

En fin, el señor que atropelló a Cassandra está en la cárcel y en ocho meses será el juicio, pero no me basta con eso. La abuela tiene un traumatismo craneoencefálico, por lo cual su vida corre peligro, además de que está en coma.

¿Qué me causa más placer en este mundo? Asesinar, lograr mis objetivos y vengarme de mis verdugos.

Sé que en cualquier momento nos pueden informar que falleció, por eso estoy preparada para cualquier cosa, además tampoco es que me importe demasiado.

-¿Cómo sigue? -me pregunta Stella preocupada, llegando luego de haberse ido a casa hace una hora. Acaba de regresar y trajo consigo a alguien.

-Igual. -Me encojo de hombros levantándome de la silla de espera-. Ahora me voy -ignoro a la tercera persona presente y pasa junto a ambos sin ver a ninguno de los dos.

-Pero... -escucho a Stella querer hablar, pero no dice nada por eso no me detengo.

-Yo voy contigo -avisa él, siento sus pasos detrás de mi.

-No te lo he pedido, así que ni te molestes.

-No me importa, quiero acompañarte. -No deja de seguirme por todo el camino hacia la salida del hospital-. Quiero hablar contigo -dice ya afuera.

Hago caso omiso a sus palabras y continúo de largo esperando encontrarme un taxi. No quiero tenerlo cerca, porque ya no me agrada su presencia y me irrita que venga ahora a querer hablar conmigo cuando lleva días sin intentarlo. Eso solo lo describe una palabra: hipócrita.

-Hablo en serio, Christine -me informa pero lo ignoro otra vez-. Sé que me escuchas así que no me ignores.

Abro la cremallera de mi abrigo de felpa blanco -el que tanto me gusta-, y le hago señas a un taxi. Ya siento el calor aproximándose por lo cual me hace sentir muy bien, me encantan los climas cálidos. El taxista se detiene y abro la puerta, volviendo a cerrarla antes de que a Gerien se le ocurra intentar sacarme. Le pido al señor que se ponga en marcha para evitar que el estúpido pelinegro me siga, luego le indico a donde quiero que me lleve y en mi destino le entrego la paga antes de salir.

Respiro aire fresco sabiendo que ya no tengo a Gerien siguiéndome y que puedo entrar a la peluquería con tranquilidad, cortar mi cabello por el borde de mi mandíbula y regresar a casa a pie sin ninguna preocupación.

Christine #1: Somos Sociópatas © [✓][Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora