Capítulo 7

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El rubio manejaba de manera casi peligrosa, no era habitual, en él no era habitual, y a pesar de sentirse tonto por sus sentimientos, no había nada más que pudiera hacer al respecto más que perseguirlos desesperadamente.

— Armin

El menor parecía tan perdido entre la gente y la rabia subió por su cuerpo al notar la manera descarada en que unos cuantos sucios tipos intentaban tocarlo, en todo caso pudo calmarse cuando el chico sonrió en su dirección y prácticamente corrió para abrazarlo.

— ¡Erwin! ¡Me alegra tanto verte!, te ves muy sexi con esa ropa, tan delicioso — la borrachera estaba surtiendo su efecto y seguía repitiendo incoherencias contra su oído

— Detente, déjame llevarte a casa

— ¡Al fin iremos a tu casa!, llevo tanto soñando con esto

Lo subió a su camioneta con todo la dificultad y antes de arrancar no pudo evitar dejarle un dulce beso en los labios, uno que sonaba a promesa de lo que vendría después.

El camino a su habitación fue difícil, no podía ubicarse con el menor pegado a su cuerpo besando su cuello y rozando su erección de manera descarada, sentía que iba a terminar por tomarlo justo en la sala. Finalmente, tocaron la cama con el chico sobre su cuerpo y sus manos inquietas en su trasero

— Eres increíble — no podía evitar alagar la hermosa criatura que tenía junto a su cuerpo

— ¡Erwin!, quiero tanto que me tomes

Nunca imaginó ver una versión tan descarada de su chico, ni las más oscuras fantasías que usaba en sus noches solitarias se parecían a la realidad de tenerlo cerca; el original de carne y hueso era más dulce y erótico que cualquier cosa. Sentía explotar en cualquier momento.

— Quiero verte también — se alejó de la cama antes de continuar — quiero que te toques como lo haces cuando piensas en mí.

Armin estaba totalmente obediente y sumiso, sus dedos fueron ágiles en deshacerse de su ropa y buscar la erección palpitante y rosada entre sus piernas, usó su mano para jugar con sus pezones y gemir de placer

— Yo siempre imagino que eres tú — humedeció sus dedos antes de pasar a su agujero — pongo mis dedos aquí e imagino como sería si fuera el tuyo, golpeándome por dentro — gimió mientras colaba la primera falange en su interior

No podía negar que la vista era de lo más estimulante, el mayor retiraba su corbata con una paciencia tortuosa, abría sus botones con parsimonia para dar lugar a su marcada y provocativa figura, justo cuando Armin colocó sus dedos en su interior tuvo que liberar la erección dolorosa para tocarse.

— Te ves perfecto desde aquí

— Pero no es suficiente — lucía desesperado por complacer ese punto dulce y aún no lograba correrse — no es suficiente hasta que me toques tú, ¿no podrías hacérmelo? Te rogaré si hace falta, quiero sentirte con todo mi cuerpo, por favor.

No entendía como podía tentarlo tanto, de manera involuntaria sus pasos lo guiaron al borde de la cama, donde el chico no tardó en engullir su miembro y llenarlo de saliva. 

Fue tocar el cielo en el momento que su pene invadió la entrada dulce del menor, después de eso todo cedió a la confusión, los movimientos desesperados, los besos sucios y los gemidos... los dulces y peligrosos gemidos que le lastimaron la cabeza al punto de grabarse allí.

Sus nombres se repetían de manera incesante en el oído ajeno, junto con el golpeteo de sus cuerpos y las fuertes corridas que parecían no tener fin.

El placer fue invasivo al punto de quemar su pecho, aun con el alcohol de por medio, al final de la noche, no pudo más que abrazar el pequeño cuerpo a su lado y repartir todos los besos amorosos que no podía dar en otro momento. Por la mañana pensaría en lo demás.

Mi señor [Levi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora