Capítulo 2

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Los estudiantes no duermen mucho, es una verdad clara e indiscutible que todos, o la mayoría de las personas empáticas, conocen y aceptan, y estaba más que acostumbrada, pero tener que levantarse a las cinco de la mañana luego de apenas haber dormido dos horas contaba como un castigo demasiado grande.

Entró a la ducha lo más pronto que pudo con la esperanza de que el agua helada la trajera de nuevo a la vida.

Tenía sueño, pero eso no le quitaba la felicidad. Ahora ya tenía trabajo y eso aliviaba sus preocupaciones mucho. Era un edificio bonito, los últimos dos pisos perfectamente amoblados y pulcros eran del doctor, su habitación al fondo del pasillo en el primer piso le daba toda la libertad para trasnochar sin molestar a nadie más, aunque en realidad sólo era una persona, el doctor Levi vivía solo y parecía estar bastante feliz al respecto de su soledad.

El día anterior había tenido la suerte de encontrarse con anterior asistente del pelinegro que renunciaba debido a su matrimonio, tenía una expresión dulce, pero cansada además de que reverenciaba a su jefe todo lo que podía, Petra, le pareció que era su nombre.

La chica se tomó el tiempo de explicarle lo básico, despertarlo en las mañanas, esperar que vaya al gimnasio durante una hora, en el desayuno leerle sus citas del día y el avance de los pacientes del día anterior, recordar sus reservaciones y las llamadas pendientes, tanto personales como las de trabajo.

No estaba demasiado preocupada al respecto, no era un trabajo complicado y se ajustaba perfecto con su horario, debía trabajar toda la mañana y la tarde estaba libre para poder estudiar y hacer tareas. 

Había una empleada de servicio que venía a cocinar el desayuno y la cena y a limpiar la casa, sus torpes manos no podían estar más tranquilas al respecto.

Bañada y completamente despierta subió al segundo piso directo a la habitación del mayor, tocó la puerta suave y al no notar ningún movimiento del otro lado decidió entrar de golpe y con todo.

— ¡Buen día, Doctor Levi!, ¡ya salió el sol! — alargó de manera graciosa las palabras y se topó, como lo esperaba, con la expresión desconcertada y el cabello despeinado del mayor, una imagen agradable demás está decir.

— Cállate, en cinco minutos estoy abajo — gruñó el mayor 

Unos minutos después caminaban en silencio con dirección al gimnasio, porque si, era de esos apartamentos caros que tienen gimnasio y piscina al aire libre para hacer carne asada, aunque dudaba que Levi alguna vez hubiera participado de eso.

— ¿No es muy temprano para ir al gimnasio? Debe estar sólo

— Es precisamente por eso que voy a esta hora 

— Pero no va a haber nadie, ¿Con quién vas a conversar mientras sudas? ¿O quién te va a contar chismes mientras toman agua? le quitas la gracia

La expresión de desagrado en el rostro del mayor le dio mucha risa, sus ojos parecían ofendidos ante la sola idea de toparse con otro ser humano y la peste que estos eran.

— Es asqueroso pensar en todos los gérmenes que tienen, ni siquiera se lavan las manos — mencionó a la par que realizaba los necesarios ejercicios de estiramiento 

Y aunque la chica quiso debatir se perdió algunos segundo en la perfecta forma de su espalda, la camiseta suelta dejaba a la vista una bien definida musculatura posterior adornada por un extravagante tatuaje que no distinguía muy bien entre la tela. Se aventuró a bajar un poco más en los surcos de su espalda y, oh, maldita sea.

Pero que buen culo.

No pudo evitar centrar su mirada en las bolas de carne que prácticamente le gritaban las azotara. Decidió no mirar demás en esa sección y darle una recorrida general a sus piernas macizas e inmejorables. Estaba bueno de frente y desde cualquier lado al parecer.

Mi señor [Levi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora