Capítulo 3

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Despertó con una enorme sonrisa surcándole el rostro. 

El sudor frío aún escapaba de su cuerpo y la sensación térmica en todo su ser le hacía respirar de manera agita y asincrónica. Todavía conservaba imágenes difusas del reciente sueño y estaba emocionada.

Se levantó apresuradamente para tomar un tranquilo baño, aprovechando que era domingo podía encontrarse con sus amigos y de verdad moría de ganas por contarle a Armin lo que le había pasado por primera vez.

Era glorioso, el recuerdo no se borraba mientras masticaba un emparedado hallado al fondo de la nevera y tomaba un necesario jugo de cajita, el inmejorable desayuno acompañado de la música en el bus y el olor de sus pasajeros, todo, bueno o malo, seguía sin disipar su mente.

Era típico encontrarse con sus amigos, o lo mismo decir, sobrevivientes de carrera; los últimos y escasos que seguían en la lucha después de cuatro largos años, el pasar del tiempo terminó por volverlos familia de alguna forma y todos los domingos se veían en la misma cafetería.

"Páradis" se llamaba la pintoresca y casi medieval cafetería a la que acudían a pesar del estilo arcaico y atrasado en el tiempo que ofrecía el lugar, debían admitir que lo que realmente los ataba a este sitio eran los inexplicables precios bajos de sus comidas.

Porque cuando eres estudiante el precio es más importante que los daños médicos colaterales.

Entró en el local y ubicó la mesa que siempre se reservaban para ellos y que, cortesía de Nicolo, el novio de Sasha, se mantenía libre como de costumbre, pidió su helado y tomó asiento junto a los demás.

La tradicional disputa entre sus amigos le llegó a los oídos como una dulce melodía, no acababa de entender esa pseudo amistad entre Eren y Jean que siempre terminaba en pelea y al día siguiente parecía como si nunca hubiera existido tal cosa.

Ni la manera enfermiza en que Mikasa vivía para proteger a su hermano Eren sin darse cuenta de lo mucho que este la rechazaba, o cómo Connie había llegado tan lejos cuando a penas parecía saber leer, o cómo era posible que Annie fuera tan ciega en entender los sentimientos de Bertholdt (no miento, tuve que buscar como se escribía ese bendito nombre) y Reiner no se había colgado ya si su cara no mentía en decir que se deseaba estar visitando los círculos del infierno.

Y por supuesto, estaba Armin que de entre todas esas locas criaturas parecía el más cuerdo y el que sí tenía futuro, sin embargo, su baja autoestima era una barrera peligrosa. 

Eran un grupo raro, claro que sí, diez cabezas bien distintas que convergían de alguna peculiar forma y que se entendían, todo particularmente gracias a T/N; su forma tan atrayente de ser terminaba por ser el pegamento que mantenía unida a la manada.

Y era que acababa llevándose bien con todos y uniéndolos a su grupo enorme de amigos, porque su calidez no dejaba que quisieras irte.

Sin embargo, por esta ocasión estaba más enfocada en su cabeza, ignorando las diversas conversaciones en la mesa y esperando el momento adecuado para robar la atención de Armin y obtener la honesta opinión de alguien con cerebro.

— Quiero contarte algo muy genial que me pasó — moduló el tono de su siempre firme voz para sonar más confidencial.

— Pues adelante

— Tuve mi primer, más emocionante, sensual y erótico sueño húmedo 

— ...

El rubio se quedó por algunos momentos sonrojado y confundido ante la feliz cara de la chica y su expresión soñada, como si hubiera inventado de nuevo el fuego.

Mi señor [Levi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora