—¿Puedes dejar de sonreír?— Gavin miró a su compañero con odio, este le devolvió la mirada, aun sonriendo ampliamente, —Deja de refregar que tuviste una gran noche, hijo de puta.
Nines sonrió sutilmente, bajando su mirada al teclado digital de su computadora —Envidioso— susurró, lo suficiente alto para que Gavin lo escuchase.
—¿Quién en su sano juicio envidiaría a un idiota?— Gavin rodó los ojos, volviendo su atención a la redacción del caso que tenía que entregar ese día.
—Tú, por lo que veo.
Gavin volvió a mirar a su compañero, entrecerró sus ojos y negó con la cabeza, haciendo muecas.
—Creído.
Richard se río.
...
Cuando los niños comienzan a molestar a un compañerito, en el jardín, la familia del pequeño normalmente explica este comportamiento como un enamoramiento del niño. Bueno, aunque esto sea bastante... cuestionable, los compañeros de trabajo de nuestros protagonistas no encontraban una mejor explicación para el comportamiento de Gavin hacia Nines —Bautizado así por el mismo Gavin, por supuesto.
Gavin, por otro lado, explicaba su comportamiento de otra manera: odiaba a su compañero, sí, pero lo soportaba y —cuando tenía la oportunidad— le dejaba en claro lo primero. Y cómo navegaba en este hecho de "me caes bien, pero te odio, sin embargo", a veces simplemente no se entendía que eran. ¿Amigos o socios? ¿Enemigos o los mejores compañeros?
La mayoría de las veces, Gavin estaba de malhumorado y con pocas ganas de socializar, pero junto a Richard era más divertido y no tan molesto el pasar el día. Tenían un buen rendimiento cuando trabajan juntos, se cubrían el uno al otro y salían a festejar las victorias. Ambos valoraban eso, la intensidad de estar juntos. Ese juego de quién es el mejor.
Pero Gavin no era idiota, se conocía a sí mismo. Sabía cuando se estaba involucrando demasiado y en este punto creía que no había sido lo suficiente claro con él ni consigo mismo.
También subestimó a Richard. Sospechaba que cuando lo conociera, de verdad, se incomodaría, se espantaría y finalmente pediría un cambio de compañero. Pero no fue así. En cambio, él continuaba mirándolo con esa cara de... estúpido. Con esa sonrisa de comemierda, "¡Ni siquiera sabe sonreír!". Pero entonces, ¿Por qué?, "Tiene buena cara por su genética, eso es todo".
Pero no era solo su rostro, también su cuerpo. Gavin no era ciego, le echaba una que otra mirada. Esa vez que le dispararon y él rompió su remera para detener la hemorragia de Gavin. Luego, cuando entrenaron juntos y compartieron duchas. Casi, casi entiende el porqué de Adam. Casi.
—¿Te gusto?
—¿Qué?— Gavin preguntó, despertando de sus pensamientos, ¿Cuándo se habían acercado tanto? No, espera, ¿Qué hacían en ese callejón?, —¿Qué?
Estaban en la misma posición que cuando Nines lo golpeó esa vez en el bar: Gavin pegado a la pared de ladrillos y sus cuerpos rozando.
—Vi cómo me miras, sé que me deseas— él tomó la mano de Gavin y la llevó hacia su pecho...—Tócame, Gavin—, le ordenó al oído y deslizó la mano de Gavin desde su pecho hasta su ombligo.
Gavin miró su propia mano y luego la de su compañero, para finalmente mirarlo a él completamente sorprendido. Bajo su mirada a sus labios, mirando esa sonrisa. Ni siquiera sabía como terminaron allí, pero le gustaba.
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Casa de cielo
FanfictionRichard Stern tiene una cita perfecta con su actual novio, pero todo se da vuelta cuando exnovio de Adam: Gavin Reed, aparece en el restaurante e interrumpe su cita.