Dos

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-Sophie, puedes parar de beber, ¿Por favor? - Ana tiró de mi brazo con preocupación, y a duras penas pude oírla por encima de la música ensordecedora.

Respondí con una breve risa. -Me estoy divirtiendo, Ana. - le dije sin apartar la mirada de Emily, quien se aproximaba hacia nosotras.

Afortunadamente, Ana estaba cumpliendo su papel cuidándome, y nos encontrábamos en la terraza, alejadas de las miradas indiscretas y de nuestros padres.

De alguna forma, mi hermana se había percatado de nuestra ausencia, y su expresión no presagiaba nada bueno.

-No deberías arrugar tanto el rostro, Ems. Seguro que Carlos te dejará por una mas joven.- Señalé su entrecejo con mi dedo índice, que ahora temblaba ligeramente, y ella apartó mi mano con disgusto.

-¿Qué te sucede? - Susurró con una expresión de desconcierto. Rodé los ojos, sin entender su indignación. -¡Estás borracha en mi fiesta de compromiso! - Abrí los ojos de par en par, incapaz de contener la risa ante su reacción, con sus mejillas rojas parecía un tomate a punto de estallar.

-Tranquilízate. - Arrastré las palabras, sin poder percibir la gravedad de la situación. Para mí, podía quedarme en la azotea todo el tiempo que quisiera hasta que mi embriaguez se desvaneciera.

-No arruinarás mi día, Sophie. - Amenazó, y volví a reír con malicia.

Así como Carlos disfrutaba sacarme de mis casillas, yo también encontraba cierta satisfacción en hacer lo mismo con Emily. Pero en el estado en el que me encontraba, no podía concentrarme en su enojo; sus reclamos me parecían cómicos y lejanos.

Enarqué una ceja divertida, sin notar que mi hermana me apretaba con fuerza el brazo, sus uñas dejando marcas tenues en mi piel. Con un movimiento brusco y decidido, me zafé de su agarre, desentendiéndome de sus amenazas mientras continuaba riendo ante su exasperación.

-¿Arruinarlo? Pero si todos la están pasando de lo mejor. - Sonreí ampliamente antes de llevar el vaso de nuevo a mis labios y dar otro sorbo. Mis palabras salían algo entrecortadas por el alcohol.

-¡Que dejes de beber! ¡Maldita sea! - Emily actuó de manera impulsiva, arrebatándome el vaso y lanzando su contenido a un costado. Observé con una mezcla de rabia y desafío cómo el líquido seguía su camino por el suelo.

-Eres una perra. - Murmuré con enojo, mis palabras cargadas de furia.

-Creo que deberíamos...- Ana trató de hablar, pero Emily la interrumpió bruscamente.

-Cállate, Ana, ya tengo suficiente con ustedes dos. ¿Cómo se les ocurre beber hoy? - Sus palabras me hicieron abrir los ojos de par en par, y sin pensarlo, defendí a mi amiga.

-No le hables así. - Mi voz tenía un tono de firmeza y enojo, aún con la dificultar para articular palabras. Emily podía reprocharme lo que quisiera, sus palabras no tenían efecto en mi, pero no toleraría que tratara mal a Ana. Mi hermana soltó un suspiro de frustración.

-No lo entiendo, siempre quieres ser el centro de atención, y hoy te he cedido el reflector-, canturreé, burlándome de ella.

Sabía que podía meterme en sus nervios cuando mencionaba algo que se relacionara con la atención que yo recibía sobre ella, empezando por nuestros padres que siempre le comparaban conmigo, expresando su favoritismo entre hijas.

-Hoy es tu día y no lo estás aprovechando-, añadí con una sonrisa llena de inocencia. La tensión entre nosotras era evidente, pero la diversión de ver a Emily perder la compostura no tenía precio.

Emily, visiblemente frustrada, respondió: -Cállate, Sophie, no sé que hacer contigo así, será todo un escándalo si mis padres te ven.- Sus dedos se dirigieron al tabique de su nariz, frotándolo un par de segundos. No pude evitar reír con sorna ante su evidente molestia.

Pruébame - Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora