Flashback
03 Septiembre 2015
España - MadridDespués de nuestra fascinante experiencia en Silverstone, el curso de las cosas siguió su propio compás. Carlos, en ocasiones, visitaba nuestra residencia, aprovechando la ausencia de mi hermana. Durante esas visitas, elegía compartir amenas conversaciones con mis padres y, cuando sus miradas se desviaban, se deslizaba sigilosamente hasta mi habitación.
No obstante, las artimañas de Carlos no eran tan sencillas como parecían. Cuando mis padres estaban presentes, pasaban al tanto de los acontecimientos en casa, por lo que él debía simular su partida en automóvil y, posteriormente, en la oscuridad de la noche, se colaba por la ventana de mi habitación.
Hoy nos encontramos ante una invitación que nos extiende la familia Sainz. Una orgullosa Reyes nos da la bienvenida a su hogar para celebrar con alegría y esplendor el logro de su hijo mayor.
Contemplar la felicidad y el orgullo que desbordaban en la familia Sainz despertaba en mí una envidia que prefería no confrontar. Aceptar finalmente que Carlos carecía de vocación para los estudios, pero reconocer que su verdadera pasión y éxito radicaban en la competencia a altas velocidades, al volante de un monoplaza, era el equilibrio entre la resignación y la realización de sus sueños.
-¿Margaritas?- pregunté entre risas al ingresar a la cocina, donde las dos hermanas Sainz batallaban con la licuadora.
-Fue idea de Ana.- revoleó los ojos Blanca frente a mí. La atmósfera se impregnaba con la anticipación de una velada que prometía ser tan vibrante como las personalidades que la conformaban.
-¡Hey! - se quejó mi morena amiga, y sonreí por lo bajo. -Tú no te negaste.- volvió a decir mientras vertía el líquido amarillento en las tres copas.
El delicado tintineo de las copas resonó en la atmósfera acogedora de la cocina, donde cada sorbo prometía una velada de complicidad y risas. Carlos, con su porte distinguido, se abría paso en la casa.
-Si nuestros padres se inquietan, diré que fue tu idea. No suelo ofrecer bebidas a los menores. - Comentó con un tono jovial mientras llevaba la copa a sus labios, sus ojos chispeaban con la diversión que siempre acompañaba sus encuentros.
Ana, la menor de los tres soltó una carcajada juguetona, desvelando el toque de picardía que siempre aportaba a las reuniones familiares.
- En cambio, con tres de estas, estarás expresándote en un idioma completamente distinto. - Pronunció entre risas, extendiendo una copa hacia mí. No dudé en aceptar el gesto con una sonrisa agradecida.
Desde la cocina, la voz de Ana resonó nuevamente con entusiasmo. - ¡Carlitos! - Exclamó, anunciando la llegada de su hermano mayor.
-Dios, siento que hace una eternidad desde la última vez que nos vimos. - Blanca, seguida de su hermana, se acercó a Carlos y lo abrazó con efusividad. El moreno respondió con una sonrisa cálida, sumergiéndose en la familiaridad del gesto.
-Sophie. - Saludó con un breve beso en mi mejilla, a lo que respondí con un asentimiento. -Sainz. - Pronuncié, capturando la sutil tensión que siempre flotaba entre nosotros.
-Ustedes son tan raros. - Ana bromeó, llevando la bebida a sus labios con un gesto juguetón. Carlos, con una expresión entre divertida y confundida, no pudo evitar preguntar: -¿Margaritas? - La risa de Ana resonó, añadiendo un toque de misterio.
-Fue idea de Blanca. - Ana se encogió de hombros con complicidad, provocando una risa juguetona de Carlos. -¡Hey, claro que no! - Blanca trató de defenderse, pero Carlos, enarcó una ceja incrédulo. -Conozco tu receta de margaritas. - con astucia, delató sus conocimientos sobre el proceso de elaboración de Margaritas de Blanca. Entre risas, Blanca finalmente se rindió y se alejó hacia el patio.
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Pruébame - Carlos Sainz
Fanfic¿Has escuchado alguna vez que las apariencias engañan? Carlos, por desgracia, nunca lo había considerado. Pero en esta historia, las máscaras caen más rápido de lo que uno podría imaginar. Sophie Ferrara, aparentemente dulce y sumisa, la niña dorada...