Un deseo cumplido

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Después de aquella tarde interesante que pasó Wiss en compañía de Bills Alternativo, el ángel comenzó a acostumbrarse a ver a aquel prisionero con más frecuencia, lo visitaba a diario en el subterráneo quedándose horas junto a él para conversar o jugar a algún juego de mesa. A ambos les gustaba estar juntos haciéndose compañía, el agrado era mutuo por lo que no tenían que esforzarse en sentirse cómodos, incluso en los momentos en que se quedaban en silencio luego de una larga conversación.
Durante ese pequeño lapso de tiempo en que Wiss bajaba a diario para ver a Bills Alternativo pasaron cuatro días, período que le fue más que suficiente para terminar por convencerse de que ese dios realmente era un buen tipo, ya no necesitaba más pruebas que le dieran la razón a su creencia pues esta ya era un hecho para él. Sabía que Bills Alternativo era un tipo sincero, lo cual también era su característica más marcada y que le ayudó más rápidamente a sacar su conclusión definitiva. Por lo mismo, tomó la decisión de seguir buscándolo, su grata compañía le hacía sentir bien y menos solo, lo que le ayudaba bastante a mejorar un poco en el aspecto social y a pasar el tiempo más a gusto en ese planeta tan solitario y alejado de todo.

Wiss almorzaba con algo de prisa para poder terminar pronto para ir a la cocina y prepararle la bandeja con almuerzo a su copia. A pesar de que le ha dicho varias veces que puede salir sin miedo de su habitación, este simplemente no ha querido lo que lo llevó a acostumbrarse a que le llevaran la comida hasta la puerta de su cuarto preocupándose solo de comer y seguir dibujando encerrado entre cuatro paredes, algo de lo que Wiss estaba cansándose, pero que tampoco podía dejar de hacer ya que seguía bajo su cuidado. De esta forma, llevaba a cabo parte de su rutina, misma que ahora estaba cumpliendo yendo de camino a la habitación de su copia con bandeja en mano.
Un par de minutos más tarde, el ángel golpeaba suavemente la puerta con sus nudillos, llamado que fue atendido a la brevedad. Su copia le abrió la puerta dejándolo pasar para cerrar de inmediato, ya solos dentro de la habitación, esperó a que el asistente le dejara la bandeja en la mesa para luego solo sentarse y comer hambriento. La actitud despreocupada y arrogante de aquel ángel no le agradaban al recién llegado Wiss, diferencia muy marcada en ambos y que agradecía no ser igual de grosero que aquel, pero que de todas formas dejaba pasar quedándose ahí parado a un metro de distancia de donde el otro comía en silencio.

- ¿Qué es esto? .- preguntó de repente el ángel copia levantando el tenedor para que el otro lo viera -. Sabe extraño.
- Eso es puerro, una verdura que es similar en sabor a la cebolla o al ajo, aunque de sabor más suave. ¿No te gustó?
- No. Prefiero la cebolla. Además, está un poco cruda. Te faltó cocinarla.
- Si gustas, la próxima vez sales de la habitación y vas a la cocina a preparar tu comida.

La respuesta tajante de Wiss hicieron voltear al otro ángel que apreció rápidamente la molestia de quien miraba. Tragando duro, no le quedó más remedio que ponerse de pie y disculparse con una reverencia, sabía que si lo hacía enojar, se quedaría sin cenar y probablemente sin desayunar al otro día. Wiss, por otro lado, miró con indiferencia la reverencia que había recibido levantando una ceja de forma despectiva una vez que el otro quedó de frente esperando alguna palabra como reproche. Sin embargo, no pasó nada de eso, Wiss lo dejó pasar indicándole con la mirada que continuara su almuerzo, no quería arruinar su humor con algo así.

- ¿Mi señor sigue vivo? .- preguntó el ángel copia luego de comer el plato principal en completo silencio -.
- Sí.
- Vaya, no pensaba que su vida se alargara tanto a pesar de estar privado de todo.
- ¿Sigues queriendo que muera?
- Así es, no merece vivir después de todo el abuso que ha cometido.
- El odio que existe entre ustedes dos es mutuo. Qué lamentable que no exista ningún tipo de buena relación.
- ¿Por qué lo lamentas? .- el ángel copia se dio vuelta en su asiento para mirar al otro que seguía de pie también mirándolo -. Dices que el odio es mutuo entre nosotros. ¿Eso es porque has seguido hablando con él?
- Es correcto. De alguna forma tengo que saber más de ustedes, y no iba a conseguir nada interesante si seguía insistiendo en que me lo dijeras tú.
- Ya veo. Conque ya logró convencerte haciendo uso de su fraudulento carisma. Lo que haces está mal, Wiss, muy mal.

Cómplice LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora