Capítulo 11

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Peter
Nada más veo la pantalla de mi teléfono iluminarse y corro hacia él para ver quien llama.

Las alarmas se encienden dentro de mi cabeza al leer el nombre en la pantalla.

Respondo de inmediato y los sollozos al otro lado de la línea comprueban lo que me esperaba

<Maldito hijo de puta>

- Voy para allá- le digo y cuelgo inmediatamente.

Bajo las escaleras de la casa y me escabullo en el patio de mi vecina. Tomo unas escaleras y silenciosamente pero apurado subo hasta su habitación. La ventana ya está abierta y me encuentro con el cuarto en penumbra al adentrarme

Paso mi vista por la habitación y mis ojos se detienen frente al espejo de cuerpo entero qué hay en una esquina y ahí, en el piso hecha un mar de lágrimas la veo.

Me rompe el corazón y me cabrea verla así.

Ese maldito me las va a pagar

Camino hecho una furia hasta el otro lado de la habitación

- Peter, por favor- me detiene de golpe su voz llena de dolor

Me giro hacia ella y no me importa que solo esté en ropa interior, me agacho y la tomo en mis brazos y la coloco sobre la cama. Ella se vuelve un ovillo y noto cómo está temblando de tanto llorar.

Miro su espalda y me doy cuenta de la magnitud de los golpes que ha recibido.

Me quedo en silencio, en estos momentos no hay muchas palabras para decir porque sus heridas no son esas que se ven a simple vista, sus heridas son más profundas y de las que no pueden ser curadas.

Le paso la mano por el pelo

- Shhh, todo estará bien- la tranquilizo - estoy aquí para ti

Hacia mucho tiempo que él no la tocaba pero esta vez pasó el límite, no permitiré que continúen estos abusos. Ya ella es mayor de edad y yo no la dejaré sola, la voy a ayudar en lo que necesite pero no puede seguir viviendo con esa escoria.

- Me duele tanto- me dice y puedo sentir la agonía en su voz- hacia mucho no pasaba algo así, yo no sé... no se qué pasó, y...yo est... estaba en la cocina y él llegó y estaba borracho y se volvió loco sin razón- suelta un jadeo de desesperación- ¿qué fue lo que hice mal?

- Tú no tienes la culpa de nada ¿Me oyes? - la tomo suavemente del mentón- nada de esto es tu culpa, él es quien está mal, es un animal y va a pagar por esto

Ella se aferra a mí y pasó los dedos debajo de sus ojos para eliminar las lágrimas.

Me dedica una mirada triste y pega su frente a la mía, puedo sentir su respiración cerca de mis labios y en este momento me muero por tener un impulso y besarla pero no es el momento para eso.

Aparto mi rostro y endurezco mi expresión

Ella me dedica una mirada triste y yo no sé qué hacer. La apego a mi pecho y comienzo a hacerle cosquillas en él cabello hasta que se queda dormida entre mis brazos.

Su teléfono comienza a sonar y me doy cuenta de que está detrás de ella, mi intención no es que se despierte, ha de estar muy cansada por todo estoy más la semana de universidad.

Tomo su celular y veo la pantalla iluminada con el nombre de Aiden.

Siento una punzada de celos

Aiden no sabe nada sobre los problemas que Regina tiene en casa con ese señor, él no sabe nada de ella.

Respondo la llamada

- ¿Si?

Silencio

- Regina no está en condiciones ahora mismo de hablar, Aiden- hago una pausa- mañana le diré que te llame.

Sin decir nada cuelga y puedo imaginar la molestia que ha de sentir en este momento, pero no podía contarle lo que pasó, eso le corresponde a ella, que ella decida si le dice o no.

Cierro mis ojos y me dispongo a descansar.

.....
A las 5:00 am me levanto para preparar el desayuno del padre de Regina para que ella pueda seguir descansando, desde aquí hasta que él se levante falta al menos una hora y alcanzará para que no me vea y no le busque un problema más a Regina.

Despacio la separo de mi cuerpo, con mucho cuidado de no despertarla ni lastimarla. En el resto de la noche se quejó varias veces por el dolor en su espalda y yo lo único que podía hacer era maldecir una y mil veces al mal nacido de su padre.

Salgo del cuarto y voy bajando las escaleras para preparar algo para ese señor e irme a mi casa.

Un carraspeo llama mi atención, me giro en su dirección y veo al señor Hoffman parado al lado de uno de los sillones del salón

A la mierda

Camino hacia él y le propino un fuerte puñetazo en la cara, descargó toda mi ira en ese golpe y aún así siento que quiero estrangularlo.

Él se levanta tocándose el mentón y me mira divertido

- Después de todo los golpes no han servido de nada porque se ha convertido en una zorrita que meta a cualquiera a su cama

Eso hace que enfurezca más y le propino dos golpes más, uno en la nariz y otro en el estómago que lo deja sin aire

- Usted, señor - digo con el mayor desprecio- me da asco, no se le vuelva a ocurrir ponerle un dedo encima a Regina o llamarla cualquiera cuando aquí la peor lacra es usted

- Te atreves a retarme y pegarme en mi propia casa, que valiente ¿Sabes que eso es penalizado? Soy abogado si no recuerdas

- Quien parece no recordar lo que es, es usted. Conociendo la ley se expone ante ella como un abusivo de lo peor y lo más malo del caso es que es su propia hija ¿Cómo puede ser tan cruel con su propia sangre?

- Ella tiene la culpa de todo, no hace nada bien, le he dado la mejor educación y aún así sigue siendo una inútil buena para nada.

Lo tomo del cuello y lo estampo contra la pared

- No la va a volver a tocar- amenazo- o puede estar seguro que no le alcanzará conocer todas las leyes del estado o del país para librarse.

Lo suelto y vuelvo escaleras arriba a la habitación de Regina, me siento a esperar que se despierte y al verla removerse en la cama le digo:

- Ayer fue la última vez que ese hombre te puso un dedo encima.- le digo serio- A la hora debida iremos a comisaría y mostraremos las pruebas de lo que lleva años haciéndote.

- No puedo hacerlo- me mira con los ojos llorosos

- Si no lo haces tú lo haré yo

- No lo entiendes yo... no puedo, es mi padre

- ¿Tu padre? Vamos Regina ¿Qué será lo siguiente? ¿Que te mate?

Ella agacha la cabeza y me levanto de la silla caminando en su dirección

- Hey- la tranquilizo- No te preocupes, todo estará bien. Ya eres mayor de edad y yo te ayudaré en lo que sea necesario- le doy un beso en la mejilla- lo que no puede suceder es que ese hombre te siga maltratando de esta manera porque no responderé por mis actos.

Ella me mira asustada y finalmente asiente

No la dejaré sola, aunque sea lo último que haga

Con ninguno de los dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora