Capítulo 40

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Regina

Después de que Aiden se fue me puse a leer toda la información que tenía para hacer la denuncia. Necesito estar bien informada. La verdad no me importó enseñarle las cosas porque él no tiene nada que ver con este tema. Él me ha lastimado pero no tiene nada que ver con esto.

Tomo mi celular y veo muchos mensajes de mi padre, me da asco llamarlo así. Lo he ignorado completamente, solo espero que esto no sea para mal. Espero que no se vuelva loco y venga a por mi al no obtener respuesta. Él no puede saber absolutamente nada de lo que planeo hacer.

Escucho el timbre del apartamento y bufo. ¿No podré estar tranquila el día de hoy? Lo ignoro y sigo en lo mío. Vuelve a soñar el molesto timbre y me pongo de pie de mala gana. Salgo de la habitación y camino enfurruñada hasta la puerta. No observo por la mirilla, nunca lo hago, pero debería comenzar a hacerlo.

Me quedo estupefacta, de piedra, en shock al ver a Peter delante de mí.

Me pongo muy nerviosa. Lo observo analíticamente. Tiene el cabello más largo y algo despeinado, no le sienta mal la verdad. Tiene rastros de una barba creciente que le resalta un poco más las facciones. También puedo notar que se ve un poco más fuerte.

- Hola - me dice algo tímido.

- Hola - trago en seco y me quito de la puerta para invitarlo a pasar.

- El conserje me dijo que este era tu nuevo apartamento- comenta - es bonito.

- Gracias - respondo seca.

- ¿Y bien? Estoy aquí. Hice lo posible por llegar lo más rápido que pude ¿Qué pasa?

- Lo se todo Peter - digo y él no se inmuta- se todo lo que tú, tu padre y el mío han hecho en mi contra.

Lo veo palidecer, esa no es la reacción que esperaba. Su cara muestra un profundo shock y una consternación inigualable.

- Pero ¿como? - dice

- Mi padre vino hasta aquí para contarme - le digo y su expresión pasa a ser una asombrada - En realidad vino a chantajearme y me amenazó, pero eso no te importa.

- Regina yo.... Lo siento - dice y su voz se rompe - lo siento de verdad yo no–

- Para - lo interrumpo - no quiero escuchar tus excusas - la verdad no me interesan. Para serte sincera esperaba este momento para gritarte en tu cara todo el desprecio que siento por ti. El asco que me da pensar en que me entregué a ti, sin más, que me enamoré de una farsa...

- Yo te amo Regina - dice al borde del llanto.

- ¿Me amas? - suelto una risa cínica- Eso no es amor Peter, eres egoísta y ambicioso. Solo piensas en ti. Tal vez eres igual o peor que mi padre.

- No, no me compares con ese señor. Tu no sabes nada- me dice desesperado y yo sonrío.

- Ya no me importa - soy sincera- la verdad pensé que me sentiría peor pero la verdad es que me siento más liberada.

- Perdóname, por favor. Yo te amo - lo veo suplicarme y me da algo de pena, que no muestro, no necesito verme débil en este momento.

- Estás enfermo- digo despectiva

- Si, estoy enfermo porque fui un imbécil, jugué contigo y aun así me enamoré de ti - solloza - me enamoré y fui un cobarde al no decirte la verdad, al dejarte sin ninguna explicación. No ha pasado un día en el que no me sienta como una mierda por lo que te hice y no pasa un día que no me arrepienta de ser un puto egoísta.

- Tus disculpas no me sirven para nada - mi voz se rompe, pero no le grito, no tengo fuerzas - me lastimaste. No me importa que se hayan hecho de mi dinero, no me importa mi padre ni el maldito dinero. Me dolió más tu traición que cualquier otra cosa - sollozo ya sin poder controlarme - lo esperaba de cualquier otra persona, de cualquiera, menos de ti. Me abrí para ti, fui sincera, desde niños siempre fuimos amigos y siempre me ayudaste a salir adelante. Tu compañía me sirvió para no sufrir en carne viva los maltratos de mi padre. Siempre me dijiste que me protegerías de todos- hago una pausa- pero nunca me dijiste que tenía que aprender a protegerme de ti... porque tú eras el verdadero peligro, tú eras el único en quien confiaba y fuiste el que más me dañó.

- Perdóname por favor - me dice suplicante y desvío mi mirada.

- Si te llamé fue para pedirte algo - lo corto

- Lo que sea- me dice limpiándose las lágrimas- lo que sea por ti.

- Quiero que me ayudes a recuperar lo que es mío - lo miro a los ojos- quiero que me ayudes a hundir a tu padre y al mío. Que paguen por todo lo que han hecho. Que mi padre pague por cada uno de los abusos que cometió hacia mi y que tu padre me devuelva lo que me pertenece. No quiero dinero, pero eso vale mi dignidad - suspiro recobrando la compostura- tengo las pruebas suficientes para hundirlos a ambos, pero por el poder que posee tu padre, se que intentará salirse con la suya y tratar de taparlo todo. Necesito que tú seas testigo y testifiques en contra de ambos, que digas todo lo que sabes.

Lo miro directamente a los ojos y veo la desesperación en ellos, eso esos ojos que siempre pensé que eran transparentes para mí, que no me ocultaban nada.

- Y si no puedes hacerlo por mi - hago una pausa sorbiendo mi nariz- hazlo por los años de amistad que tuvimos y por las cosas que vivimos.

Él suspira y lleva sus manos hasta su cabeza, las pasa por su cabello y se limpia los restos de las lágrimas que le quedaban en la cara.

- Lo haré- me dice - haré lo que sea necesario. Necesito que me perdones y que entiendas que nunca quise lastimarte, fui un peón más en ese juego, y si, soy un cobarde, un egoísta por pensar en mí solamente, por anteponer mi bienestar por encima de nuestra amistad y de los sentimientos que tengo por ti.

- No te puedo perdonar - le digo y siento como mi voz y mi corazón se quiebran - pero por favor - le suplico - ayúdame, hazlo por respeto a ese amor que te tuve y que dices que me tuviste.

- Lo haré. También conseguiré tu perdón.

- Voy a confiar una última vez en ti - le digo - Esto me asusta porque se trata de tu padre y tengo miedo que me vuelvas a traicionar, pero confiaré una última vez en ti.

Él se acerca y levanta su mano hasta tocar mi mejilla. Su tacto me incomoda pero no me alejo. Desvío mi mirada al suelo y limpio una lágrima escurridiza que rueda por mi mejilla.

- Yo no defraudaré tu confianza - pone su mano sobre su pecho - lo prometo.

- Gracias - le digo

Él me da un beso en la frente y eso revuelve emociones dentro de mi. Recuerdo muchas veces que me besaba la frente o a un lado de mi cabeza y eso me transmitía tanta seguridad. Creía que nada malo podía suceder porque él estaba ahí para mí, cuidándome, como prometimos desde niños: yo para él y él para mí.

Me separo de él tomando una distancia prudente y llevo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Él se fija en mi cambio.

- Se te ve bien ese corte. Aunque no te puedo decir que es más hermoso que tu cabello largo y natural.

- Gracias - le digo. Carraspeo- mañana nos veremos en la comisaría general de la ciudad. Tenemos que ir hasta allá porque aquí en el pueblo no se resolverá ningún problema. Espero verdaderamente que desde allá su haya una solución.

- Eh... si. Allá te esperaré temprano, sobre las 8:00 ¿te parece? - siento como su voz se apaga un poco.

- Me parece bien

- ¿No necesitas que te lleve?- pregunta

- No gracias, ya tengo forma de llegar.

Él asiente en comprensión y mete sus manos a sus bolsillos.

- Debería irme - dice y yo asiento caminando hasta la puerta para abrirla - Nos vemos mañana.

- Estoy depositando mi confianza nuevamente en ti, Peter - le digo y mi voz sale más asustada de lo que esperaba.

- No te preocupes. No te defraudaré - me sonríe, gesto que no llega a sus ojos- lo prometí.

Le sonrío tristemente y él se despide con un beso en la mejilla. Se aleja por el pasillo hasta el ascensor y lo veo perderse detrás de las puertas del mismo.

Suspiro y cierro la puerta detrás de mi.

En mi pecho puedo sentir el miedo a que me vuelva s traicionar.

Esa noche, después de escribirle a Aiden para recordarle el favor de mañana apago mi celular y no pego ojo en toda la noche.

Con ninguno de los dos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora