La Última Gran Guerra / Lucegon/

El inicio del fin 2/

Los los gritos y los bullidos de la noche se escuchaban por todos los pasillos el olor a sangre era insoportable mientras que la angustia y terror perseguía a Ambos chicos corrieran por los pasillos .
 
El mayor sosteniendo a su hermano para que no tropiece.

Ambos escuchaban los pasos que los venían siguiendo de cerca y hacían que el corazón se le acelerará.

-taoba!!! - grito su tío

Lucerys apretó con más fuerza el puñal en sus manos, el castillo estaba siendo atacado y Aemon los venía siguiendo, Joffrey estaba a su lado y sabía que está ba asustado por la forma por la que temblaban sus manos.

Al entrar en la habitación trabó la puerta tomando su hermano del brazo se dirigió al trono de sal, debajo de este se encontraba un pasaje por el que podrían salir.

- Joffrey escucha- dijo mientas lo encaraba- baja todas las escaleras y cuando llegue a la playa ve a donde están los dragones y espera hay, yo iré a buscarte.

- luck...

- tranquilo yo te voy a buscar de acuerdo.

En ese momento intentaron abrir la puerta, intentaban forzarla desde fuera. Y eso fue señal sufriente.
Luck empujó a su hermano dentro del pasadizo y rodó el trono de nuevo a su lugar.

Joffrey no pudo ver nada pero si pudo oír algo antes de  de bajar.

- Crees que todo el odio tu odio y rencor se terminará si me matas

-No creo que el odio termine nunca, pero con tu muerte haré sufrir a muchos y eso sí me dará felicidad.
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Momento antes de ese suceso.

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Esa noche se avecinaba una tormenta a la costa, Aegon se encontraba en las cavernas debajo del castillo donde se encontraban los dragones de la familia.

Como cada anochecer el platinado caminaba hacia su dragón y permanecía así por horas antes de volver a sus habitaciones.

Ya casi era tiempo de volver, así que mientras le acariciaba las escamas le repitió como siempre las indicaciones.

- si llego a morir, búscalo y tráelo aqui- le repetía al dragón- no me busques, solo mantenlo a salvo, si amigo.

Esa orden nunca le gusto a su dragón, cada noche se sentía como si se despidieran. La gran bestia dorada sabía cuál era su propósito; si su jinete moria llevaría a su cría al castillo del mar donde lo protegería a el y al pequeño arrax.

-  cuántas veces le has dado esa orden a tu dragón- dijo la mujer de blanco mientas entraba a la caberna- aún piensas que vas a morir.

- Es una posibilidad - dijo sin voltear.- no pensé que te vería hoy.

- tenemos asuntos pendientes- dijo sería Sherryn mientras se acercaba- has pensado en lo que te dije.

- Ya no entiendo lo que me pides, me exiges soluciones pero no aceptas mis ideas- hablo frustrado.

- cuando me dijiste que ibas a matar a Aemon era una pésima idea-  le recrimino.

- por su puesto que no!!!, esa era una buena idea- le señalo avivando más la discusión- hubiera acabado con el problema de raíz desde hace muchas lunas.