CAPÍTULO XXI

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*Maureen*

—Dime dónde está —la garganta quema, pero puedo soportarlo. La alegría compensa cualquier tipo de dolor—. Dime dónde está Olivia.

El rostro del oscuro es de incredulidad. Milos y Cal, por otra parte, me miran con ojos brillosos. El primero incluso tiene la boca entreabierta, sé que escucharme debe emocionarlo.

—Prefiero morirme a servirle a ustedes —habla con soberbia el demonio—. No esperen sacarme ninguna palabra —los gruñidos de los licántropos se intensifican luego de eso. No transcurre mucho tiempo para que ataquen.

Aprendo con rapidez que los lobos no dan segundas oportunidades. Tengo el privilegio de ver en persona cómo lo destrozan en cuestión de segundos.

La escena es catastrófica, hay sangre por todos lados. Los mordiscos destrozan y desgarran cada parte de él. El oscuro ni siquiera se defiende, acepta su destino y se somete a él. Parece que su lealtad a Markus es más grande que su deseo de vivir, prefirió morir a callar.

Cuando todo pasa, noto la cabeza desmembrada del oscuro en el piso. Una idea cruza por mi mente, pero me obligo a reservarla para más adelante.

Las fauces ensangrentadas de los licántropos ahora apuntan hacia mí, pero no hacen más que eso. Solo me miran, expectantes.

Un lobo en particular, de tonalidad gris y motas marrones en el lomo se acerca hasta detenerse frente a mí. Me analiza detenidamente, como si pensara en lo que va a hacer conmigo. Milos me sujeta con fuerza, recordándome que no estoy sola frente a ellos.

El brillo en los ojos del canino me resulta conocido, la forma en la que mira también.

Es una de las cocineras, creo conocerla.

—Greta —hablo con miedo, ella me observa fijamente. Con su mirada parece calar hondo en mí.

Quizás es por los nervios, pero digo la primera idiotez que se me viene a la cabeza:

—No pensaba que peleabas.

—En Vertet todos peleamos —habla una mujer a mis espaldas, conozco su voz. La identifico como Lydia Murren, una de las consejeras de Olivia—. Hace veinte años no tuvimos otra opción más que aprender. Que aquí haya guardias reales solo es una formalidad, en realidad todos luchamos por el reino, y todos daríamos la vida por Olivia —el tono en su voz es serio—. Preguntaste por su paradero, pero los demonios como él no escupen la información, y tampoco tenemos tiempo para interrogarlo —asiento, porque es cierto. El tiempo corre y la tormenta empeora. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Volteo a ver a la mujer y está... Oh, está desnuda.

Instintivamente miro a Milos, tiene las mejillas rojas y mira hacia el suelo. ¿Debería hacer lo mismo? ¿Eso es normal? Mierda, esto es incómodo.

—¿Por qué ningún almirante vino? —cuestiona Lilah, denoto que se ha transformado. Tiene restos de sangre en el rostro y se encuentra igual de... desvestida que el resto.

La mayoría ha regresado a su figura humana, pero noto que algunos guardias, a diferencia de los trabajadores, sí conservan la ropa, ¿a qué se debe eso?

Hago una nota mental para preguntarlo más tarde.

—Por lo que sé, Veltank está ocupada. Se está encargando de los ataques en las protecciones, parece que intentan romperlas... En cuanto a los Moonest, partieron a una misión —Joseph Ajax acota—. Siendo honesto, era imposible que alguno de ellos se percatara de lo que estaba sucediendo aquí. Además, el enemigo fue extremadamente silencioso.

Silvebris: la llama eterna | HEREDES #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora