Cap 11: Detener el Tiempo

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En capítulos anteriores...

—No te preocupes por nada, Seiya. Marin, yo y todos los que quedamos aquí nos haremos cargo de levantar de nuevo el santuario. Deberías respetar lo que alguna vez deseo Saori para ti, una vida normal.

—Tienes razón, Shaina —contesta el santo de pegaso sin romper contacto con la mirada tierna de su hermana. La toma de la mano y se pone a su lado para mirar ahora a la santo de ofiuco—. Encontré lo que vine a buscar, te lo agradezco. Me iré de este lugar con Seika así que ya no necesito esto.

De esa forma Seiya y su hermana emprendieron un viaje hacia tierras niponas, pero lo tomaron como la mejor excursión de sus vidas. Abordaron un tren para llegar a cierta parte de Athenas dónde hicieron turismo y luego abordaron un vuelo de casi dieciséis horas de vuelo. Luego tomaron otro tren que finalmente los hizo pisar suelo japonés.

Seika estaba un poco desorientada por el cambio de horario pero feliz de haber vuelto a su tierra de origen. Seiya tampoco se quedó atrás, casi no durmió durante las largas horas de viaje porque quiso vigilar el sueño de su hermana además de aprovechar en escuchar un poco de noticias del mundo.

Algo desconcertante fué enterarse que los cementerios de varias ciudades del mundo estaban cerrando sus puertas al público por extraños fenómenos que sucedían durante la noche. Entre ellos, flores que se marchitaban de repente y cadáveres de aves que aparecían a la mañana siguiente además de testimonios de cuidadores que aseguraban oír voces en sus turnos de guardia.

—¿A dónde iremos ahora, hermano? —pregunta Seika sacándolo de sus pensamientos. Se encontraban caminando por las calles de la agetreada ciudad.

—Mino estará feliz de verte —contesta Seiya y la toma de la mano con dirección al orfanato

***

En otro lugar, se llevaba a cabo una reunión que cambiaría el destino de los santos de bronce. El Olimpo, hogar de los dioses, estaba deliberando sobre el castigo que debía recaer sobre la tierra y sus protectores. Cuando todos los dioses dieron su punto de vista fué el turno de Saori de hablar.

Se encontraba en el centro del lujoso templo, aún con su armadura puesta desde la batalla con Hades pero su hermana Artemisa le había confiscado a Nike y su escudo.

—No pretendo justificar a los humanos —empieza a decir con la cabeza baja—. Tienen defectos pero también tienen mucho amor que dar. No creo que merezcan la muerte cuando fuimos nosostros los dioses quienes le dimos la vida. Ese pequeño tesoro que mis caballeros y yo defendimos hasta el final. Poseídon y Hades tenían ideologías no muy distintas a las de ustedes pero eran muy crueles. No fué mi intención desestabilizar al Inframundo y sé que merezco un castigo, hagan lo que quieran conmigo pero dejen a la tierra, a Seiya y a los otros en paz.

—No estás en condiciones de exigir nada Athena —sentencia Hera, su porte divino y elegante sobresalía en el lugar—. Solo porque Poseidon se puso de tu lado en la batalla fue que decidimos ser indulgentes contigo y la tierra. Pero ya ha pasado un mes y has visto los desastres que tus acciones han causado. Los humanos no son tontos, su hambriento deseo de profanar las leyes naturales y morales los llevará a darse cuenta que ya no necesitan temer al poder divino si pueden controlarlo.

—¿Qué tratas de decir? —cuestiona Athena sin expresión alguna. Solo deseaba que los otros dioses tomarán su petición en consideración

—Es simple, le perderán el miedo a la muerte porque sabrán que pueden escapar del Inframundo y eso solo los hará cometer más y más pecados —quien responde es Hermes, un dios de expresión fría y calculadora

—Dado que Apolo y yo controlamos el paso del tiempo en la tierra es que hemos podido frenar el avance de la fisura que has creado en el Inframundo —interviene Artemisa, su rostro está cubierto de una sutil mirada de misericordia hacia su pequeña hermana—. Pero ya no podemos seguir haciéndolo, entiende Athena. Necesitamos acabar con la tierra, quizás luego nuestro padre considere luego darle una oportunidad y construir un nuevo mundo.

—No —expresa Saori con firmeza—¿Hablan de destruir a los humanos y luego volver a levantar uno nuevo? ¿Sobre qué? ¿Sobre los huesos de gente inocente?

—Los justos pagan por pecadores. El nuevo mundo no sabrá eso, solo sabrán lo que nosostros deseemos que sepan, volverán a estar agradecidos con sus superiores y de esa forma restauraremos nuestra jerarquía —contesta Apolo, el dios de sol y empezó a jugar con sus dedos sobre el reposabrazos de su trono

Saori empezó a derramar lágrimas de impotencia sobre el suelo. Su vista empezó a nublarse y solo pensaba en sus caballeros en la tierra, el castigo iba a alcanzar a todos, ¿qué podía hacer ella para evitarlo? Necesitaba más tiempo...necesitaba...

—Esperen...—Saori empieza a hablar, su voz suena como un susurro. Varios de los dioses empiezan a retirarse y eso la obliga a contener sus lágrimas y ponerse de pie y hablar con más firmeza—. Esperen

—La asamblea acabo Athena —comenta su hermana Afrodita en un tono burlón

Apolo, Artemisa, Hera y Hermes voltearon. Al tener la atención de los otros dioses Saori tomó fuerzas de dónde no tenía para explicar su oferta. Solo esperaba que ellos la aprobaran y así compraría algo más de tiempo para Seiya y los demás.

Al terminar la primera en poner cara de sorpresa fue Afrodita, quien ahora tenía una tarea que hacer en la tierra.

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Una disculpa por no actualizar, han sido días ocupados y también sigo de luto por el final de Shingeki No Kyojin :')

Una persona me escribió a mi privado para preguntarme si este fanfic sería corto o largo. Analizando las ideas que me faltan escribir...SI...calculo que llegaremos hasta el capítulo 15.

Disfruten su lectura y no olviden votar!!!

Saint Seiya Do CvidanjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora