Cap 12: Un Nuevo Orden

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—¿Siempre traes las manos heladas? —Yumi se estremece bajo su abrigo mientras que junto a Hyoga caminan hacia el pueblo. La muchacha ofrecía su  queso y yogurt casero a los aldeanos mientras que Hyoga se encargaba para cortar leña para todos sus vecinos

Desde que se conocieron, han pasado la mayoría de los días juntos porque habían notado que necesitaban la compañía del otro. Hyoga se sentía cómodo con ella porque Yumi ignoraba la existencia de los caballeros de Athena y todo lo que eso implicaba.

Solo era una forastera que estaba de paso en Siberia, eso le venía perfecto para el santo de bronce porque así se evitaba el tener que dar explicaciones.

—Eso es normal aquí, diría yo —contesta Hyoga encogiéndose de hombros—. Bueno, yo debo ir a cortar leña por el extremo norte. Nos vemos más tarde, ¿no?

Yumi accede con una sonrisa y así sus caminos se separan. Hyoga la ve entrar al pueblo con una canasta en la mano y es la última vez que la volvió a ver. Esa noche Yumi no vino a cenar a casa de Hyoga, ni la noche siguiente ni la siguiente después de esa noche.

Hyoga empezó a preocuparse porque según sus cuentas aun faltaba como dos semanas para que su padre y ella dejaran el pueblo. Su primera pista fué buscarla allí pero todos los aldeanos coincidían en que no la habían vuelto a ver desde hace días.

También preguntó por el padre de Yumi y nadie supo darle razón de quién era o dónde vivía. Que nunca lo habían visto pero que Yumi era muy habladora sobre él. Parecía como si se los hubiera tragado la tierra. ¿De verdad se habían ido?

Ella no se había despedido de Hyoga. Una ola de tristeza lo envolvió. Parece que estaba en su destino no aferrarse a nadie.

***
En Japón, las cosas tampoco iban bien para Seiya. Había estado soñando con Saori enjaulada en una celda con barrotes de oro. Esa escena lo perturbaba tanto que no podía concentrarse en su presente.

Y su presente era su hermana y Mino.

Debía seguir adelante, el recuerdo de Saori tendría que dejar de perseguirlo algún día. Una noche Seiya salió a la playa donde se encontró a Shun la última vez con la intención de despejar su mente. Se quedó ahí un buen rato hasta que el frío y unos truenos en el cielo lo alertaron para volver al orfanato.

Las calles estaban abarrotadas de gente cuando una fuerte lluvia empezó a caer. Las personas abrían sus paraguas o buscaban donde refugiarse. Seiya se vió atrapado entre esas personas hasta que algo llamó su atención.

Una cabellera morada sobresalía del resto de personas. Era Saori. Seiya no lo pensó ni un segundo antes de ir hacia ella. ¿Cómo ella estaba ahí en la tierra?

— ¡Saori! —Seiya toma del hombro a la joven quien lo mira asustada.

No era Saori. Era una chica común cualquiera. Ella se apartó del santo de pegaso y siguió su camino. ¿Seiya se había confundido? Era ella, no estaba loco. O quizás su imaginación le estaba jugando una mala pesada.

Mientras camina hacia el orfanato, su mente no estaba ahí. Seguía inquieto por lo que acababa de suceder. Si ya de por sí Saori lo perseguía en sus sueños, ahora todo se había salido de control al imaginar verla en el mundo real.

— ¡Lárgate! —Era la voz de Seika. ¿Qué estaba pasando? Seiya se apresura al entrar al orfanato y observa a su hermana con un florero en la mano y a Mino asustada detrás de un mueble.

— ¿Qué está sucediendo? —pregunta Seiya mirando a ambas.

—Seika se volvió loca, Seiya. No me reconoce. Le dije que la cena estaba lista y me desconoció totalmente. Me persiguió por las escaleras y agarró ese florero —explica Mino al borde de las lágrimas.

—Hermana, ¿qué te sucede? —Seiya se coloca en medio de ambas chicas. El sueño está mojado y hay flores pisoteadas en en suelo. Seguramente Seika lo hizo al momento de levantar el florero—. Dame eso.

Seika observa a Seiya totalmente fuera de si. No dice nada y tampoco le entrega el florero a su hermano. Al contrario, empieza a respirar agitadamente y también sus manos comienzan a temblar.

—Seika, soy yo, Seiya. ¿Qué tienes hermana? —Seiya se acerca de modo sigiloso hacia donde está su hermana. Solo necesita llegar a ella y todo estará bien.

Seika parece reaccionar al intento de abrazo de su hermano, pero explota cuando ve movimiento a su alrededor. Mino se encuentra corriendo escaleras arriba y eso es suficiente para que Seika vea a Seiya como amenaza y le reviente el florero en la cabeza.

Seiya no lo ve venir y recibe el golpe directamente. La sangre empieza a brotar tanto de las manos de Seika por los vidrios rotos que cortaron su mano, como también de la cabeza del santo de pegaso.

Seiya se desmaya en el suelo y mientras Mino baja corriendo a ayudarlo, Seika escapa del orfanato en plena lluvia y cubierta de sangre.

¿Qué había pasado?

El plan que había diseñado Athena empezaba a ejecutarse. Y de la peor forma posible.

Pero era la única forma de salvar a la tierra. Dejar que todo volviera a lo que una vez fué.

Los caballeros del zodiaco debían regresar a su misión. Prepararse para la siguiente guerra santa.

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No tengo mucho que decir, simplemente una disculpa por la demora en la actualización:'(

Fueron muchas cosas, poca inspiración, mi examen de la universidad, y también que inicie una nueva historia.

Pero no me siento bien dejando este fanfic a medias así que he decidido por fin darle un cierre a DO CVIDANJA.

Así que no se pierdan el último capítulo:') PRONTO...

Saint Seiya Do CvidanjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora