Seiya llega al Santuario de Athena con el presentimiento de que su búsqueda no será envano y por fin podrá reunirse con su hermana. Atraviesa el pueblo de Rodorio, pero antes aprovecha para comprar unas manzanas y de esa forma se dirige a las doce casas.
En la entrada de los templos del zodiaco se encuentra con Shaina quién está de espaldas observando las ruinas de la casa de aries.
—Ha pasado tiempo, Shaina —comenta el santo de pegaso contento de ver a una vieja amiga.
Por su lado, la peliverde reconoce esa peculiar voz al instante y en el fondo quiere saltar a abrazar a Seiya por el enorme trabajo que hizo en el Inframundo. A pesar de sus sentimientos consigue es su lado controlar sus impulsos y decide saludarlo de la manera que solo ella sabe hacerlo, todo con la intención de borrarle la expresión alegre al caballero de bronce.
En un ágil y rápido movimiento levanta su pierna y le propina una patada en el estómago a Seiya quien por el impacto cae al suelo soltando su cloth box.
—¿¡Por qué hiciste eso Shaina!? —protesta Pegaso, adolorido por el golpe.
—No pienses que seré amable contigo solo porque salvaste al mundo una vez más Seiya. Ni lo pienses —contesta el santo femenino cruzandose de brazos.
—Yo también me alegro de verte —Seiya se pone de pie y levanta su cloth box del suelo—. Necesito saber si mi hermana se encuentra aquí, yo quisiera...
—¿Seiya, eres tú? —Una voz a sus espaldas lo interrumpe y Seiya queda inmóvil. Había esperado tanto ese momento que en ese instante parecía surreal. No espera más y se gira para verla.
Las miradas de ambos hermanos se conectan y da la impresión que todo sucede en cámara lenta para ambos hermanos.
«Es Seika..., ¡es mi hermana!» piensa a instantes de explotar de felicidad y dicha. Lo mismo ocurre con Seika quien al ver el rostro de su hermano pequeño después de mucho tiempo, no puede evitar llorar.
—Hermana...—Seiya rompe el silencio con un débil tono de voz. Aún esta en shock por el reciente acontecimiento.
—¡Seiya, eres tú! —Seika no se resiste más y se lanza a abrazar a su hermano quien la recibe con los brazos abiertos. Lágrimas de felicidad decoran el momento tan emotivo que ambos estaban esperando.
—Te extrañe mucho —confiesa Seiya sin dejar de abrazar a Seika e inhalar su aroma tan peculiar y único.
—Yo también Seiya, he esperado por lo que parece mucho tiempo para volver a verte —La voz de Seika suena entrecortada y es todo lo que necesita Seiya para saber que esta llorando.
Se separa con cuidado de ella sin romper la distancia y mientras la toma por los hombros le dedica la sonrisa más genuina que sus labios puedan formar.
—No llores, Seika, no llores —suplica el santo de pegaso mirandola a los ojos.
—Tú tampoco...—Seika asiente mientras se limpia las lágrimas de su mejilla y acto seguido las de él—. No llores, Seiya.
—Ahora que te encontré, prometo cuidarte arriesgando mi vida. No volveré a perderte —Seiya toma la mano de su hermana y deposita un tierno beso sobre ella—. Te lo prometo.
—Sí, Seiya..., al fin estaremos juntos —Una sonrisa aparece en el rostro de Seika—. Sé que te convertiste en el caballero de Pegaso, pero ya no hay necesidad de pelear.
Esas últimas palabras resuenan en su mente tratando de encajar en la nueva realidad que se encuentra el santo de Pegaso y todo empieza a cobrar sentido luego de unos minutos.
Él se había convertido en caballero para poder reunirse con su hermana. Si bien al principio parecía un motivo personal, en el camino su recuerdo le servía de impulso para seguir su destino marcado por las estrellas en su deber como caballero de Athena.
Sin embargo, ese destino... ¿De verdad ya había acabado? ¿Podía Seiya vivir una vida normal después de todo? ¿Qué pasaría con Athena? ¿Dónde estaba ella? ¿Y el santuario? ¿Quién se haría cargo?
—No te preocupes por nada, Seiya —La voz de Shaina lo saca de sus pensamientos—. Marin, yo y todos los que quedamos aquí nos haremos cargo de levantar de nuevo el santuario. Deberías respetar lo que alguna vez deseo Saori para ti, una vida normal.
Al santo de pegaso, no le sorprendió que su amiga pudiera adivinar sus pensamientos; la verdad es que se conocían muy bien.
—Tienes razón, Shaina —contesta el santo de pegaso sin romper contacto con la mirada tierna de su hermana. La toma de la mano y se pone a su lado para mirar ahora a la santo de ofiuco—. Encontré lo que vine a buscar, te lo agradezco. Me iré de este lugar con Seika así que ya no necesito esto.
Shaina observa como Seiya se descuelga el cloth box del hombro y lo deja en el suelo para marcharse. Ella no puede hacer más que quedarse a observar como se marcha del refugio aquel muchacho dueño de su corazón. El cloth de pegaso yacía a sus pies lo que marcaba un antes y un después para toda la generación de santos que habían peleado durante la guerra santa.
Después de tantas batallas sangrientas, Seiya, Shiryu, Hyoga, Shun e Ikki merecían otra clase de vida. Por primera vez, luego de tanto tiempo, la tierra no se encontraba en peligro.
O eso parecía.
&&&&&&&&&&&&&&&&
Espero les haya gustado el capítulo :)
Compartan la historia, me ayudarían muchísimo ^-^
ESTÁS LEYENDO
Saint Seiya Do Cvidanja
FanfictionUn enorme cosmos despierta en el Santuario. Athena está desaparecida desde la batalla contra Hades y los jovenes caballeros deciden tomar su propio camino. Sin embargo, estar lejos no significa estar separados. Una nueva prueba desafía a sus corazo...