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Advertencia: Contenido +18

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Sus brazos rodeaban el cuello de la rubia mientras se mantenían en un acalorado beso.
La falda de Addams se alzó un poco al tener las piernas a cada lado del regazo de Enid.
Esta por su parte acariciaba esa parte descubierta, subía y bajaba sus manos queriendo ir más allá.
Aún era algo inexperta besando y eso por alguna razón excitaba más a Merlina.
Los rozes entre su centro y la erección eran constantes he incluso la rubia podía sentir la humedad que provocaba en la mayor.
Movía su cadera intentando frotarse más, sus manos guíaban la cintura de Mer que también estaba ansiosa por más.
Los dedos de la mayor recorrían las clavículas y en cierto momento, aquellas frías manos se colaron por debajo de su blusa, la piel de Enid siempre fue tan caliente y ahora parecía quemar, era el contraste perfecto si se lo preguntaban.
Aún sin querer alejarse lo hicieron para lanzar la camisa de la loba, aquella piel era tan suave y hermosa.
Todo en ella le resultaba maravilloso y odio el hecho de no probarla antes.
Bajo sus besos al cuello de la menor y está continuo moviendo la cintura de Merlina en vaivén que lograba friccionar más sobre su erección.
Era un momento tan íntimo para ambas, sería su primera vez así que trataban de ser lo más cuidadosas que podían.
La pelinegra se despojo de sus prendas quedando solo en falda y ropa interior.
Enid se recostó intentando recuperar aire, el nerviosismo llegaba a su sistema por no saber que hacer exactamente

— ¿Quieres parar?

La pelinegra había notado aquello

— No es eso. . . Es que, no se que debería hacer exactamente

Por primera vez noto una sonrisa de parte de la mujer, era perfecta ante sus ojos

— Tampoco yo y eso está bien Nid.
Solo haremos lo que nuestros cuerpos pidan
¿Si?

Se dieron un pequeño beso de nuevo, luego uno más largo, sus labios se movían en sincronía.
La pelinegra bajo sus manos que se sentían más traviesas que nunca, fantaseo tanto con esto que aún le resultaba increíble que en realidad estuviera pasando.

Acarició por encima del pantalón aquella erección, sus dedos temblaban pues también era nueva en esto pero realmente quería hacer sentir bien a su chica.
La rubia solto un suspiro al sentir como era tocada, movió su cadera algo ansiosa por más.

Aún tocando por encima de la ropa, decidió que era momento de quitarsela.
temblaba un poco pero logro quitar aquel odioso objeto.
Las dos se mantenían en ropa interior, la pelinegra adentro su mano y lo toco directamente, la rubia estaba tan erecta que juraba le dolía.
Subió y bajo unas cuantas veces, más lento de lo que hubiera querido la loba.
No era un tamaño exagerado como solían retratar a las mujeres intersexuales, pero estaba segura que era un poco más grande que el promedio. 

La menor comenzaba a perder el control y el deseo de poseerla de manera ruda era inminente.
Sabía que tenía que contenerse pues la pelinegra no era como ella, era delicada y pequeña, como un cristal

Tomo aire y ayudo a la chica a sentarse, aún en la cama.
Se arrodilló en el suelo y noto como su corazón parecía latir directo en sus oídos, jamás hizo una felación así que esperaba no ser tan mala.
La rubia se acariciaba ella misma mirando a la hermosa mujer que ahora haría algo que aún no entendía pero necesitaba
Alejo sus brazos de si misma y miro a la pelinegra acariciarla.
Ahora más fuerte que antes pero de igual manera delicada.
Tomo una bocanada de aire y se acercó para ponerlo en su boca, los ojos de Enid se abrieron con sorpresa pero se sintió en el cielo cuando esos hermosos labios subieron y bajaron, no mucho, en realidad solo por encima pero de igual manera era el paraíso.
Su mano sostuvo el cabello de la mujer y comenzó a guiar los movimientos.
Los ojos de la mayor se veían algo llorosos, estaba haciendo su mayor esfuerzo por meterlo más pero definitivamente no podía, incluso dio una pequeña arcada.
Sus ojos se conectaron por un momento, aquellos azulados ahora parecían negros por el deseo.
Mirar así de sumisa a la mayor con su miembro en la boca y mirándola con esos ojitos llorosos por el esfuerzo. . .
Solo le provocaba ganas de tenerla toda la noche.
Su abdomen se contrajo y pequeños gemidos roncos inundaban la habitación, no sabía que era exactamente pero necesitaba liberar algo..
Cerro los ojos y termino en la boca de su amada, aquel líquido blanquecino corrió por la comisura de sus labios y su garganta, la humedad llegaba hasta sus piernas y necesitaba una pronta liberación pero no sabía que decirle a Enid, ella había terminado.
No fue necesario palabras, la loba aún quería más.

Con aquella fuerza bestial sostuvo las piernas de Merlina y la levantó del suelo con una facilidad que excito aún más a la pelinegra, lamió sus labios y por alguna razón, Enid ahora sabía que debía hacer.
Tal vez fue su instinto

Aún sentada en su regazo, la menor movió su ropa interior para poder entrar en ella, no tenía más tiempo para quitarle las prendas que aún le quedaban.

Aguanto la respiración en cuanto el miembro se abría paso en su interior, eso realmente dolía y mucho.
No del dolor que le gusta, soltó un gemido bajo y abrazo por el cuello a su chica

— Espera —

La loba hizo caso y se sintió un poco mal cuando noto sangre entre las piernas de Addams.
Era solo un poco de aquel líquido carmesí pero eso de igual manera bajo su ánimo

— Perdón!

La pelinegra ignoro eso y la beso de nuevo, Enid ahora no sabía si seguir o detenerse, para su suerte  la mujer se movió sobre ella, con sus rodillas se ayudaba a crear un vaivén de subir y bajar.
Era lento, intentaba acomodarse a su tamaño pero no podía, en cada penetración dolía más.

Se detuvo y Enid la hizo bajar de nuevo, evito quejarse así que tapo sus labios con la mano libre que tenía.
No podía acallar los gemidos de su boca, mordió el dorso de su mano para evitar esos vergonzosos sonidos.
Ya no había tanto dolor, era acompañado de una sensación muy placentera.
Ella parecía muy pequeña entre el cuerpo de su rubía, era estrecha para la loba.
Sus cuerpos chocaban una y otra vez, el sudor presente en las dos y las caderas de Enid cada vez golpeaban más fuerte en ella.
Comenzó a dejar besos en su cuello, lamía y mordía a su gusto aún moviéndose en el interior de su dama
Merlina noto como el aire le faltaba y algo se formaba en su abdomen bajo, sus ojos lagrimeaban y los gemidos dulces ya no podían ser acallados
Cuando sintió el orgasmo cerca unió sus labios una vez más y explotó de placer, dejando sus fluidos en el miembro de su mujer, que terminó poco después en ella.
Las dos respiraban pesadamente intentando recuperarse.

Necesitaría un baño, y ahora sentía que necesitaba a Enid con ella por el resto de su vida

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