Mila se fue hace 5 días, después de hablar conmigo, al día siguiente tomo sus cosas y se fue, no le pregunte nada a Osvaldo no quería meterme en su vida, y tampoco quería incomodarlo.
Me sentía tan extraña después de haberle confesado a Osvaldo que lo quería, ahora no se como debo actuar, no quiero que el se sienta comprometido, la decisión esta tomada, tengo que volver a casa y dejar que Osvaldo pueda ser feliz sin que el tenga la necesidad de cuidarme, por fin tendré que darle la cara a mi problema.
No sabia que hacer, así que durante estos días he tratado de coincidir lo menos posible con el, ha intentado hablarme, pero solo lo veo y literal salgo corriendo.
Esta mañana me quede sentada en la cama de la habitación viendo a la nada, estaba sumida en mis pensamientos y no me di cuenta que Osvaldo estaba detrás mío.
— Ya deja de evadirme, te invito a cantar a todo pulmón mientras cocinamos — Lo dijo en un susurro muy cerca de mis oídos, la piel se me erizo, y mi corazon se volvió loco con una emoción inexplicable, tontas emociones.
Negue con la cabeza, ni siquiera fui capaz de pronunciar una palabra, lo que paso después fue tan rápido que no pude procesarlo, de un salto paso sobre la cama hasta quedar frente a mi, me tomo entre sus brazos y me cargo.
— ¿Qué haces? — Estaba confundida, que hacia, ¿decirle que me bajara?, no, es que me gustaba estar entre sus brazos, se sentía tan bien, que no fui capaz de decirle que me dejara.
— Llevándote conmigo, no voy a permitir que me sigas ignorando — como podía seguir ignorándolo, si lo único que quiero ahora es estar a su lado.
Cuando llegamos a la cocina el me bajo y me reí como nunca lo había hecho, no lo puedo negar estoy feliz; el me hace feliz.
Estábamos preparando el desayuno cantando cualquier canción, me sentía feliz a pesar de saber que era el último día que pasaba en esa cabaña, pensaba regresar a casa el día siguiente, estaba muy nerviosa, no sabía que pasaría cuando la gente me viera, o si mis padres me creerían cuando les diga que soy su hija, y peor aun, tenia nervios de decirle a Osvaldo mi decisión.
El desayuno no pudo estar mas delicioso, tal vez la compañía había influido en lo agradable que fue.
No podía seguir evadiendo la realidad, era momento de decirle a Osvaldo que mañana tengo que volver a casa, el estaba afuera de la cabaña sentado leyendo un libro.
Respire profundo y me senté a su lado en silencio, pasaron tan solo unos segundo y suspire, bajo el libro y me miro extrañado.
— ¿Qué pasa? — Dijo preocupado
— Es hora, tengo que volver a casa, no puedo seguir escondiéndome, es tiempo de afrontar mi problema — Me miro, con los ojos bien abiertos y se quedo en silencio por unos segundos
— No, no, Dai, no estoy listo para dejarte ir — y sin mas se metió corriendo, lo seguí pero el fue mas rápido y se encerró en su habitación, le insistí pero no me abrió la puerta.
— Osvaldo, no hagas mas difícil esto, entiéndeme, tengo que volver, no puedo quedarme aquí para siempre — tenia un nudo en la garganta
— No, no lo acepto, no ahora, no te puedes ir, no quiero que te vayas —
— Lo siento mucho, me iré mañana — El no me respondió y tampoco dije mas, me fui a mi habitación.
Pasó una hora, Por fin Osvaldo se asomo por la puerta de mi habitación, tenia los ojos hinchados, me regalo una sonrisa, y entonces reconsidere mi decisión, me quería quedar, pero se que no debo dar vuelta atrás, es el momento de volver.
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De mujer a monstruo, problemas + problemas
Teen FictionHay momentos en la vida, que nos sorprenden, sucesos que nunca creeríamos que podrían pasar, pero pasan. Esta es la historia de Daila, una mujer de 20 años que una mañana despierta en un bosque lejos de casa, pero eso no es lo peor algo en ella camb...