XII. Es hora de volver

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Abrí los ojos, es un día nuevo, estaba por levantarme, pero me di cuenta que Osvaldo estaba a un lado de la cama en el suelo, estaba dormido, supongo que se quedó ahí toda la noche.

Me dio tanta ternura verlo ahí dormido, me quede un rato observándolo, sus facciones son tan perfectas.

Se despertó con el ruido que hice al bajar de la cama, cuando abrió sus ojos, el mundo dejo de girar, suena loco pero el ambiente mejoro.

— Hola linda, ¿Cómo te sientes? — Intento levantarse del suelo pero dio un grito, le dolía el cuello por quedarse dormido toda la noche en el suelo.

— Yo, mejor, pero al parecer el que no se siente bien eres tu, estas loco, como te pudiste quedar dormido aquí y en esa posición tan extraña — se me escapo una risita 

— No te burles, quería quedarme a tu lado para cuidarte — 

— Gracias, pero al menos te hubieras dormido en la cama, había suficiente espacio — Me di cuenta de lo que había dicho y me sonroje, no se si el se dio cuenta.

— A caso esto es una invitación — Dijo con su sonrisa tan característica de el.

— Se te olvida que hoy es el día que tengo que regresar a casa — Intente que mi voz no se quebrara al recordar tan triste situación.

— Lo se — 

Nuestro plan era desayunar lo más rápido, para salir lo antes posible y llegar al pueblo de Asla, que era el más cercano y de ahí veríamos qué hacer, el también había decidido que era hora de retomar su vida cotidiana, por lo que estaría acompañada durante el camino de regreso.

Por ahora no sé qué planes tiene el, a donde ira, no hemos querido tocar el tema, entre más tiempo pase mejor, será muy doloroso tener que decirle adiós, no sé si aún nos seguiremos viendo de vez en cuando, yo espero de todo corazón que sí.

Ya tenia mis cosas listas, que en realidad no era mucho, solo lo que Osvaldo me había comprado y otras cositas.

Osvaldo cerro la puerta de la cabaña, y ambos suspiramos, sentía que vivir por un tiempo en esta cabaña me había ayudado a reparar mi corazon que no sabia que estaba dañado, y ahora tenia que marcharme y regresar a mi mundo a luchar para que no me vuelvan a destruir.

— Tenemos que hacer algo antes de irnos — Me tomo de la mano y corriendo subimos por la colina.

— Hay que gritar  cualquier cosa que salga de nuestro corazon, para que este lugar sea testigo, empiezo yo — El estaba tan exaltado, parecía algo loco y eso me encantaba.

— ¡Este lugar me enseño que estar en paz no significa vivir sin problemas! — Grito tan fuerte que casi me quedo sorda, pero se veía relajante así que seguí yo.

— ¡ Me di cuenta que no soy un monstruo ! — Poder gritarlo fue tan bonito

— ¡ Prometo que tratare de ser feliz en medio del caos ! —

— ¡ Y yo prometo no traer de vuelta al monstruo que tanto detesto !—  Gritamos unas cuantas cosas mas, y aunque no queríamos teníamos que continuar.

Durante el camino, nos la pasamos cantando, pero también descansando a cada rato, porque llegaban momentos en los que me cansaba demasiado, más cuando se trataban de subidas, parecía que jamás llegaríamos a nuestro destino, Osvaldo estaba ahí animándome a seguir a cada rato, ya no quería caminar, me dolían los pies.

Hubo un momento en donde le dije a Osvaldo que no seguiría, me senté en el suelo y no me moví, ya no podía, pero el hizo algo que me tomo por sorpresa, me jalo de ambos brazos y me cargo, le dije que me bajara, pero no lo hizo, no quería que él se cansara más, así que le dije que me bajara, que seguiría caminando, entonces lo hizo, y tuve que seguir caminando.

De mujer a monstruo, problemas + problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora