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Había un ocaso que a Yeonjun regularmente le sucedía: si había algo atormentando su cabeza, entonces probablemente turbaría sus días, aunque más que un ocaso, resultaba más bien lo contrario a la desaparicion de algo, el aumento del estrés.

—¡Papi, es tarde!

Yeonjun abrió los ojos súbitamente. Incluso si Wonyoung le había estado llamando desde hacía unos momentos, justo ahora encontraba el susto para despertarse. ¿Qué horas eran...? ¡Santa madre de Dios! Exclamó con tal de no maldecir. El reloj en su mesa marcaba las siete casi, su hija entraba a clases a dicha hora y él media hora después al trabajo.

Tan rápido como pudo, se levantó de un salto, cargando con Wony de un lado para otro, alistandola lo más rápido que podía, a su vez preparándose aunque eso significara no tomar el desayuno. No importa, Wonyoung podía llevar un lunch improvisado y comprar algo de la tiendita de la escuela, y él luego tal vez se compraría algún café para más tarde.
Yeonjun no era una persona que creara agendas de sus días, pero comúnmente, un día antes solía pensar previamente qué sucedería o qué haría al día siguiente, por eso mismo su metodología adelantada de trabajo en casa; pero ese día en concreto, solo estaba viviendo el presente sin saber qué era lo que estaba viviendo realmente. En su momento estaba en su auto, conduciendo con el cuidado necesario pero con la velocidad que le permitieran llegar a tiempo y sanos a sus destinos.

—De acuerdo, corazón —dijo cuando se aparcó frente a la escuelita de su hija y le observaba sacarse el cinturón—. Puede que llegue un poco tarde a recogerte, pero sucederá lo mismo: tú, Soobin y yo iremos a almorzar y luego te llevaré a casa de Yuna.

—¡¿Otra vez Soobin?!

La reacción en su hija lo confundió— ¿Qué sucede?, ¿No te agrada Soobin?

—¡Es que quiero estar sólo contigo!

—Wonyoung, estoy contigo el restante del día casi todos los días. ¡Sólo serán estos días, cielo! Soobin está trabajando ahí un tiempo, no se quedará para siempre.

—¡Ash! Bueno...

El comportamiento no era alarmante para Choi, pues hubo un tiempo en que la niña incluso se mostró reacia con Soyeon al conocerla, siempre expectante ante la distancia entre su padre y ella ya que según Wonyoung, su papá no podía estar con viejas. Aún así, lidiar con ese tipo de comportamientos resultaba algo tedioso para Yeonjun, y sin embargo era comprensible al respecto.
La despidió no tan lejos de la escuela y la observó marcharse entre saltitos, luego remontó su auto en cuanto la perdió de vista, en cuanto supo que ella estaba a salvo en esa institución, por consiguiente se encontraba entrando al edificio de trabajo y saludando con apuro al guardia y a compañeros que se cruzaban por los pasillos.

—¿Te quedaste dormido? —le preguntó Soyeon viendo como su consentido recuperaba el aliento mal tendido en su silla. Yeonjun apenas asintió— Soobin también está llegando tarde esta vez.

—¿Aún no ha venido? —preguntó asombrado Yeonjun, recomponiendose y por fin notando ese faltante al mirar a sus alrededores sin tener de paradero a ese alto pelinegro. Soyeon soltó una interjección afirmativa a labios sellados— Probablemente hay tráfico por el ala norte y el autobús se ha quedado estancado. No debe tardar en venir.

Pasó alrededor de quince minutos antes de que Soobin se apareciera por los pasillos de la segunda planta. Yeonjun los había aprovechado y había iniciado con uno de los informes pendientes, esta vez tenía pendiente unos cuantos por lo que estaba seguro que no acabaría pronto.

—Buenos días, sunbaenim. Lamento la tardanza.

Soobin se mostraba algo acalorado a pesar de que esa mañana el sol no hervía, la corbata estaba algo desaliñada y en su frente se pegaba un cabello debido a algo de sudor. Yeonjun lo examinó de pies a cabeza y sonrió con ternura por el escenario.

Mamá  |  SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora