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El pasto crecía, estaba bien, aunque de todas formas esta vez no se sentaría en el suelo.

Soobin miró con cierta pena la tumba frente a ellos. Kim Somin se leía como un nombre lleno de gracia, e imaginaba que la mujer dueña del mismo estuvo llena de la misma.
Pudo observar a Yeonjun mirar con los ojos cristalinos la tumba, era en parte desgarrante recaer en tal hecho de tragedia. Era la amada de Yeonjun la que había muerto y estaba enterrado ahí su recuerdo.

—Somin seguramente me hubiese dicho que siguiera con lo que mi corazón decía, ¿Verdad? —le preguntó. ¿Cómo habría Soobin de saberlo?

—Seguramente sí —respondió de todas formas.

—Pero es que no le entiendo —Yeonjun se limpió una lágrima—. Hay tanto que me dice, lo sé, pero es ruidoso y no puedo entenderlo.

Soobin quería poder hacer algo por el mayor, le estaba cayendo demasiado de lleno que Choi estuviese de tal manera. Cuando estuvo sacando su carta de permiso universitario, jamas creyó que estaría al segundo día viendo el desconsuelo de uno de los empleados, y no cualquier empleado de Labels, sino que era Choi Yeonjun, el único editor de texto y el tutor de su pasantía, ese con el que estaba teniendo un montón de malentendidos y cada vez más no estaba comprendiendo. Imaginaba de todas formas que debía acompañarlo. La historia de Yeonjun era una tragedia total hasta donde sabía, y Soobin no se sentía con el corazón para abandonarlo en tal situación.

—Debe ser comprensible con su corazón... Él hace todo lo posible para hablarle, debe ser paciente y buscar entenderlo —no sabía cómo brindarle ayuda.

—Estaba pensando en buscar alguna mujer para conocer, enredarme y darle una madre a mi hija... Pero a decir verdad, no quiero eso.

—No tiene que hacerlo, sunbae...

—Pero ella es tan pequeña... Ella no puede crecer sin una madre.

Soobin apretó la mandíbula.

—Mi Wonyoung es frágil, ella necesita que la cuide su madre —inevitablemente, las lágrimas ya caían por las mejillas de Yeonjun.

Soobin rápidamente lo tomó de los hombros y lo giró abruptamente hacia él. A Yeonjun no le importó la corta distancia entre ambos.

—Wonyoung es una niña muy fuerte. Ella debe estar orgullosa de su padre por salir adelante solo.

—No... Ella es la que me pide una madre —sollozó.

—Sunbae, usted es su padre —Na alivianó su tono y con un pulgar arrastró algunas lágrimas de sus mejillas—. Ella debe aprender a vivir con esto. Un padre y una abuela, hasta donde dios le permita. Mientras usted le brinde todo lo necesario, no le debe nada ni a ella ni a nadie más. También debe priorizarse, sunbae.

—¿Wony estará bien sin una madre? ¿En verdad? —quería algún atisbo de esperanza. A Soobin le partió el corazón.

—Ella estará bien con sólo su padre.

Yeonjun sollozó aún más, importandole nada y entonces apoyando la frente en el hombro del alto. Tal acto desconcertó a Soobin, pero cedió y lo envolvió en un abrazo consistente, brindándole palmadas en la espalda en muestra de apoyo. Pudo sentir los brazos de Choi rodear su cintura y apretarlo fuerte contra él mientras derramaba sus lágrimas en la camisa oxford blanca, no importaba en el momento, era solo una camisa.

Era evidente que la vida de Yeonjun estaba más estable en la actualidad, luego de tantos sucesos que colmaron sus emociones y forjaron una personalidad mucho más resistente, era un alivio que los problemas actuales para el resto fuesen algo sencillo, incluso si para el mismo Yeonjun eran complicados.
Soobin era el primero y el único hasta ahora que sabía vagamente de sus problemas, en vida, porque Somin en cambio estaba muerta. Por un tiempo, Yeonjun decidió desahogarse con él, aceptando las caricias en sus manos que el menor le brindaba y las miradas de ambos fijas en la tumba que presenciaba también los sucesos. Cuando Na le daba palabras de consuelo o consejos minimalistas, Choi se encargaba de mirarlo con ojitos brillosos y una esperanza reflejada en ellos; era Soobin quien hasta ahora le daba total seguridad en tal preciso momento, y aunque consideraba que al cabo de unas horas estaría avergonzado, esperaba plenamente no abrumarse y arrepentirse por abrirse emocionalmente con el pasante.

Mamá  |  SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora