Capítulo 6

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Roier tenía toda su atención puesta en el reloj. Spreen llegaba tarde, y cada minuto que pasaba, Roier se hundía más en su silla. No culpaba a Spreen por no presentarse. Había perdido la calma y le había gritado, pero esperaba que Spreen al menos hiciera una breve aparición para poder disculparse.

Roier suspiró y comenzó a juntar sus papeles.

—Toc, toc —dijo Spreen, antes de tocar la puerta.

Roier notó que el cabello de Spreen había crecido. Le recordaba a su maestro de matemáticas, con el cabello algo largo y ligeramente desordenado. Spreen entrecerró los ojos, y Roier se dio cuenta de que estaba mirando mucho. Apartó la mirada.

—Pensé que no ibas a venir.

—Lo siento, estaba en confesión...

—¿En confesión? ¿Tú rezas?

—No, el vicario hace un té realmente bueno si parecemos particularmente preocupados.

Roier levantó una ceja y Spreen arrugó la cara y movió el labio inferior en respuesta.

—Hago esta mueca y obtengo una taza de té y una galleta.

Roier se rio por lo bajo. —No eres religioso entonces.

—Bueno, terminé aquí, así que no. ¿Tú lo eres?

Roier arrugó la frente. —No, hay una iglesia en mi pueblo, pero es más una ruina que una iglesia funcional. Necesita una restauración desesperadamente.

Spreen chasqueó la lengua y miró hacia arriba, pensativo. —Ya veo.

—¿Quieres continuar con el estudio?

—Por supuesto que sí, ¿por qué crees que no?

—Te grité.

—Me lo merecía. Quise decir lo que dije. No disfruté molestarte, pero tenía que hacerlo.

Roier señaló la silla de enfrente. —Bueno, por si sirve de algo, lo siento, y.... gracias.

Spreen se sentó y señaló la muñeca de Roier. —Me gusta.

—Gracias —dijo Roier, lanzando una mirada a su nuevo accesorio.—Este sí da bien la hora.

—Y es del color correcto —susurró Spreen—. Resalta tus ojos.

Roier se movió y se aclaró la garganta. —¿Podrías, por favor, dejar de decir cosas sobre mi relación basándote en mi reloj?

Spreen enarcó las cejas. —¿Porque estas asustado?

—Impresionado, una vez que dejé de pensar que eras un bastardo sin corazón.

Spreen echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. —No es la primera vez que me llaman así.

—Entonces, dime... ¿cómo sabías tanto?

—Es lo que hago. Leo a la gente. Aprendo cosas sobre ellos.

Roier hizo una seña con la barbilla y Spreen suspiró. —El reloj no te servía de nada, pero lo seguías usando. Tenía valor sentimental. Al principio, pensé que podría ser de un miembro de la familia, tal vez el reloj de tu padre, pero es demasiado moderno, y cuando hablábamos de él, no mirabas el reloj en absoluto.

Roier asintió con la cabeza. —Lo descartaste.

—Sabía que eras gay después de que me quité la camiseta, así que no era de una novia. Te gusta mi cuerpo, te gusta mucho...

Roier ignoró la punzada de calor en sus mejillas y agachó la cabeza.

—Te gusta verme, pero también sentías algo de culpa. Lanzaste miradas al reloj, y luego, cuando hablamos de relaciones y romance, te costó mucho quitarle los ojos de encima. Está roto. Podrías arreglarlo, pero no...

PSICOPATA  [SPROIER] {ADAPTACION}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora