XVI

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Aunque la conversación con Freen había creado un nuevo miedo, no podíamos vivir de temor en el poco tiempo seguro que teníamos. Había estado tan acostumbrada a estar sola, perder amistades, no tener un lugar fijo al que siempre podría volver; pero Australia había sido distinto desde el primer día, poco a poco, dejé de pensar en todo lo que una vez perdí, comencé a vivir el presente.

Melbourne pasó de ser solo una nueva ciudad a un hogar, tenía un grupo de amigos con quienes me sentía cómoda, podía ser yo sin sentirme juzgada, había vuelto a jugar fútbol y, sobre todo, había conocido el amor, Freen se volvió lo mejor que me había pasado.

La campana de fin de clases sonó, viernes en la tarde, todos teníamos un claro plan. Nos reunimos en el estacionamiento de la escuela, las diferencias entre todos eran bastante notorias, cada uno tenía una personalidad distinta, la mitad era de último año y luego estábamos mis amigos y yo; sin embargo, ni la edad ni el carácter que nos identificaba había sido un impedimento para ser amigos; si el destino es un plan orquestado, todos estábamos ahí por alguna razón.

Teníamos todo el fin de semana por delante. Salimos en dos autos de la escuela, Noey guió el camino, Chead era su copiloto, con ellos iban Heng y Nam; mientras que en el auto de Richie íbamos Freen y yo en la parte trasera, después de haberle rogado, Irin había aceptado ir de copiloto. No quería dejar de disfrutar ni un segundo junto a Freen, como era común, nos sumergimos en nuestra burbuja, aunque estuvimos casi todo el camino abrazadas y hablando para nosotras. Irin no la pasó tan mal como pensó, Richie le dejó tener control total de la música y encontraron temas en común, poco a poco, empezaban a llevarse mejor a medida que Richie dejó de actuar para impresionar y comenzó a ser más transparente frente a ella.


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Chead no exageraba cuando hablaba de lo increíble que era la casa de Noey. De su familia sabíamos poco, pero había mencionado que su madre era diseñadora de interiores; quedaba claro, su casa era su mejor obra. Nos recibió una casa de cristal, minimalista pero al mismo tiempo un tanto futurista, pisos hacia arriba y hacia abajo. Apenas entramos a la primera planta, la única rodeada casi por completo de paredes de concreto además del garaje, podíamos ver el horizonte del mar a través de un ventanal que iba desde el piso más alto hasta el bajo. Escaleras para bajar a la izquierda, escalera para las plantas de arriba a la derecha.

Nunca supimos cuantas habitaciones en total tenía aquella residencia, todos los que nunca habíamos ido antes, quedamos perplejos con la belleza de la casa, pero ninguno opinó o preguntó de más. Dejamos las cosas en los dormitorios para ir luego directo al área de la piscina. Freen y yo compartimos la misma habitación, Chead repartió las habitaciones, se sentía en su casa; pero claramente no me iba a quejar; incluso, debía agradecerle, no hubiera sabido cómo pedirle a Freen dormir conmigo.

El patio trasero se comunicaba con la playa, el jardín estaba lleno de vida y colores. Freen le tomaba fotos a las flores, yo le tomaba fotos a ella, se veía increíblemente tierna cuando se concentraba. Heng y Richie inflaban flotadores grandes para la piscina, sacaban otros juguetes. Noey estaba encargándose de que nos sintiéramos cómodos, Irin y Chead conocían bien el lugar y le daban un tour a Nam.

No podía perder a Freen de vista, se dio cuenta que le estaba tomando fotos y se acercó a mí haciendo lo mismo. Cuando estuvimos a tan solo unos centímetros de distancia, aparté el celular y me acerqué a ella y besé el lente de su cámara. Bajó su manos, el brillo de su mirada fue mi más grande motivación, mis labios fueron directamente a los de ella, un beso breve, mezcla de timidez y ternura.

⸻ Ladrona ⸻ pronunció en un tono bajo.

⸻ Te lo devuelvo.

No había mucho pudor ya. La volví a besar con la excusa de devolverle el beso robado. Nunca antes la había visto tan sonrojada. Sabía que la causa de su rubor era que no estábamos solas; días atrás me hubiera sentido igual, pero después de todo, no había vergüenza con nuestros amigos, con ellos podíamos ser libres y felices haciendo lo que el corazón nos decía.

El mar, el cielo y tú - Freenbecky AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora