Cierra los ojos, el momento se acerca, el aire huele a ponche, bastones de caramelo y a historias por comenzar.
Pide un deseo, es la hora, el amor está llegando a la ciudad...
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El primer turno de trabajo terminó cerca de las ocho de la noche. Pensaba que sería más agobiante, pero ver las sonrisas en los rostros de todos esos pequeños fue sin duda lo mejor del día. Grace y yo entramos en casa dejando los zapatos tirados a un lado de la puerta, estamos cansadas y con hambre, han sido seis horas de extenuante trabajo.
—Cenemos viendo una película de navidad. —dice Grace, moviendo sus pestañas de forma encantadora.
—¿En serio? ¿más navidad? Grace, por favor, no —suplico agobiada de tanto rojo, verde y alegría.
—Claro que sí, esta es la época perfecta para ver historias de amor cliché que sucede en navidad. —Aun no logro entender la personalidad explosiva, optimista y alegre de mi amiga, pero supongo que de eso se trata la amistad, no de entender, si no de aceptar.
Me dirijo a mi habitación y me pongo algo de ropa cómoda, arrastrando los pies y liberando un gran bostezo, entro a la cocina para meter las pizzas la horno. Grace organiza la mesa frente a la tele y elige nuestra película. Pronto mis pensamientos vuelven a Caleb, a Caleb y la noche en que nos volvimos a ver. Suspiro con pesar, recordando esos pequeños y fugaces momentos que tuvimos en el instituto. Una sonrisa, una mirada, o el roce de nuestras manos cuando le entregue su hoja del examen de química. Nunca pude decirle lo enamorada que estaba de él, aunque creo que era más platónico que real. Siempre estaba rodeado de las chicas más guapas del instituto y yo siempre me quedaba atrás. Hubo un par de ocasiones en las que nuestras miradas coincidieron haciendo que el tiempo se detuviera, luego, sus amigos llegaban a su lado, riendo y entablando alguna conversación, entonces, ese pequeño fragmento de tiempo en el que creía que conectábamos, desaparecía casi de inmediato, y lo único que veía era su ancha espalda desapareciendo por el pasillo. El sonido del horno anuncia que nuestra cena estaba lista y me sobresalto, dando un leve grito, que luego me hace reír. Pongo las pizzas en platos y las llevo a la mesa para ver la dichosa película.
La escena final, por fin. Bastante aburridora y predecible. Los dos protagonistas están a punto de darse su primer beso y obtendrán su "felices para siempre".
Si, predecible y demasiado perfecta, aun así, envidio lo que tienen esos dos, por mas que sea una actuación, quisiera tener, al menos, una tercera parte de la relación que tienen ellos dos.
Después la muerte de mamá perdí la pasión por la vida y la fe en el amor, o en cualquier cosa que tuviera que ver con ser feliz. La última vez que estuve en una relación fue antes de que ella falleciera. Y no es como si hubiese tenido relaciones largas. No se que pasa conmigo, es como si estuviera rota y todos los que están a mi lado terminan alejándose. Supongo que mi destino es estar sola.
El vacío de la soledad empieza a acrecentarse, un sentimiento cada vez más familiar.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Un nuevo día, un nuevo turno de trabajo. Aunque al principio estaba reticente, no puedo negar que ayer me divertí, así que hoy lo espero con ansias. La música navideña retumbaba dentro del vehículo, en un momento de debilidad me veo cantando junto a mi amiga, observo a la gente pasear por la calle y mi reflejo en el cristal de un mostrador me hace reír. Luzco patética y ¡me encanta!